Cuando un adolescente finlandés decide que su profesión será la docencia, le espera un camino difícil. Deberá tener excelentes resultados en la prueba final de secundaria para poder aspirar a ingresar a cualquier universidad del país; luego, tendrá que sortear con más de 95% la prueba de ingreso a la carrera; si lo logra, pasará por un proceso de selección que incluye entrevistas personales y grupales en las que se evalúa su conocimiento previo y cualidades como la empatía y la comunicación. Recién ahí podrá cursar la licenciatura, pero si quiere ingresar al campo laboral deberá seguir estudiando hasta obtener una maestría. Llegar a ser docente en Finlandia es una tarea difícil, por eso la profesión está tan bien valorada en la sociedad. En una recorrida por Helsinki, la capital finlandesa, la diaria, invitada por el Ministerio de Relaciones Exteriores del país europeo, visitó universidades y centros de práctica docente para conocer cómo se forman los profesionales que lograron colocar al país en lo alto de los rankings mundiales.
Los datos oficiales señalan que sólo uno de cada diez candidatos a las pruebas de acceso de las facultades de educación consiguen ser admitidos en los programas de formación docente. A pesar de la exigencia, la docencia en todas sus ramas es una de las carreras más populares entre los finlandeses. En este punto ya se encuentra la primera diferencia con Uruguay, donde cualquier persona que haya terminado la enseñanza media puede ingresar a una de las carreras que ofrece el Consejo de Formación en Educación (CFE).
Un aspirante a docente deberá pasar por dos fases muy exigentes. La primera es a nivel nacional y se basa en la prueba final de educación secundaria, que es, de hecho, la única prueba a nivel país a la que se enfrentan los estudiantes finlandeses. En base a los resultados, las universidades elegirán a los estudiantes que pasarán a la segunda fase. En esta etapa los evaluadores buscan elegir a los mejores candidatos para ser futuros docentes. Según explicó a la diaria Patrik Scheinin, ex decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Helsinki, el objetivo de las entrevistas personales es descartar a personas que a pesar de ser brillantes a nivel académico no tienen el compromiso ni las cualidades humanas necesarias para dar clase.
El sistema
El sistema de educación finlandés tiene algunas diferencias con el uruguayo. En primer lugar, la educación es obligatoria a partir de los seis años. Aunque en los últimos tiempos han comenzado a darle más importancia a la educación en primera infancia, sigue siendo optativa y, por lo tanto, no es gratuita, aunque el Estado garantiza que todas las familias puedan acceder a este nivel de educación, que por el momento se mantiene en el ámbito privado. Los maestros que se desempeñan en estos centros deben tener un título de grado en educación y además una maestría en primera infancia.
La educación primaria tiene nueve grados, de los siete a los 15 años de edad, con un décimo grado opcional para aquellos estudiantes que no se sienten preparados para ingresar a secundaria. Durante los primeros seis años los niños tienen un solo maestro de clase, que avanza con ellos a medida que promueven; del séptimo al décimo año siguen en la misma escuela, pero empiezan a tener profesores por asignaturas. Además, cada escuela cuenta con maestros de educación especial, que ayudan al docente de aula con los niños que tengan alguna discapacidad, ya sea motriz o intelectual.
A los 15 años los adolescentes deben elegir qué seguir: la secundaria tradicional o la formación “vocacional” (el equivalente a la formación técnico-profesional uruguaya); ambas opciones duran tres años. Esa es la primera decisión que deben tomar, pero si se arrepienten del camino elegido pueden cambiarse de institución, sin tener que volver a comenzar el ciclo. Según datos oficiales, 50% de los jóvenes se inclinan por la enseñanza secundaria, 42% por la formación vocacional y el restante 8% elige otros caminos, como volcarse al campo laboral, en el que igual pueden revalidar saberes. En Uruguay, la amplia mayoría de estudiantes cursan secundaria, aunque en los últimos años, el crecimiento de la matrícula se dio en las UTU.
Los jóvenes pueden seguir su educación en universidades o en institutos politécnicos universitarios. Ambas instituciones ofrecen títulos de grado y de maestría en casi todas sus carreras. Para destacarse respecto de los demás colegas, los estudiantes avanzan hacia el doctorado o cursan nuevas maestrías; según supo la diaria luego de recorrer varias escuelas, la gran mayoría de docentes tienen entre dos y tres títulos de maestría.
Los maestros
Los maestros dan clase a chicos de entre siete y 13 años, y enseñan todas las áreas de la currícula básica (matemática, lengua y biología, entre otras). Para ejercer en una escuela deben haber obtenido el título de magíster en Ciencias de la Educación; si además tiene otra maestría en una materia específica, por ejemplo Química, podrá dar esa materia durante los últimos años de la escuela, donde ya están divididos por asignaturas.
A diferencia de lo que ocurre en Uruguay, las prácticas en la formación no llevan tanto tiempo. En el sistema nacional, los futuros maestros comienzan a trabajar en las escuelas como practicantes cuando cursan el segundo año de la carrera, al menos tres días a la semana, y aumenta la carga horaria en la escuela a medida que avanzan hacia el título, para llegar en el cuarto año a hacerse cargo de un grupo. En Finlandia los estudiantes de magisterio de primer año tienen tres semanas de práctica; en el segundo año son seis semanas y la carga horaria va en aumento hasta que en el último año son 20 semanas.
A pesar de que algunos profesores de formación docente aseguran que debería haber más horas de práctica en las escuelas, creen que la clave está en la formación teórica. Ser expertos en pedagogía y tener un amplio desarrollo en todas las áreas de conocimiento disciplinares es lo que hace que sean capaces de recibir el programa nacional y adaptarlo a las necesidades del grupo que tienen a cargo. Es en esa base sólida de conocimiento teórico que se basa la ministra de Educación de Finlandia, Sanni Grahn-Laasonen, para asegurar que todo el sistema confía en los docentes y por eso no son necesarias las inspecciones de ningún tipo.
Los profesores
Los profesores trabajan en una materia particular con adolescentes que tienen entre 13 y 19 años. Para poder entrar al campo laboral el docente debe tener un título de grado en la materia específica, por ejemplo, licenciado en matemática o en filosofía. Luego de completar los tres años del título de grado, puede elegir si hacer una maestría en enseñanza de la disciplina para ser docente o continuar profundizando sus conocimientos en el área científica.
Las prácticas pedagógicas comienzan cuando los estudiantes obtienen el título de grado. Para los finlandeses es esencial contar con profesionales que tengan una base sólida en el conocimiento de la materia, antes de que puedan empezar a enseñar. Docentes tutoras de futuros profesores en la Escuela Normal Viikki de la Universidad de Helsinki aseguraron a la diaria que es “impensable tratar de enseñar algo que todavía no se tiene del todo claro”, por eso alientan a la formación de base.
Las autoridades uruguayas parecen ir por otro camino. En el CFE se debaten los nuevos planes de estudio de todas las carreras y, a grandes rasgos, parecerían apuntar a fortalecer la formación en pedagogía y ciencias de la educación, lo que ha provocado algunas críticas a la interna.
El mayor consejo que los docentes tutores dan a sus estudiantes es realizar actividades de investigación. Para ellos es fundamental mantenerse al día con las innovaciones en el campo de la educación en general y de cada materia en particular, y agregaron que si el docente está fuertemente motivado por la asignatura que enseña lo podrá transmitir a sus estudiantes.