Diseñando el Cambio es un programa internacional que invita a docentes y estudiantes de enseñanza media, de formación docente y de otros ámbitos de la educación a realizar un proyecto bajo la metodología del pensamiento de diseño. Este sistema propone descubrir las necesidades de los centros de estudio e idear soluciones que incorporen las tecnologías. Uruguay participa por medio del Plan Ceibal desde 2013; este año, la sexta edición del programa cerrará las inscripciones el 15 de abril. Luego comenzará el trabajo, que se caracteriza por una apretada agenda; de hecho, los participantes tendrán que presentar su solución final en tres meses. La jefa de Formación de Ceibal, Martina Bailón, detalló a la diaria que la consigna de este año, “Tus ideas pueden mejorar el mundo. Hacelas andar”, apunta a ampliar las intervenciones de los estudiantes a los ámbitos comunitarios.

El pensamiento de diseño, una metodología que surgió en India, propone un proceso de cuatro fases: primero se trata de “sentir”, observar el entorno “en busca de situaciones que puedan mejorarse”; luego, “imaginar”, es decir, empezar a idear en equipo soluciones originales; después comienza el “hacer”, buscar la forma de realizar prototipos y acciones concretas sobre la base de la etapa anterior; la última fase es la de “compartir”, en la que los estudiantes deben comunicar a los demás el avance en su trabajo.

“En esta metodología es importante la cuestión de hacer prototipos, algo que no está demasiado instalado en el campo de la educación en Uruguay. Es muy importante tener la oportunidad de pensar un problema que se quiera resolver, idear posibles estrategias para solucionarlo, crear un prototipo rápidamente, de forma económica en términos de tiempo, trabajo y recursos, y luego comunicarlo”, afirmó Bailón. De todas formas, la jefa de Formación es cauta y aclaró que desde Ceibal no pretenden que los docentes entiendan este procedimiento como el único para la realización de proyectos, sino “que lo incorporen a su caja de herramientas”.

El lanzamiento será el 4 de mayo, y desde esa fecha los tiempos se aceleran. En esa jornada de cuatro horas, Diseñando el Campo presentará la metodología en un formato de taller para las 200 personas que se estima que se inscribirán este año; el objetivo es que los participantes “se vayan impregnados con la idea de conectar mucho con su creatividad”, comentó Bailón. Luego de ese encuentro inicial continúa un acompañamiento en la plataforma virtual Crea a lo largo de todo el proceso, y además el equipo de Ceibal visitará los liceos y escuelas técnicas durante la segunda etapa del proyecto, “para poder evaluar in situ los avances y ofrecerles algunas orientaciones para las etapas restantes”, explicó la jefa de Formación. En la jornada de cierre todos los equipos presentan sus avances.

Bailón hace un balance muy positivo de las últimas cinco ediciones. Destacó la organización de docentes y estudiantes para llevar a cabo actividades extracurriculares, algo que, según entiende, “no siempre es fácil de conseguir”. Asimismo, señaló la baja deserción a lo largo del proceso: “De los equipos que empiezan hay muy poquitos que no sostienen el trabajo” ni la alta reinscripción, ya que los docentes vuelven a participar aunque se hayan cambiado de institución, y se forman nuevos equipos con estudiantes que ya han pasado por la experiencia. Según datos de Ceibal, en los últimos cinco años 240 equipos formaron parte de Diseñando el Cambio, lo que significa que más de 900 docentes y 900 estudiantes lograron avanzar en proyectos que, con un impulso tecnológico, consiguieron cambiar de alguna manera su entorno educativo.

En el movimiento mundial llamado Design for Change participan, además de Uruguay, otros 53 países. Uruguay fue pionero en varios aspectos: por un lado, incorporó el aspecto tecnológico en las soluciones que debían encontrar los estudiantes; por otro, “fue el primero de este movimiento que se enfocó en la educación formal, porque era algo que en otros lugares se centraba más bien en ámbitos de educación no formal, y nosotros decidimos desde el principio trabajar con la ANEP [Administración Nacional de Educación Pública]”, destacó Bailón. De todas formas, este año han recibido consultas de espacios de educación no formal, por lo que están pensando en diversificar las opciones para participar, aseguró. Como antecedente mencionó que en 2017 participaron jóvenes del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (INISA) y del Centro de Capacitación de Producción (Cecap).

Siempre actuales

Las 43 soluciones que se presentaron en 2017 representan a 12 departamentos. A modo de ejemplo, entre las iniciativas está el equipo Grutalanders, del liceo 69 de Montevideo. Ellos notaron que “el bajo rendimiento y la deserción de los estudiantes era una consecuencia de los métodos tradicionales de enseñanza, que resultaban desmotivadores”, según la presentación de su proyecto. “Para mejorar el clima liceal e incentivar el estudio creamos carteles con mensajes motivadores sobre el valor de la enseñanza y la convivencia de valores morales. Para hacer la clase más interesante hablamos con los profesores para usar más la tecnología digital en clase, la plataforma CREA2, la Biblioteca Ceibal. También el trabajo colaborativo para integrar materias”, explican.

En Rocha actuaron los Notiliceales del liceo de Cebollatí, que identificaron que los alumnos de segundo año no contaban con “un léxico amplio que les permita expresarse de forma adecuada y comprender lo que leen o escuchan”. Para mejorar esto, idearon un blog en conjunto con los docentes de Idioma Español e informática, y ahora producen textos para su publicación.

Por su parte, los estudiantes del liceo 1 de Bella Unión, en Artigas, identificaron como problema que “las personas no toman conciencia del cuidado del medioambiente y eliminan la basura inadecuadamente”. Como estrategia de solución crearon, entre otras cosas, “un blog, de un canal de YouTube, un robot y un desafío para juntar basura de los salones de cada grupo del liceo”.