Se conmemoró el fin de semana una nueva edición del Día del Patrimonio; en esta oportunidad el lema fue “100 años de La cumparsita: patrimonio vivo universal”. La pieza compuesta por Gerardo Matos Rodríguez fue declarada patrimonio cultural y además se convirtió en el eje temático de los proyectos culturales de los centros educativos del país durante todo el año. El tango que se convirtió en leyenda y patrimonio fue creado por un joven de 19 años, estudiante de arquitectura que, en un delirio febril, dio a luz a esta marcha de carnaval mediante las manos de su hermana Ofelia. Desde aquella noche, ese tango recorrería el mundo con un nombre que no era el original; “La cumparsita” surgió de la mala pronunciación de un italiano. El tango ha sido parte de bandas sonoras de Hollywood y adaptado muchas veces.
Una de las actividades que se pudo realizar durante el fin de semana fue una visita guiada al Palacio Salvo, un edificio emblemático de la capital uruguaya que se encuentra en el lugar donde en la época de “La cumparsita” estaba el café La Giralda, punto de encuentro de la sociedad montevideana, entre los que se encontraban políticos, músicos, bohemios y artistas. La Giralda era un edificio de un solo piso que ocupaba toda una manzana, y por eso contaba con distintos salones; uno de ellos era el Salón Café Concierto y Billar, al que concurrían solamente hombres: las mujeres no tenían permitido el acceso ya que se escuchaba tango, un ritmo considerado marginal e inapropiado. El Salón de Familia y Confitería era donde se agrupaban las parejas y familias para comer algo.
La Ciudadela
Dentro de los muchos lugares que el Día del Patrimonio invitaba a recorrer, uno de los más visitados fue el recorrido de la Ciudadela. La Catedral de Montevideo, la primera de Uruguay, inaugurada en 1790, es un imprescindible del fin de semana, debido a su historia y el arte que se puede apreciar tanto en el interior como en el exterior de ella.
La iglesia contiene parte de la historia uruguaya: los restos de grandes figuras históricas como Fructuoso Rivera o Joaquín Suárez, descansan allí, debido a que antiguamente la iglesia pertenecía al gobierno y contaba con una parte llamada “camposanto”, donde se enterraba a grandes figuras cuando todavía no se había inaugurado el Cementerio Central.
La catedral no siempre se llamó así. De hecho, su primer nombre fue “Iglesia Inmaculada Concepción”, y pertenecía a las Provincias Cisplatinas, sin contar con diócesis propia. El nombre anterior fue derogado y pasó a llamarse “Catedral de Montevideo” desde 1987, cuando Uruguay obtuvo su propio obispo, Mariano Soler.
Los patrimonios están clasificados en grados según su antigüedad: la Catedral de Montevideo, El Cabildo y el Club Uruguay, entre otros, pertenecen al grado 4 por ser los más antiguos. El Club Uruguay –inaugurado en 1888– daba lugar al entretenimiento, el arte y la cultura para los más importantes negociantes y artistas de la antigua ciudad, y sigue teniendo ese propósito hasta el día de hoy. En la actualidad, también ofrece el alquiler de salones de fiestas, la utilización de una sala de lectura, otra de juegos y billar y un bar.
La educación como piedra fundamental del patrimonio también estuvo representada mediante distintas actividades, entre ellas, una muestra de trabajos de los alumnos de la Escuela de artes y artesanías Dr. Pedro Figari. Cada taller fundamental –dibujo y pintura, escultura, violería, talla en madera, cerámica, joyería y serigrafía– armó una serie de exposiciones que estuvieron abiertas durante todo el día para los visitantes, en la sede central, ubicada en Peatonal Nuestra Señora de la Encina Palermo, y su anexo, en la Peatonal Sarandí. Durante las jornadas, docentes, artistas y creadores dieron una explicación detallada de lo que se podía ver.
Federico Mattoni, Katerine Acosta, Paula Sabornín, Laura Hernández, Pilar Méndez
Artículo publicado en La fresca, publicación hecha por estudiantes de la educación media pública de Uruguay.