Vienen de un país donde el sol brilla a medianoche en verano, mientras que en la oscuridad del invierno se puede ver la aurora boreal. Un país con 5,4 millones de habitantes y casi 42.000 dólares de Producto Interno Bruto (PIB) per cápita. Los finlandeses Matti Kuorelahti y Aki Ossi Tornberg, ambos expertos en educación, estuvieron en Uruguay la semana pasada, invitados por el Ministerio de Educación y Cultura para participar en el Tercer Congreso Nacional de Educación. Conversaron con la diaria sobre los desafíos que enfrentó su país al hacer la reforma del sistema educativo que hoy tiene algunos de los mejores resultados del mundo.

Kuorelahti es profesor emérito y ex director del Departamento de Educación de la Universidad de Jyväskylä, en Finlandia (una de las universidades en las que se investiga sobre educación y aprendizaje y donde se forman docentes), y Tornberg es doctor en educación y consejero del Ministerio de Educación de su país.

Tras la visita a Uruguay, el asesor ministerial opinó que “aún es muy temprano para decir qué tipo de interacción se va a mantener entre los países, es un tema a seguir conversando”, pero ambos destacaron que “todas las universidades tienen servicios que se pueden exportar, siempre puede haber intercambio”. En su recorrida por centros educativos de Montevideo los finlandeses encontraron “profesores y maestros muy motivados e interesados por el sistema educativo finlandés”, algo que “demuestra el interés por cambiar las cosas y desarrollar el sistema que tienen”, dijo Kuorelahti.

En Finlandia hay un modelo de educación que data de muchos años. ¿A qué desafíos se enfrentaron al hacer ese cambio?

Matti Kuorelahti (MK): –La primera decisión difícil fue tomada hace 50 años en el Parlamento. La mayoría de los parlamentarios votaron que sí al cambio, pero hubo bastante oposición; todos somos conservadores, nos gustan las cosas como están. Esa votación fue saldada en 1968, pero la realización del nuevo sistema escolar comenzó en los 70, o sea que se siguió discutiendo su implementación, algo que hacemos hasta el día de hoy. En Finlandia, cada diez años se hacen nuevas reformas en la legislación y la currícula, se responde al cambio con pequeñas modificaciones que permiten el positivo desarrollo del sistema.

¿Cómo solucionaron el conflicto entre parlamentarios?

MK: –Discusión, discusión, discusión. Se habló de los valores y la ética: ¿qué queremos de la educación?; ¿qué país queremos? En Finlandia buscamos la igualdad entre las personas; igualdad de oportunidades en educación y educación de alta calidad para todos.

¿A qué se enfrentaron con la reforma de los 70?

Aki Ossi Tornberg (AOT): –El viejo sistema dividía a la gente en dos categorías: por un lado, aquellos que eran académicos; por otro, aquellos que iban hacia las profesiones. Dividía a los niños a la edad de 11 años, después del cuarto año escolar. Con el nuevo sistema mantenemos a los niños juntos durante nueve años en una misma escuela; luego, a los 16, pueden tomar la decisión de hacer el bachillerato con una tendencia hacia la academia o hacia las profesiones, y cualquiera sea la opción podrán continuar los estudios universitarios.

¿Qué fue lo más difícil de plantearse una nueva estructura?

MK: –Las habilidades pedagógicas de los profesores, porque tuvieron que cambiar la manera tradicional de pensar. Una herramienta estratégica que sugirieron los responsables políticos del plan fue la de agregar profesores de educación especial en las escuelas regulares. Empezamos a desarrollar escuelas inclusivas y, hoy en día, 15% de los docentes se forman para ser profesores de necesidades especiales. Lo clave es el apoyo al aprendizaje, esa es nuestra estrategia. La manera tradicional consistía en identificar a los estudiantes que tenían dificultades y mandarlos a escuelas especiales, separadas; hoy identificamos a quienes necesitan más apoyo y los mantenemos en las escuelas.

¿Cuál es el beneficio de tenerlos juntos durante esos nueve años de educación básica?

MK: –Más allá del apoyo que reciben los estudiantes, el principal beneficio es que tenemos más capacidad de profesores. Tenemos a los profesores de materias y a los profesores de clase en el mismo edificio [un docente, el equivalente a un maestro en Uruguay, sigue al grupo los primeros seis años; luego tienen profesores de materias, de los cuales uno siempre es el profesor referente de la clase]. Entonces el director tiene más flexibilidad para decidir quién enseña en qué grado. La otra ventaja es que los niños aprenden a ver diferentes edades alrededor de ellos y se sienten a salvo.

El sistema finlandés propone unas 20 horas semanales por estudiante en los grados más bajos y 30 horas en los más altos, una carga horaria similar a la del sistema uruguayo. ¿Creen que es suficiente?

AOT: –El proceso de aprendizaje necesita tiempo para pensar. No creemos que si se ejerce mucha presión sobre el niño este llegue a aprender: necesita pasar tiempo en la escuela pero también tiempo para procesar.

MK: –Es efectivo, entonces es suficiente. Lo que siempre les decimos a los docentes es que no sean como profesores universitarios que sólo hablan. Proponemos que usen diferentes métodos y que entiendan que los estudiantes siguen siendo niños que no deberían estar sentados 45 minutos seguidos todos los días, sino que necesitan ser activos.

AOT: –Es por eso que queremos expandir las situaciones de aprendizaje. Estamos creando lugares de aprendizaje afuera de las escuelas, donde todos los espacios se usan para el aprendizaje; no sólo se aprende en las aulas, los estudiantes también van a las bibliotecas, a los museos. Estamos incluyendo esto en el sistema y alentamos la unión de estos lugares, porque también es importante aprender fuera de la escuela.

¿Junto con la reforma del sistema educativo hicieron la reforma de la formación docente?

MK: –Sí. En 1978 se decidió que cada profesor tenía que tener un título de maestría de cinco años de duración, mientras que antes alcanzaba con una licenciatura de tres años.

¿Por qué se hizo?

MK: –Es una cuestión de calidad: invertimos en profesores y en sus competencias. El título de magíster da a los docentes la oportunidad de actuar como profesionales independientes y de tomar decisiones cada día en el aula.

AOT: –La gran ventaja de esta forma de educar a los profesores es la investigación –la base del sistema educativo–, y eso lleva a que cuando lanzamos una nueva estrategia educativa desde el ministerio ellos puedan entenderla y aplicarla, porque están altamente entrenados en la vida académica; a su vez, pueden proponer desde su experiencia.

En Uruguay la formación docente no es universitaria. ¿Creen que eso perjudica la formación de nuestros docentes?

MK: –Eso es su decisión. Cuanto mejor sea la educación de los docentes, mejor será la educación de los niños. Es así de simple, es como una ley natural. Si tienes buena gente, educada, capaz de pensar, de decidir, mejores resultados se obtendrán. Obviamente, le cuesta [económicamente] a la sociedad tener cinco años a la gente en la universidad, pero será luego pagado con los resultados.

El programa educativo se reformula cada diez años. El último plan empezó a ser ejecutado el año pasado. ¿Cuáles fueron los últimos cambios?

AOT: –Uno de los cambios importantes es que la municipalidad de la que dependen las escuelas también tiene que diseñar un currículo. Lo hacen en conjunto con la comunidad, teniendo en cuenta sus necesidades específicas. La idea es que adapten el currículo general, que es lo que define la base, que puedan apropiarse de esa herramienta y agregarle sus características. Las condiciones y necesidades varían mucho entre el norte y el sur, la ciudad y el campo.

El cambio también se produjo en competencias.

AOT: –Hace unos años hubo un gran debate sobre las competencias. Nosotros las teníamos integradas en los currículums, pero nos dimos cuenta de que sólo estaban como una mención, algo a tener en cuenta. Ahora, en esta nueva versión, incluimos estas competencias en el contenido de las disciplinas. Esta forma de pensar en competencias es bastante nueva, y ahora hay un gran debate en Europa sobre si debería ser un currículo basado en disciplinas o en competencias; nosotros lo resolvimos uniéndolas. Nos basamos en planes internacionales pero los mejoramos; por ejemplo, incluimos una competencia, la multiliteracidad, que es una invención finlandesa y creemos que se necesitará en las competencias futuras.

¿Qué es multiliteracidad?

MK: –El lector debe entender cómo está argumentada la información, si es verdadera o falsa. Es necesario que el lector pueda interpretar de forma crítica los textos, las imágenes, porque tenemos una gran cantidad de información que abunda. Para el futuro es importante poder interpretar en forma crítica y descartar la información falsa.

¿Cómo reaccionan los profesores ante estos cambios?

AOT: –Ellos fueron claves para hacer esto, estaban con ganas de hacerlo. Cuando hicimos esta última reforma se publicaron las propuestas abiertamente en internet y todos podían comentar. Analizamos las opiniones de los profesores, las asociaciones, los padres, y las aplicamos. No hubo resistencia: los profesores estaban esperándolo, porque la realidad exige cambios y ya habían pasado diez años desde la última reforma.

MK: –El curriculum no es como el vino, no se pone mejor con el tiempo.

¿Cuáles son los reclamos de los sindicatos docentes?

AOT: –Siempre están pidiendo que avancemos en las políticas educativas y participar en todos los cambios. No recuerdo cuándo fue la última vez que los sindicatos hicieron un paro. MK: –Creo que el último fue por los años 70 u 80. Ellos tienen el sentimiento de que son escuchados, de que pueden decir realmente su opinión y que esta se toma en cuenta.

¿Cuál es el nivel de participación de los docentes?

MK: –Por lo general, los sindicatos son muy críticos, pero pensamos que es una crítica sana, que nos impulsa y nos hace mejorar. Podemos tener todos los argumentos en la mesa, y a partir de eso se desarrolla la discusión.

AOT: –El nivel de participación es muy alto. Les interesa, incluso pueden ver que cosas que ellos mismos escribieron forman parte de la ley. En la misma mesa están los gremios estudiantiles, las asociaciones de padres, los docentes; todos participan. Tienen el sentimiento de que realmente lo han hecho.