En Uruguay, en los últimos meses, la repetición ha estado presente en la opinión pública, particularmente desde que un juez intentó revocar la resolución de una maestra sobre el pasaje de grado de una niña de cuarto año de escuela. Más allá de la situación coyuntural, un grupo de investigación conformado por docentes que se desempeñan en la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) se planteó estudiar el tema a nivel de primaria, investigación para la que obtuvo financiamiento del Fondo Sectorial de Educación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), la ANEP y el Ministerio de Educación y Cultura. En el marco del proyecto, el sábado organizaron un conversatorio sobre el tema, en el que participaron autoridades, académicos y docentes.
Wilson Netto, presidente del Consejo Directivo Central de la ANEP, participó en el intercambio y a su turno citó el trabajo de John Hattie, en el que, mediante un índice, se dimensiona el impacto de distintas intervenciones didácticas. En dicho estudio, se muestra que la repetición de curso es el único mecanismo por el que los estudiantes desaprenden, o sea que provoca un impacto negativo en los aprendizajes. El jerarca afirmó que existen “todas la evidencias” para mostrar que hacer pasar a un estudiante nuevamente por el mismo grado “no es una herramienta que genere aprendizaje”.
Netto dio un paso más y reclamó la necesidad de concebir a la repetición como un tema político. Según su análisis, la educación es “lo único universal” que tienen a disposición los niños y adolescentes uruguayos, “y la educación para ellos y sus familias también es un mensaje del lugar que ocupan las instituciones en el marco de las oportunidades que tienen”. El jerarca llamó a la reflexión sobre “el tipo de sociedad que estamos construyendo” si un tercio de la población recibe como mensaje que “lo único universal” no es para ellos “y no les corresponde porque no tienen la condición de participar en ello”.
“¿Cómo podemos luego exigirle a ese porcentaje tan alto de ciudadanos que respeten las instituciones? ¿Cómo podemos exigirles que tengan autoestima y nos ayuden a desarrollar un modelo de sociedad diferente? ¿Cómo podemos aspirar a que se respeten a sí mismos y tengan capacidad de respeto hacia otros?”, se preguntó. Netto dijo estar convencido de que la repetición “es un tema de carácter político y tiene que ver con los espacios que la educación tiene para con la sociedad”. Para el jerarca, se debe “construir una sociedad diferente”, y la repetición de niños y jóvenes “incide y obtura la posibilidad de cambio de en la sociedad”. “No me refiero solamente a las capacidades o habilidades para el desarrollo en el mundo desde el punto de vista del trabajo y la integración, sino a la democracia y a su profundización”, puntualizó. En suma, manifestó que es necesario que los ciudadanos uruguayos tengan “respeto y cariño” hacia las instituciones y puedan verlas como contribución “a su desarrollo personal y colectivo”. “Pensar que la repetición es una herramienta pedagógica para mejorar la calidad de la educación nos pone en un brete de desarrollo. Tenemos que sacarlo de ese lugar y discutirlo como un tema político y del desarrollo social”, advirtió.
Con respecto a la discusión pedagógica que debe darse, Netto señaló que “para mejorar los aprendizajes, las personas tienen que estar en el centro de la institución educativa”, ya que de lo contrario “no hay posibilidad” de que ello ocurra. El jerarca aseguró que, en parte, las elevadas tasas de repetición en la educación media son explicadas porque hubo un aumento de la permanencia de los jóvenes en el sistema educativo. Sin embargo, señaló que la repetición “provoca la rápida desvinculación de los jóvenes del sistema”.
Formas de debatir
Para Pablo Cayota, que asistió en representación del Claeh –entidad capacitadora de los docentes cuyos proyectos de investigación fueron financiados por el fondo–, cuando se debate sobre repetición, en Uruguay se cae en “falacias de falsa oposición”. Por lo tanto, lamentó que se formen “bandos” entre posturas que no aceptan ningún argumento de la otra. Alex Mazzei, presidenta de la comisión directiva del Ineed, consideró que mientras que la repetición en primaria es un tema resuelto, en la educación media es necesario que más actores participen en el debate para atender la problemática. Para la jerarca, de cara a la discusión se vuelve fundamental la definición de perfiles de egreso de los estudiantes, algo en lo que ya avanzó primaria pero que en secundaria todavía se está trabajando.
Antonio Romano, director del departamento de Planificación Educativa de la ANEP, consideró que si bien se debe seguir discutiendo sobre repetición en términos pedagógicos, existe una dimensión política del tema que es más amplia. Para Romano, los números de repetición en secundaria son “el síntoma de un modelo que responde a otra época” del país. El director recordó que, en promedio, uno de cada cuatro estudiantes repite en los primeros años de liceo, mientras que en primaria la tasa más alta de repetición apenas alcanza 12%, número que se da en primer año. Según dijo, las diferencias responden a que ambas instituciones tienen “modelos distintos” y el problema en el liceo no está en la existencia de muchas materias sino en los regímenes de pasaje de grado.
Para el jerarca es necesario responder adecuadamente la pregunta sobre cuál es el problema de base que está detrás de la repetición. Según consideró, se debe tener claro que no hay una oposición entre repetición y aprendizaje, sino entre aprendizaje y no aprendizaje. Según Romano, ante este último en el sistema educativo aplica la repetición, algo que los docentes deben cuestionarse. En suma, pidió que no se apelara al argumento de que es bueno que un niño repita porque no está lo suficientemente maduro, porque ello implica desjerarquizar el propio rol docente, que debería ser quien intervenga para que los estudiantes logren los aprendizajes que se espera en cada nivel.
El director de Planificación Educativa aludió al reciente caso de judialización de un fallo docente de repetición y dijo que si bien está de acuerdo con que “la autoridad pedagógica para decidir” pertenece al docente, no está de acuerdo con que la autonomía docente se juegue únicamente en la decisión sobre el pasaje de grado. Además, planteó que en educación se debe “dar tiempo” a los niños y no presionarlos para que aprendan. Para Romano, en las instituciones educativas no se está tomando tiempo para discutir la forma en la que se trabaja, y consideró que allí sí se juega la autonomía de los docentes.
Posturas
Pablo López, docente de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República (Udelar), dijo estar en contra de la repetición, a la que considera un “mecanismo perimido” que no se discute mucho en otros países. Dijo que es necesario dar debates previos más generales sobre evaluación educativa que se deben superar para abordar la repetición. Por ejemplo, señaló la necesidad de salir de las lógicas que plantean que repetir implica desmejorar la calidad educativa, y también de las que sostienen que se toman medidas alternativas a la repetición porque “lo que importa es que los estudiantes sigan y no que aprendan”, o porque se busca mejorar indicadores. Agregó que existe evidencia de que un niño que repitió en primer año de escuela tiene más chances de volver a pasar por lo mismo en años posteriores, y también que quienes repiten en primero presentan condiciones desfavorables que van más allá de lo académico y que se originan en situaciones de desigualdad social. Para López es necesario debatir primero la función social de la educación y, en una segunda instancia, hacerlo sobre lo pedagógico. Además, lamentó que en Uruguay la discusión sobre un sistema de protección a la infancia no ocupe los primeros lugares de la agenda política.
Teresita Pérez, maestra e inspectora jubilada, manifestó que el criterio docente plantea que un niño no puede salir de primer año de escuela sin saber leer, escribir, sumar y restar, y admitió que la decisión sobre la repetición suele tomarse pensando principalmente en lo académico, y con poco diálogo con la familia. Entre algunos aspectos que inciden negativamente en los aprendizajes de los niños, Pérez nombró la existencia de un “sobreestímulo digital” que “genera hiperactividad”, y señaló que si bien es bueno trabajar con la tecnología, también se debe acudir más al libro-objeto para que “conquiste” al niño. En suma, la docente señaló que en los primeros años de la escuela se necesita más tiempo dentro del aula y menos actividades afuera. En relación a la repetición se mostró partidaria de “ir haciendo un giro hacia encontrar otros formatos escolares” antes que plantear el pasaje de grado automático.
Tránsitos
Maite Liz, también docente de la Facultad de Psicología de la Udelar e integrante de un grupo de investigación sobre primera infancia, nombró algunos cambios que se dan entre la la educación inicial y la escuela, que afectan el tránsito de los niños y podrían explicar el hecho de que las cifras más elevadas de repetición en primaria se den en el primer grado. En concreto, habló de cambios en la organización física del aula, lo que implica que se debe prestar más tiempo de atención al pizarrón; también nombró el hecho de que, a diferencia de en la educación inicial, en la escuela los aprendizajes se obtienen en forma más compartimentada y se les presta más atención a los aprendizajes académicos antes que a los lúdicos; además, se dan cambios en la forma de evaluación, por ejemplo, aparece el carné y con él la presencia de un adulto que por primera vez evalúa al niño, quien comienza a autodefinirse en función de la mirada del docente.
Desde el público llegaron varios aportes, como el de una maestra de una escuela del programa de Atención Prioritaria en Entornos con Dificultades Estructurales Relativas (Aprender), quien dijo que en su clase de primer año tiene a cuatro niños que no distinguen números de letras. Aseguró que esos niños no van a estar preparados para pasar de año y tampoco tienen apoyo familiar para poder hacer avances en sus hogares. Si bien dijo que diseña actividades para ellos que corresponderían a un nivel de tres años, señaló que es una realidad que la supera y pidió más herramientas para abordar una situación de ese tipo.
Un maestro planteó que muchas veces los docentes a cargo del primer año de escuela deciden no pasar de grado a algunos niños “porque se sabe qué va a pasar con ellos después”, en alusión a que no van a tener un acompañamiento adecuado y van a terminar fracasando. Por lo tanto, según evaluó, con el actual formato escolar dividido en grados, muchos maestros consideran que en esos casos es más seguro que el niño vuelva a pasar por el mismo curso. Por su parte, una docente de educación inicial planteó que algunos niños manifiestan graves problemas desde ese nivel, situación ante la que muchas maestras se sienten “perdidas y solas”. En respuesta, Romano planteó que ese sentimiento de soledad de los docentes muchas veces tiene que ver con la forma en que se organiza el trabajo en las instituciones, y llamó a buscar otras posibilidades en las que se den más acompañamiento y apoyo entre docentes.