La forma en que la Universidad de la República (Udelar) colabora con las tareas de cuidado de sus docentes, funcionarios y estudiantes no está entre los fuertes de la institución. De ello también es consciente su rector, Rodrigo Arim, quien entiende que el Servicio Central de Bienestar Universitario (SCBU) debería tener un papel protagónico al respecto. Según dijo a la diaria, “la Udelar tiene en el SCBU un mecanismo de provisión de un conjunto de políticas que intentan sostener el bienestar de funcionarios, docentes y estudiantes, de muy larga data y con una tradición marcada”. Sin embargo, señaló que la forma en que se provee el bienestar a los universitarios “no se ha reconfigurado en función de las necesidades de la Udelar y de la sociedad de hoy”. “Seguimos teniendo un conjunto de prestaciones que, desde el punto de vista de sus características, no tiene muchas variantes con respecto a lo que teníamos 20 años atrás, e incluso antes de la dictadura”, agregó el rector.

Arim señaló que, más allá de que en los últimos años la matrícula estudiantil y el plantel de funcionarios y docentes han aumentado –la institución cuenta con 120.000 estudiantes y casi 20.000 funcionarios, entre docentes y no docentes–, “el tema de los cuidados en particular no se ha incorporado sistemáticamente, más allá de que haya algún instrumento puntual”. Para el rector, el tema “tiene que estar incorporado en la matriz de políticas de la propia Universidad” y “ser un componente de bienestar universitario”, más allá de que en su momento se deberá discutir la forma de instrumentación.

Respecto de las experiencias para atender el cuidado de los hijos de universitarios que empiezan a aparecer en algunas facultades, el rector mencionó los proyectos de jardines en las facultades de Ciencias y de Química, pero comentó que también Psicología “tiene algunos mecanismos de provisión de cuidados durante el período estival”. También hay experiencias en el interior que ya están en marcha, como el jardín Lanita, gestionado por docentes de la Estación Experimental Mario A Cassinoni (EEMAC) en Paysandú. Arim consideró que esta experiencia es particularmente simbólica, ya que surge de los propios docentes que se radicaron en Paysandú en el marco del proceso de descentralización de la Udelar, por lo que perdieron lazos familiares que podían colaborar con ellos en las tareas de cuidados de sus hijos. Precisamente, a raíz del desarrollo de la Udelar en el interior en los últimos años, Arim entiende que las actividades del SCBU no pueden estar centralizadas casi totalmente en Montevideo.

A la práctica

El rector considera que se requiere “mucho más apoyo institucional”, lo que “no quiere decir que los cuerpos de docentes, funcionarios y estudiantes no tengan que estar involucrados” en la gestión de las experiencias. En ese sentido, valoró que la Udelar debe “tener una agenda muy clara” al respecto e “identificar cuáles son los caminos” para brindar soluciones. El jerarca sostuvo que tener una adecuada política de cuidados “mejora las condiciones de estudio de las madres y padres, además de las condiciones de trabajo, y contribuye al desarrollo de la carrera docente y funcional”. Además, el tema de los cuidados tiene un fuerte componente de género, ya que es una tarea que mayormente recae en las mujeres, que, en el caso de quienes trabajan en la academia, tienen mayores dificultades para desarrollar sus carreras cuando tienen hijos.

Desglose

En el rubro salarios, los laudos en la educación inicial marcan que, por hora semanal mensual, como mínimo una maestra especializada gane 667,76 pesos; una maestra común, 636,01 pesos; y el auxiliar del grupo o de bebés deba ganar como mínimo 488,94 pesos. Actualmente, a partir de los requerimientos para su funcionamiento, el jardín Lanita tiene contratadas a una auxiliar por ocho horas diarias, a una maestra directora que está cuatro horas por día y una maestra que está las otras cuatro horas, a contraturno con la directora. En cuanto a los niños que concurren este año, se trata de cuatro bebés que están ocho horas diarias en el jardín y tres niños de tres años que están solamente cuatro horas, en las tardes, más allá de que en el correr del año puede anotarse alguno más. De todas formas, Randall señaló que en el centro tratan de pagar sueldos por encima del laudo, ya que, de lo contrario, los salarios de las trabajadoras serían muy bajos. Además, el jardín compra materiales, que el año pasado rondaron los 15.000 pesos para 12 niños, y se hace cargo de costos de administración, que “difícilmente bajan de 2.000 pesos por mes”, detalló Randall. A ello se suma el costo de las meriendas y el agua, que asciende a unos 60.000 pesos anuales.

Según el rector, la Udelar tiene que dar una respuesta a los cuidados de estudiantes, docentes y funcionarios pero no debería hacerlo sola, sino “en articulación con las políticas nacionales y con otros actores institucionales”. Al respecto, dijo que, por ejemplo, se puede “construir sistemas de cuidados en los que participen otras instancias de la educación pública”.

El jerarca adelantó que este tema debería incluirse en el próximo pedido presupuestal de la Udelar, en el marco de una discusión de los “requerimientos para un buen funcionamiento y el cumplimiento de las funciones universitarias”, pero al mismo tiempo “construir alianzas externas que le den sustentabilidad”. Por ejemplo, el rector nombró a las políticas públicas para el desarrollo del Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC), pero también se mostró abierto a dialogar y con otros actores para “formar redes de cuidados de calidad que funcionen de forma adecuada”. Si bien consideró que la Udelar debería tener programas conjuntos con otras instituciones públicas, admitió que “esto es complejo por la forma en que se arma el presupuesto en Uruguay”.

Toma cuerpo

Más allá del rectorado, el tema de los cuidados está cada vez más presente en la agenda de los gremios de trabajadores de la Universidad. En el caso de la Asociación de Docentes de la Udelar (ADUR), en la segunda mitad de 2018 se formó una comisión de cuidados a la que próximamente se incorporará la Red de Género de la institución. María Schmukler, una de las integrantes de la comisión, contó a la diaria que, en un principio, la conformación del espacio tuvo que ver con la inquietud de construir un espacio de cuidados para los hijos de los docentes universitarios, que luego se amplió también a funcionarios y estudiantes. Además, en el momento inicial el trabajo se enfocó en pensar soluciones para el cuidado de niños de entre tres meses y dos años, antes de que puedan acceder a centros de educación públicos –a los tres años–. Según contó la docente, con el correr de los meses empezaron a pensar los cuidados “en un sentido más amplio”. Por ejemplo, han abordado los roles de género en relación con el tema y también se propusieron que la participación en la comisión no quede únicamente a cargo de mujeres.

En suma, Schmukler contó que han apuntado a pensar los cuidados más allá de la infancia y, por ejemplo, han pensado en cómo contemplar a docentes, estudiantes y funcionarios que se encuentran en una situación que implica cuidados de por vida, como ocurre con las personas con problemas cognitivos o discapacidad física. La docente señaló que la comisión también apunta a incidir en la generación de políticas a nivel institucional de la Udelar, por ejemplo, en “la forma en que se evalúa a los y las docentes que tienen hijos o una necesidad de cuidados diferente de la que tienen otros”. Además, señaló que si bien la Agremiación Federal de Funcionarios de la Udelar también ha trabajado en el tema, hasta el momento los gremios no habían coordinado y ahora esperan empezar a hacerlo, no sólo para la generación de espacios de cuidados sino también para intercambiar en torno a la temática.

Apoyos institucionales

Schmukler contó que para la comisión el jardín instalado por docentes de la EEMAC “es un modelo de cómo pensar un espacio de cuidados”, más allá de que no funciona a nivel gremial sino como un ámbito autogestionado por los trabajadores. La docente señaló que desde la comisión de ADUR pretenden discutir si las experiencias de este tipo deberían armarse con presupuesto universitario o de otros organismos, como el SNIC, y también en qué medida debería involucrarse el gremio docente.

Precisamente, el financiamiento es uno de los aspectos que preocupan especialmente a los padres que gestionan el jardín Lanita en Paysandú, quienes reclaman mayor apoyo institucional que el que ya reciben para el funcionamiento cotidiano del centro. La Udelar cedió en su momento el predio para el jardín y financió parte de su mobiliario mediante un llamado concursable interno, y ahora la Facultad de Agronomía paga la luz y el agua del local, mientras que ADUR financia la contratación de una auxiliar de primera infancia. Según dijo semanas atrás a la diaria Lía Randall, una de las docentes de la EEMAC que gestiona el jardín, la mayor parte del sustento del centro proviene de las cuotas mensuales que pagan los padres, lo que hace que sus montos sean elevados. Además, a raíz de los términos en los que el predio fue cedido por la institución a una asociación sin fines de lucro formada por los docentes, el centro puede recibir únicamente a hijos de trabajadores de la Udelar, lo que también limita las posibilidades de crecimiento.

Randall, quien también integra la comisión de cuidados de ADUR, dijo que aunque el jardín cuenta solamente con siete niños inscriptos, debe cumplir con los requisitos que establece el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) para los centros de primera infancia en cuanto a la cantidad de maestros por niño (ver “A cumplir”). Por lo tanto, la docente señaló que desde la asociación civil prevén que este año mantener el jardín cueste en el entorno de 1.130.000 pesos (ver “Desglose”), sin contar posibles imprevistos. Según detalló la docente, el hecho de no contar con otros apoyos institucionales para cubrir estos costos hace que el emprendimiento sea “caro y exigente” y que sea “difícil llevarlo a cabo, y mucho más difícil hacerlo accesible a todas y todos”.

A cumplir

Entre otros aspectos, el Consejo Coordinador de la Educación en la Primera Infancia del MEC establece que para niños menores de un año los jardines deben contar con una persona adulta cada tres niños; para los bebés de un año, con un adulto cada cinco niños; en el caso de los niños de dos años debe haber una persona adulta cada siete niños; por su parte, para grupos de tres años es necesario que haya un adulto cada 15 niños; y en el caso de niños de cuatro y cinco años se debe contar con una persona adulta cada 20 niños. En todos los casos debe haber una segunda persona adulta presente en el centro, aunque no esté a cargo de los niños. Además, todos los centros de educación inicial deben contar con un director responsable.

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