Si bien el trabajo en duplas o tríos docentes no es nuevo, esa experiencia no era muy frecuente en la educación secundaria uruguaya. Si bien sigue sin ser una práctica masiva, desde 2016 el Consejo de Educación Secundaria (CES) la ha impulsado como parte de una renovación metodológica de las prácticas de enseñanza en los liceos. Ese impulso llevó a que muchos docentes se animaran a trabajar en un mismo salón con un profesor de otra asignatura, a veces por iniciativa propia y otras veces alentados por la dirección respectiva. Este último fue el caso de varios profesores del liceo 54, Arquitecto Juan Pablo Terra, ubicado en el Prado montevideano, que en una actividad realizada en La Casa de Alicia comentaron las fortalezas y dificultades del trabajo en duplas.

La directora del liceo, Rossana Mutarelli, recordó que la idea surgió cuando en el centro educativo se propusieron modificar los horarios de la semana para no tener clase los sábados, disposición que también había sido planteada desde el CES. En ese momento, más allá de la disposición administrativa, en el liceo comenzaron una indagatoria sobre las implicancias pedagógicas que tendría combinar en un aula a docentes de distintas asignaturas. En ese momento, encontraron investigaciones que planteaban que el trabajo en duplas había servido para combatir la desvinculación estudiantil, para atender de mejor forma las dificultades de aprendizaje y para mejorar la comunicación entre docentes, entre otros aspectos. Al mismo tiempo, en el liceo evaluaron que los docentes se beneficiarían al tener una menor cantidad de estudiantes por persona y que también serviría para aumentar la motivación, tanto de los profesores como de los estudiantes.

En suma, Mutarelli contó que también hicieron un diagnóstico del estado de situación de la educación secundaria, en la que existe un “diseño clasificatorio por asignatura” y los docentes recurren a tareas “memorísticas, repetitivas y rutinarias”. Además, tuvieron en cuenta las cifras de desvinculación y egreso del sistema, y valoraron que el trabajo en duplas podía contribuir a mejorarlas. Otro de los aspectos que se tuvieron en cuenta para su aplicación fue el hecho de que también serviría para lograr un mejor desarrollo profesional de los docentes. Para ello se intenta romper con las rutinas, se trabaja por proyectos y surgen temas nuevos para abordar en la clase, que pueden ser tratados desde la interdisciplina. Según la directora, es fundamental “ver a otro” y, por lo tanto, apreciar “otras formas” de trabajar en la docencia. De todas formas, admitió que ello también implica “exponerse” frente a pares, lo que muchas veces genera rechazo entre los profesores.

Mutarelli señaló que si bien para trabajar en la interdisciplina se requiere una fuerte formación disciplinar, al mismo tiempo es necesario “salir de la soberbia de que una sola asignatura puede abordar un problema complejo”.

A superar

La directora del liceo 54 también habló de que es necesario “derribar” una serie de “mitos” sobre el trabajo en duplas. Por ejemplo, sostuvo que no es verdad que bajo esa modalidad se dan la mitad de los temas del programa, y planteó que no debe hablarse de “dividir ni de restar”, sino que se trata de “pararse en otro paradigma, que les resulta más atractivo a los estudiantes”. Además, dijo que los profesores del liceo vivían las parejas pedagógicas como “un matrimonio” que se dedica a “procrear nuevos objetos de conocimiento”. En este sentido, señaló que en las duplas también se dan crisis y muchas veces ha tenido que disolver parejas porque no lograban compatibilizar. Al respecto, agregó que para el trabajo en duplas es necesario tener empatía y, por lo menos, “un mínimo de cosas compartidas” con el otro docente, más allá de las diferencias.

Según la directora, “no siempre que hay dos docentes en el aula hay una dupla”, y explicó que para que la haya debe existir planificación y responsabilidad conjunta de la clase. En suma, habló de la importancia de la evaluación y la autoevaluación de estas experiencias, aunque siempre sobre la base del respeto. “A veces cuesta mucho decirle a otro docente algo sobre su forma de dar clase”, reflexionó. Entre algunas dificultades para la implementación de las duplas, destacó que los educadores suelen trabajar en horas que no son remuneradas y que muchas veces “el programa de la asignatura se vive como culpa”, porque bajo esta modalidad no se sigue al pie de la letra. Además, mencionó el caso de la evaluación de los estudiantes, ya que los promedios siguen siendo por asignaturas individuales, y muchas materias combinan tiempo de trabajo en dupla con horas y actividades específicas de esa asignatura. Por ejemplo, ello lleva a que muchas veces un mismo estudiante tenga diferencias significativas de nota en las dos materias que componen la dupla.

Para Mutarelli, no se puede obligar a los docentes a que trabajen en pareja y es importante que puedan optar. No obstante, planteó que tener a profesores trabajando bajo distintas modalidades dificulta el plano organizativo del liceo y ha llevado a que en las elecciones de horas se aclare que en el centro “se aspira” al trabajo en duplas. Por ejemplo, dijo que los docentes que optan por hacerlo sólo están obligados a asistir a una reunión de coordinación al mes, y que el resto de las horas de coordinación las pueden usar libre y flexiblemente para planificar el trabajo de la dupla, y además deben entregarle un informe mensual de tareas. Por lo tanto, la directora señaló que para la implementación de este tipo de experiencias se requiere “confianza profesional plena” y una concepción de autonomía del trabajo docente. Al mismo tiempo, dijo que se requiere que los docentes estén abiertos a la intervención de sus colegas y que no lo vivan como “una invasión”. En suma, indicó que es importante contar con un equipo docente estable y comprometido con el liceo.

Si bien planteó que muchas veces se dice que bajo esta modalidad se cae en la “improvisación” como algo negativo, Mutarelli destacó el sentido creativo del término y señaló que “es normal que si se empieza una experiencia haya que innovar”.

Actualmente, en el liceo 54 se registran 22 experiencias de trabajo en parejas pedagógicas y todos los grupos trabajan al menos con una dupla de docentes. Más allá de que algunas parejas no han funcionado bien, los profesores que participaron en esa experiencia la evalúan positivamente, según un relevamiento que se hizo dentro del centro educativo.

En vínculo

En la actividad, realizada el lunes bajo la coordinación de la Inspección Regional Metropolitana I, también presentaron su trabajo dos duplas docentes del liceo. Gustavo Suárez, profesor de Educación Visual y Plástica, y Sophia Zunino, docente de Inglés, trabajan juntos basados en la metodología de Aprendizaje Basado en Proyectos. Por ejemplo, abordan temas como el cuidado ambiental, que está en el programa de Inglés, y en concreto, han trabajado en elaborar campañas destinadas a turistas de habla inglesa. Los docentes explicaron que parten del interés de los estudiantes y apuntan a resolver problemas reales, y de esa forma inician un proceso de desarrollo de habilidades en el que los alumnos son sus propios “gestores”, en un ambiente colaborativo. Finalmente, apelan a la elaboración de algún producto final que pueda lograr un impacto en el entorno cercano de los estudiantes o de la comunidad educativa. Los profesores señalaron que ellos buscan “elementos comunes para armar algo juntos” y lo hacen “con los programas y con una mirada flexible” sobre ellos. A la hora de evaluar, además de la clásica evaluación docente, también implementan mecanismos en que los estudiantes evalúan a sus pares y a ellos mismos. Además de los productos que van desarrollando en cada uno de los proyectos que se plantean, al final del año los estudiantes deben presentar un porfolio final del curso.

Otra de las duplas del liceo 54 es la que integran Ana Laura Tantardini, profesora de Inglés, y Virginia Antúnez, de Idioma Español. Las docentes señalaron que si bien en un principio les costó coordinar, luego desarrollaron “cierta telepatía” por la que las actividades se dan de forma “muy natural”. 2018 es el tercer año en el que trabajan juntas, y destacaron que no tienen que “recortar ni dividir” temas, y mediante distintas actividades promueven un análisis comparativo de ambas lenguas. Sus actividades se sustentan en que la lectura y la escritura son fundamentales para el aprendizaje; este año, por ejemplo, se sumaron al programa Joven Lector en inglés y prepararon presentaciones para actividades que el liceo organizó por el Día del Libro. Ambas trabajan en primer año y sostienen que en ese momento de la vida liceal los adolescentes se motivan con facilidad.