Cerca de 3.000 jóvenes de entre 14 y 20 años asisten a los 21 Centros Educativos de Capacitación y Producción (Cecap) que tiene el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) en distintos puntos del país. Los Cecap buscan ser una puerta de entrada a la educación para aquellos adolescentes que abandonaron el sistema formal, y articula con el Consejo de Educación Secundaria (CES) y la UTU la posibilidad de que los jóvenes vuelvan a estudiar. La propuesta es semestral, cambia los esquemas tradicionales de enseñanza en el aula e implica una cercanía entre los educadores y los estudiantes. Pero, por ser un espacio de educación no formal, no acredita saberes y sus estudiantes no cuentan con otros beneficios del sistema obligatorio, como los boletos gratuitos.

Distintas llegadas

En el Cecap de Las Piedras son 76 los adolescentes que están estudiando, 23 que por estos días arrancaron su segundo semestre. Sebastián, de 16 años, pensaba que tenía “edad suficiente como para estar en el liceo normal”, y por eso aceptó entrar al Cecap para terminar el ciclo básico. La articulación Cecap-CES implica que los estudiantes puedan terminar el ciclo básico en tres semestres, en una propuesta de jornada completa, de entre siete y ocho horas. En la mañana van al Cecap, almuerzan juntos y luego llegan al centro los docentes de secundaria, con las materias y evaluación diseñadas según una adaptación del Plan 2013. El educador referente del Cecap sigue con el grupo en la tarde, tiene una reunión semanal con los estudiantes y también participa de la coordinación semanal junto a los profesores del CES. El programa implica terminar el ciclo básico en los tres semestres, pero, si no termina los tres semestres, el estudiante no acredita ningún año de secundaria.

“Con estos compañeros voy a estar los tres años seguidos. Es más fácil para poder terminar. Un liceo o una UTU es mucho más complicado; tenés más materias, mucho más profesores, tenés que preocuparte por más cosas”, comentó Sebastián, quien asegura que terminará y evaluará si puede continuar con cuarto año de liceo; sino buscará trabajo. “Me gustaría hacer cocina o empezar una carrera de kick boxing, sino seguir estudiando, hasta ver a dónde llego”.

Lucía, del mismo grupo, cuenta que repitió dos años en el liceo, lo que se sumó a que se mudó a Canelón Chico y allí no le gustaron la UTU ni el liceo. “Conversé con mis papás y les dije que me quería anotar en el Cecap de Las Piedras. Vine, me hicieron una propuesta para hacer los tres años juntos, y acepté”.

La mayoría de los jóvenes cuentan historias de fracasos educativos. John, también de 16 años, dice que repitió varias veces en el liceo y en la UTU “por la conducta”. “A mí el Cecap me ha funcionado mejor, porque el año pasado en el liceo era un desastre, la conducta mía no cambiaba más, y acá me hizo cambiar”. Cuenta que los profesores del Cecap “te ayudan un montón, te hablan; no te suspenden como en el liceo”. Nicole, también de 16, dice que en el liceo no se sentía cómoda, y nota que en el Cecap –al que llegó porque su madre se enteró por internet–, “los profesores te ponen más atención. En el liceo es el trato con el grupo, acá le ponen más atención a cada adolescente según su personalidad”.

La propuesta Cecap

Isabel Alende, coordinadora nacional del Programa Nacional de Educación y Trabajo, en el que están enmarcados los Cecap, destacó como una de las características clave del programa la semestralidad, que permite captar jóvenes que se desvincularon hace poco del sistema, “y que el chiquilín rápidamente adquiera las habilidades, porque hasta hace poco estuvo en el sistema educativo”.

Es una propuesta de educación integral y se organiza en áreas. El área laboral, en la que la proyección que se maneja es “a un futuro próximo, no hablamos de proyecto de vida, porque trabajamos con adolescentes que necesitan proyectarse dentro de sus posibilidades reales”; un área artística (en Las Piedras se ofrece plástica y música, pero en otros Cecap hay canto, expresión corporal, teatro, entre otros talleres); un área de laboratorio tecnológico, en la que se introduce a la producción audiovisual o musical; un área de conocimientos básicos (matemática, cálculo, oralidad), en la que los estudiantes trabajan en el proyecto que propone el centro; un área de educación física y deportes; un área profesional, con talleres diversos como carpintería, áreas verdes y jardinería o gastronomía; y, finalmente, el área de referencia educativa, en la que los estudiantes y su educador conversan sobre aspectos grupales e individuales.

Muchos de los salones de clases son talleres; en el de Las Piedras hay uno de peluquería, otro de carpintería, otro de música y otro tecnológico, y en las aulas más regulares, la disposición es distinta a la tradicional: las sillas están organizadas alrededor de una mesa larga, donde entran todos los estudiantes.

Los boletos y la beca

Los Cecap son iniciativas del MEC en conjunto con socios territoriales, que aportan de distintas maneras. Las intendencias son los principales socios: la mayoría de las veces aportan el local para instalar el Cecap, pagan algunos impuestos y articulan con sus áreas de juventud o educación. En algunos casos, el almuerzo se acuerda con el Ministerio de Desarrollo Social, otras veces con las intendencias o con otras organizaciones sociales, y varía mucho por departamento si los Cecap logran que sus estudiantes tengan boletos gratuitos.

Según explicó Rosita Angelo, directora nacional de Educación, los boletos son gratuitos para los estudiantes del sistema educativo formal, por lo que los Cecap, por ser de educación no formal, no están incluidos. “Estamos trabajando con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas para lograr que, dentro de la normativa, en el decreto que rige para otorgar boletos a estudiantes se contemple a los Cecap”, indicó. El Consejo Directivo Central de la ANEP ya dio el aval, pero todavía se está trabajando entre ministerios.

Mientras eso no se resuelve, el MEC negocia con las intendencias la posibilidad de que se entreguen boleteras o se conceda alguna exoneración. La suerte es dispar: Montevideo resolvió hace unos meses comenzar a entregar boletos a los estudiantes de Cecap. “En otros casos es bastante laborioso, o directamente no contamos con el apoyo”, mencionó Angelo. Como alternativa, los coordinadores llegan a acuerdos con las empresas de transporte locales para que los estudiantes accedan al beneficio.

Los estudiantes de los Cecap reciben una beca especial, de ocho pagos anuales de 700 pesos, que se entiende como un apoyo para que no dejen de estudiar.

Además, es clave la figura del educador referente, quien está presente también en los planes de articulación con CES y UTU. Los educadores trabajan 30 horas, “llegan media hora antes que los chiquilines, se van media hora después; los conocen y los acompañan durante todos los semestres”. Para la coordinadora, el hecho de que los educadores tengan “importante autonomía” en el diseño de sus proyectos y en el trabajo con los estudiantes motiva que la pertenencia de los docentes sea “muy fuerte”. Los educadores tienen un contacto cercano con los alumnos y están pendientes de las faltas; si alguno comienza a ausentarse, se lo llama o se lo va a buscar para que regrese. Destacan la figura del educador desde que el adolescente se va a inscribir. “El que inscribe es un educador, que eso no es menor, porque la inscripción es un acto educativo. Y eso para estos gurises es como identitario, se acuerdan de quién lo inscribió, qué le dijo, qué le contó”, explica Alende.

Articulación

De los 2.900 estudiantes que van a los Cecap, unos 400 cursan el plan articulado con el CES y otros 550 el plan con la UTU, que se denomina “Redescubrir”. La propuesta de Redescubrir apunta a cursar los cuatro semestres de Cecap y un tercer año en la UTU; al terminarlo acreditan la educación media básica con un título de operario básico, igual que quienes egresan del plan Formación Profesional Básica trayecto 3, de la UTU.

Durante los dos primeros años cursan las materias del Cecap y cuatro de la UTU (inglés, representación técnica, idioma español y matemática), con docentes de la UTU que en el primer año van al centro; en segundo año cursan esas materias pero en la UTU. Los profesores de la UTU y del Cecap también se reúnen una vez por semana. “Lo pensamos como un andamio, una herramienta que ponés y vas sacando de a poco”, explica Alende.

El programa Redescubrir funciona en 16 Cecap, y este año la articulación CES-Cecap se extendió: en 2017 funcionaba sólo en Montevideo y Rivera y este año hay en ocho Cecap del país. En 2017, en Montevideo y Rivera cursaron 357 estudiantes, de los que 204 continúan en proceso y 52% acreditó el ciclo básico, por lo que 61% obtuvo resultados satisfactorios, menciona la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) en su rendición de cuentas 2017.

Acreditación

Son más de 1.700 los estudiantes de Cecap que, por no cursar las alternativas con el CES o UTU, al terminar los cuatro semestres reciben un certificado que, si bien tiene mucho valor para ellos y sus familias, no acredita ningún tipo de formación ni permite revalidar materias. “El gran desafío es que se pueda acreditar lo que se aprende en el Cecap, desde el punto de vista del trabajo y del estudio”, mencionó Alende.

El MEC se encuentra en conversaciones con ANEP por este tema: “Ambas partes acordamos que es importante avanzar; una parte tiene que ver con las propuestas que van a surgir a partir de una nueva currícula, más alineada con los logros de aprendizaje de la ANEP para la educación media”, señaló Rosita Angelo, directora nacional de Educación. Los referentes de los Cecap están trabajando en una evaluación y ajuste de su propuesta curricular, y se estima que se aprobará durante 2019. Según la jerarca, es necesario “reconocer que Cecap tiene un formato diferente, que hay jóvenes que optan por ese formato, tratar en lo posible de mantener los espacios de articulación, que permiten avanzar en las trayectorias y lograr que los que puedan se sumen a los ciclos obligatorios; y para aquellos que no siguen, que eso pueda ser reconocido a través de un dispositivo especifico”.