Distintos enfoques en educación apuntan a la importancia que cumplen los directores de los centros educativos en el desarrollo de proyectos pedagógicos, en la habilitación para el trabajo en conjunto entre docentes y en la experimentación con nuevas prácticas educativas. Sabiendo que para lograr esto los directivos requieren formación permanente, un grupo de directores y subdirectores de liceos públicos de Montevideo se propuso formar la Asociación de Directivos de la Educación Secundaria Pública del Uruguay (Adiespu) y lo lograron, en julio de este año.
Virginia Piedra Cueva, directora del liceo 56 del Prado, y Marianella Furtado, subdirectora del liceo 47 de La Teja, son la presidenta y la vicepresidenta de la asociación, que ya tiene más de 50 socios, directivos de liceos públicos de todo el país. Por lo que pudieron investigar, la asociación tiene un solo antecedente, de 1999, cuando se conformó una asociación similar de la que no quedaron registros de actividades.
“Creemos que está muy naturalizado que un director es como un docente más que ocupa un lugar jerárquico. Por años ha sido así, y de hecho para ser director basta con haber sido docente ocho años y hacer un pequeño curso. Se da por sobreentendido que si fuiste un buen docente podés ser un buen director, y que no hay que tener capacidades desarrolladas para ese rol, que es tan específico y tan distinto del de la docencia”, opina Piedra Cueva. La docente añade que los directores requieren “formación permanente”. “Por mejor que hubiese sido la formación inicial, hoy el mundo está cambiando muy rápidamente, y los centros educativos son muy complejos; la sociedad de alguna manera penetra en los centros educativos con sus violencias, con sus discriminaciones, con sus conflictos, con todas las problemáticas”. La formación también se vuelve clave para aquellos docentes que asumen un cargo de dirección por lo que se conoce como “artículo 20”, cuando un cargo queda vacante y no se logra cubrir con quienes tuvieron el curso de dirección.
Ambas directivas aclaran que la asociación no busca ser una agrupación gremial, y que sus planteos no implican reivindicaciones laborales. Entre sus fines, la Adiespu se propone nuclear a los directivos de la enseñanza secundaria pública de todo el país, contribuir al desarrollo profesional por medio de la formación permanente en gestión y liderazgo educativo, fomentar la producción de conocimientos a partir de la investigación por parte de los actores educativos, su publicación y su difusión, y promover intercambio de conocimientos y experiencias a nivel nacional e internacional, con diversas organizaciones e instituciones.
Como asociación buscan tener una voz y ser interlocutores de los organismos de gobierno de la enseñanza como “cuerpo profesional”. “Los directivos tenemos una perspectiva diferente que los docentes, hay una especificidad en la tarea”, afirman ambas. Ya se han presentado ante el Consejo de Educación Secundaria y también ante el Consejo de Formación en Educación.
Si bien los socios sólo pueden ser los directivos de liceos públicos, las jornadas de capacitación y actividades previstas están abiertas a todos los directores que deseen participar, sean de primaria, UTU o centros privados, incluso a los docentes que se planteen ocupar ese rol en el futuro. De hecho, el 11 de noviembre la Adiespu tuvo su primera jornada de capacitación, centrada en dos temas: liderazgo y aprendizaje en centros educativos, y evaluación del desempeño docente. Ambos temas fueron los más requeridos por los integrantes de la asociación, que fueron consultados mediante una encuesta.
Liderazgo educativo
“Cada centro educativo es diferente según el contexto y sus integrantes, y constituye una organización que como un todo puede aprender; no es algo estático, es algo que desarrolla una cultura. Si se promueve el aprendizaje, la reflexión sobre las prácticas, sobre lo que se hace, el intercambio entre los saberes de unos y de otros, entre roles, toda esa interacción produce conocimiento”, explica Piedra Cueva sobre la importancia del rol del directivo que, apunta, no tiene que ser “el líder”. “Es una persona que fomenta diversos liderazgos, porque en esa heterogeneidad de actores educativos hay personas que son más innovadoras, que se animan más a experimentar, algunos tienen mayor formación, de repente han hecho posgrados o cursos. No es que haya un líder, una persona que dirija en forma vertical, sino que funciona como una red, habilitando el trabajo en equipos”, explica, en base a la charla que dio María Inés Vázquez (“Liderazgo y aprendizaje desde la perspectiva organizacional en los centros educativos”) en la jornada formativa.
Para la directora del liceo 56, el rol de los directivos debería estar centrado en el liderazgo pedagógico, “en promover que ocurran cosas a nivel pedagógico para que los aprendizajes sean mejores, para que la educación sea inclusiva y contemple las distintas formas de aprender, las distintas necesidades de los chiquilines. Pero eso no es a lo que dedicamos ni 70% ni 60% del tiempo; nosotros tenemos que resolver y supervisar en todo lo administrativo, lo edilicio, la higiene. La dirección es responsable de todo”.
A estas tareas se suma la demanda que genera el propio hecho educativo y la diversidad de adolescentes que conviven en los liceos: “Los adolescentes muchas veces tienen una gran ausencia de referentes adultos, entonces hay permanentemente emergentes, conflictos, chiquilines con angustias, con situaciones familiares complejas que se expresan en el centro educativo. Nosotros somos como magos para contemplar, estar, acompañar procesos, formar equipos con adscriptos, con psicólogos o con asistentes sociales si hay en la institución, para trabajar con las familias”.
Para lograr esto, las docentes identifican una dificultad clara: la movilidad de los profesores entre los liceos. “Lo ideal es que el proyecto pedagógico de un centro sea construido colectivamente. La realidad hace que eso sea muy complejo de lograr, porque los docentes trabajan en varios centros educativos, algunos tienen horas de coordinación y otros no tienen, o tienen dos horas para coordinar con otros”, señala. No obstante, ambas coinciden en que cuando los docentes trabajan juntos se logran mejores resultados: “Hay muchos ejemplos de que los docentes se están animando a trabajar con el otro, a no aislarse, sino a trabajar con otro y construir con otro, y eso da resultados estupendos”, asegura Furtado. “Hoy un docente solo en el aula no alcanza. Hoy tenemos que intervenir como equipos, porque los 30 chiquilines que están en un salón son súper diversos, súper inquietos, están hiperestimulados, viven en un mundo paralelo virtual, y un docente sólo muy difícilmente pueda lograr llevar adelante un proyecto pedagógico. Es interesantísimo cuando nos unimos docentes, se hacen trabajo en duplas, en proyectos, y los proyectos suelen involucrar a varias disciplinas”, destaca Piedra Cueva.
Compartir experiencias
Además de las jornadas formativas, uno de los objetivos de Adiespu para 2020 es organizar un congreso nacional de directivos de todos los subsistemas, en el que compartir experiencias de directores del área pública como privada. En la sala de directores de Montevideo Oeste, que tanto Piedra Cueva como Furtado integran, este año los inspectores invitaron también a directores de liceos privados, y la experiencia, dicen ambas, “fue riquísima”. “Hoy se tiende a darles mucho valor a los conocimientos que se adquieren por medio de las propias prácticas; no se viene desde la academia a dar cátedra a los directores o docentes, sino que desde la academia se procura acompañar metodológicamente para que los propios actores investiguen y generen conocimiento”, señala Piedra Cueva. Si bien este año les llevó mucho tiempo la fundación y la administración inicial de la asociación, en la primera jornada formativa notaron “mucho interés y entusiasmo” en quienes participaron, por lo que uno de los equipos de trabajo de Adiespu ya comenzó a planificar el congreso de 2020.