A diferencia de lo que pasa en muchos liceos del país, en el liceo 1 de Carmelo, Colonia, no hay muchos estudiantes migrantes; sin embargo, sí son varios los adolescentes uruguayos que tienen padres extranjeros y son muchos más los que tienen abuelos que llegaron a Uruguay desde otras partes del mundo. Con eso en la mira, el director del liceo, José Luis Pittamiglio, les propuso a los docentes que este año trabajaran con el eje temático migración; los resultados fueron mucho mejores que sus expectativas, según contó a la diaria. El tema se disparó en direcciones muy diferentes y casi todos los docentes se involucraron con distintas propuestas. Más allá de despertar el interés en profesores y estudiantes, este tema logró algo “más importante”: “trabajar en la educación en valores; es fundamental que los chiquilines entiendan lo que es la migración”.

El tema surgió con dos puntas. Por un lado, la ciudad coloniense fue fundada por personas de distintas partes del mundo: “Cuando en Carmelo hablás de inmigrantes, lo primero que la gente piensa es en los fundadores de la ciudad, porque hubo muchas colonias, principalmente de italianos y españoles, pero también de vascos y montenegrinos que son los que poblaron primero la zona”, explicó Pittamiglio. Por otra parte, la reciente ola migratoria también llegó a Carmelo, por lo que muchos vecinos podían brindar testimonio de primera mano sobre el tema.

Fueron muchas las actividades que se sucedieron a lo largo del año. Algunos docentes trabajaron la migración desde su aspecto histórico y con los adolescentes visitaron varios puntos significativos, como viñedos y bodegas, que se instalaron en Carmelo de la mano de emigrantes italianos y vascos; otros grupos recorrieron el cerro de la ciudad, donde trabajaron los últimos picadores de piedra, que llegaron desde España.

También se trabajó con testimonios actuales: hay varios chiquilines cuyos padres y abuelos provienen de distintos países que fueron a visitar el liceo. Además, extendieron la investigación y se sorprendieron: encontraron que una pareja de Ucrania vivía en la ciudad y un uruguayo que hace años vive en la isla Bonaire estaba de visita con toda su familia caribeña. Todos fueron a charlar al liceo para intercambiar experiencias con los adolescentes.

Otra de las puntas en las que derivó este eje fue la de los indígenas. “Estaba la idea de que todos descendían de italianos o españoles, pero con una profesora de Historia empezaron a trabajar el tema de la descendencia indígena. Un grupo de estudiantes se puso en contacto con el grupo de descendientes de charrúas, hicieron un video, estudiaron, trabajaron bastante en su intento de poner el tema encima de la mesa”.

Enseñanzas

Los profesores de Matemática trabajaron el tema a partir de encuestas y estadísticas, los de Español crearon un recetario con cocina internacional, los de Educación Musical y Sonora exploraron la música de distintos países; cada docente encontró la forma de incorporar el tema a la currícula habitual. “El objetivo era presentar un tema amplio para que cada profesor, en el momento del año que quisiera, de la forma que quisiera, pudiera trabajarlo; así fue que llegamos a que todos los chiquilines pasaran con alguna actividad por este tema”, comentó el director.

Tanta fue la producción de los estudiantes, que decidieron abrir las puertas del liceo a la comunidad. Se hizo un festival gastronómico con recetas de todas las nacionalidades que habitan o estuvieron en Carmelo, los padres y abuelos entraron al liceo a cocinar con los adolescentes y la comunidad pudo disfrutar de actividades que salieron del centro, como un festival de música y un concurso de bailes internacionales. Pittamiglio destacó: “Estamos acostumbrados a que vengan los padres cuando se portaron mal; esta vez lo que estuvo interesante fue que toda la movida que se armó logró acercar a un montón de gente que antes no venía”.

Las actividades también promovieron mayor integración entre los estudiantes. “No es lo mismo una clase de 40 minutos con un profesor en el salón que esa misma actividad pero en una visita en la Casa de la Cultura o a una bodega. Cuando sacamos a los chiquilines del medio en el que se mueven habitualmente ya empezamos a agregarle un plus, les llegamos a distintos chiquilines”, destacó el director, y agregó que el hecho de hacerlo transversal a todo el liceo provocó un impacto mayor: “Cuando un solo docente hace una actividad puntual llega a pocos, mientras que cuando se organiza una movida como esta encontramos cosas distintas”.

Uno de los puntos más significativos que se trabajó fue la educación en valores. Pittamiglio subrayó: “Nos interesaba mucho trabajar sobre los valores. Queríamos que los chicos sepan respetar la diferencia, que entendieran que ese inmigrante está viviendo una situación que muchos uruguayos en otro momento también vivieron o como la que pasaron aquellos que llegaron de España y de Italia. Entender esa situación de por momentos no saber dónde estás parado, no tener ninguna referencia cultural inmediata; tratamos, a lo largo del año, de que los chicos entendieran eso tanto en la parte histórica como en lo actual: comprender al otro y saber que tiene los mismos derechos que todos nosotros”.