La llegada de la obra La cueva de los monstruos a la escuela 38 de Tarariras, Colonia, disparó una serie de acciones que ninguno de los involucrados tenía en mente. María José Pagalday, directora de la escuela 38, conoció a Graciela Rodríguez, la directora de Espacio Candi, que organiza la gira de la obra de teatro, en marzo, cuando se comunicó con ella para coordinar la llegada del espectáculo a la escuela. Unos días antes de la función, el periodista Nicolás Falcón, que es usuario de silla de ruedas, la psicopedagoga Luciana Aresche y el coordinador de la gira de la obra, Martín Maguna, llegaron a la escuela a proponer un taller sobre accesibilidad y barreras, a realizar con los grupos de quinto y sexto año. Luego llegaría al cine Rex de Tarariras La cueva de los monstruos, una obra de teatro que cuenta una historia de aventuras protagonizada por una persona sorda, una ciega, una usuaria de silla de ruedas, otra con diagnóstico de Asperger y otra que no tiene discapacidad, a quienes algunos monstruos les roban sus objetos más preciados.
La idea
La obra permite trabajar sobre temas como accesibilidad y discapacidad, y apunta a denunciar los entornos que generan barreras, por lo que fue el puntapié para que, en conjunto con las maestras, los niños empezaran a buscar qué cosas no son accesibles a su alrededor. “Primero buscaron en la propia escuela, viendo qué cosas eran accesibles y cuáles no”, contó la directora a la diaria. También observaron los recorridos previstos en la escuela y a qué lugares no podrían llegar las personas que, por ejemplo, utilizan silla de ruedas o bastones.
Después el mapeo trascendió las fronteras de la escuela, y los niños salieron a las calles de la ciudad. “Las veredas, la Escuela del Hogar, que tampoco es accesible, cómo llegar a las plazas; detectaron cuáles eran los problemas y plantearon posibles soluciones”, contó la directora. A mitad de año la ciudad de Tarariras cumplió 100 años, por lo que la Junta Departamental de Colonia sesionó en el Rex y se invitó a varias delegaciones a hacer planteos. Los escolares trabajaron en un proyecto para plantear a los ediles, y presentaron una propuesta para que las calles y veredas de la ciudad fuesen accesibles, para establecer en la normativa que los comercios tengan rampas, que en la ciudad se instalen señales sonoras, que haya baños en los espacios públicos y que haya juegos inclusivos, “porque no hay ni uno”, concluyó la maestra.
Según Pagalday, “gracias a la obra hay un antes y un después, tanto en los docentes como en los niños: ellos ven algo que no es accesible y ya lo están cuestionando”, comentó. Si bien en la escuela hay ahora y hubo antes niños usuarios de silla de ruedas, la directora comentó que cuando se hizo la sala de lectura “ninguna de las maestras pensamos que eso no quedó accesible; no pensamos en todos”.
Una de las cosas a las que los motivó la obra fue querer aprender Lengua de Señas Uruguaya (LSU), para lo que la directora contrató a una maestra que iba desde Juan Lacaze para enseñarles a los niños de quinto y sexto. “Después los grandes les enseñaron a los chicos”, contó Pagalday, y en la Fiesta de la Primavera de la ciudad toda la escuela terminó cantando el himno de Tarariras en LSU. La cuestión de la accesibilidad quedó tan marcada en los niños que en otra oportunidad, a raíz de un trabajo sobre estereotipos para el que tenían que hacer videos cortos, los estudiantes plantearon hacerles subtitulado y traducción en LSU.
El diseño
Después de la presentación del proyecto por la accesibilidad en Tarariras, la directora de la escuela envió a Espacio Candi lo que habían elaborado los alumnos, y desde la institución se pusieron en contacto con Virginia Piñeiro, que además de ser tallerista del espacio es una de los docentes de la materia Diseño, Discapacidad e Inclusión de la Escuela Universitaria Centro de Diseño de la Universidad de la República, junto con Lucía Arobba y Pablo D’Angelo. La asignatura la cursan estudiantes de tercer y cuarto año de la Licenciatura en Diseño Industrial, y decidieron que el curso fuera en torno a los juegos e itinerarios accesibles para la escuela 38. “En el curso trabajamos la accesibilidad de diferentes formas. Este año tomamos la escuela como eje: el curso se dividió en tres grupos, uno hizo juegos para niños de siete años y más, otro para los más chicos y el tercero hizo propuestas de itinerarios accesibles, tomando en cuenta los desniveles”, explicó Piñeiro.
La tarea implicó viajar a Tarariras para conocer la escuela y los proyectos de los niños, pero también investigar en torno a los juegos accesibles, para lo que visitaron el Parque de la Amistad, en Montevideo. La entrega final, en donde los grupos debían presentar las maquetas y sus correspondientes fichas técnicas, fue ante los docentes pero también, mediante videollamada, ante los estudiantes de la escuela 38. “Más que presentarnos a nosotros les presentaron a ellos, que les re gustó y aplaudían”, contó la docente.
La realización
Con los diseños aprobados por los niños, los estudiantes de Diseño se reunieron con Jaime Saavedra, responsable de la Dirección Nacional del Liberado (Dinali). Le mostraron los proyectos, en madera y hierro principalmente, con la intención de que en el Centro Comunitario de Integración Social las personas liberadas del sistema penitenciario pudieran construirlos. En noviembre la Dinali inauguró el área de capacitación en un viejo galpón de los talleres del Ministerio del Interior en el Prado, que tendrá un espacio para distintos emprendimientos y talleres. Saavedra estimó que allí se podrá hacer los juegos con destino a la escuela 38: “Las actividades con escuelas y de apoyo a la comunidad son experiencias alucinantes que nos interesa cultivar”, aseguró.
La obra más vista
El domingo se entregaron los premios Florencio, de la Asociación de Críticos Teatrales del Uruguay (ACTU), y en la ceremonia se reconoció a La cueva de los monstruos por “su aporte a la inclusión”. La obra, además de poner sobre la mesa el tema discapacidad y accesibilidad, hizo durante 2019 la gira Una vuelta por nuestros derechos, presentándose en decenas de ciudades y localidades del interior y convocando a miles de niños de escuelas comunes y especiales. Se presentó en teatros accesibles (o se colaboró para que lo fueran) y contó con intérprete de Lengua de Señas. Además, desde ACTU se aseguró que La cueva de los monstruos fue la obra más vista del teatro uruguayo, llegando a más de 9.600 personas en la gira, en su mayoría niños y adolescentes.