“Noventa días de poesía” fue el nombre de un proyecto basado en la poesía hispanoamericana que involucró a estudiantes de ciclo básico y bachillerato de arte. Este proyecto surge de una secuencia que se inició en 2015 en la clase de Idioma Español con los segundos años en el liceo 1 Mario W Long, de Young. Bajo el título “Eros y Tánatos. El amor y la muerte en tres poetas del Río de la Plata”, incluyó a Delmira Agustini, Alfonsina Storni y Juana de Ibarbourou.

Después de trabajar con las biografías y con una obra de cada autora, como profesora sentí la necesidad de hacer algo más, porque intuí que a los estudiantes les había quedado gusto a poco. De este modo, coordinamos con la profesora Katty Hornos, de Educación Sonora y Musical, y con el profesor Eduardo Figueira, de Espacio Curricular Abierto, la posibilidad de expandir a otras clases el estudio de la poesía, pero ya no como una poesía escrita y analizada, sino como una poesía viva, bailada, recitada, cantada y representada. Nos presentamos como equipo de trabajo en un llamado que se denominó “Poesía eres tú”, organizado por la Cátedra Alicia Goyena, y nos inscribimos para participar en representación del liceo 1 de Young en este festival nacional de la poesía.

Nuestro proyecto se desarrolló en el teatro Atenas de Young, en setiembre de 2015. Después de una ardua tarea, con recursos que, como todos sabemos, son limitados, pasaron por el escenario del teatro más de 50 estudiantes que, luego de un trabajo previo con las obras en clase de Español y Educación Sonora, las pusieron en escena.

Entre las representaciones que se llevaron a cabo ese día, los estudiantes musicalizaron, recitaron y cantaron el poema “Raíz salvaje”, de Juana de Ibarbourou; representaron la canción de Garo Araquelian “Andes 1206”, que cuenta los últimos minutos de vida de Delmira Agustini; un grupo de jóvenes recitó “Voy a dormir”, de Alfonsina Storni, y otro, de estudiantes de bachillerato de arte, tocó y cantó “Alfonsina y el mar”; e interpretaron mediante un baile flamenco “El romance sonámbulo”, de Federico García Lorca. Por último, alumnos de primer año bailaron la cumbia “Macondo”, en honor a Gabriel García Márquez y a su obra Cien años de soledad.

El nombre de la actividad surgió del tiempo que le dedicamos a estudiar, elaborar, inventar, ensayar, crear, volver a ensayar y recrear las obras con las que trabajamos. Este tipo de actividades, que buscan el aprendizaje por medio de la investigación y la creación, plantean un desafío a los docentes, ya que debemos incursionar en campos que a veces nos son ajenos, como el teatro. Lo planteo como un desafío, porque el deseo de que las actividades tengan el mejor resultado posible nos motiva a estudiar, a capacitarnos y, en la mayoría de los casos, a ser autodidactas. Nos estimula a leer y a prepararnos de otra manera.

Los estudiantes son la razón por la que buscamos nuevas prácticas educativas, nuevos modos de enseñar, porque siempre hay nuevos modos de aprender. Puedo decir que esta actividad tuvo una evaluación positiva, y voy más allá de lo que hayan podido asimilar en cuanto a contenidos. Me refiero a la parte netamente humana, en ese interactuar con el otro desde otra óptica, es decir, el contacto con el estudiante, vivenciándolo en otro papel: más activo, dinámico, resuelto a hacer y con participación colectiva. Logramos esto al romper la estructura a la que estamos acostumbrados en el aula; al salir a otros espacios, docente y alumno crean un vínculo distinto. En segundo lugar, de este modo se potencian las capacidades artísticas y se desarrollan la sensibilidad y el gusto por lo estético, de una forma divertida pero potenciando la responsabilidad, el compromiso y el trabajo en equipo.