En el Centro Agustín Ferreiro, ubicado en Canelones, está la primera aula sustentable del país, que consiste en un domo geodésico de siete metros de diámetro, con 40 metros cuadrados. La estructura está pensada para trabajar los principios de la sustentabilidad, como la recolección y el tratamiento del agua, la producción de alimentos, la generación de energía, el acondicionamiento térmico y la reutilización de materiales. Está disponible para las visitas de docentes y estudiantes de primaria, así como de estudiantes terciarios vinculados a la educación y al medioambiente. La iniciativa es impulsada por la organización Tagma, que lidera el proyecto de la escuela sustentable de Jaureguiberry, junto con DirecTV, por intermedio de su programa Escuela+, que hace especial foco en la ruralidad. La visita al aula ya es una instancia de aprendizaje de por sí, pero desde la dirección del proyecto se decidió incorporar varios dispositivos dentro del domo que funcionen como herramientas para reflexionar sobre la educación ambiental.
Martín Espósito, director del programa Una Escuela Sustentable de Tagma, dijo a la diaria que “ya hay una base de contenidos para trabajar, pero todavía se siguen creando nuevos”. Entre lo que ya se puede usar en el aula, Espósito destacó “una serie de experimentos que se pueden hacer utilizando el calefactor solar, el sistema de hidroponía, las muestras de tierra con mediciones, los filtros de agua mecánicos, además de componentes que tiene el propio edificio”.
Además del aula, en el predio conviven una escuela pública de tiempo completo y la escuela técnica de Producción Agrícola Familiar. Según Espósito, ya comenzó a haber sinergia entre las partes por medio de varios proyectos. Entre ellos está el trabajo en la huerta del domo, que es compartido entre niños de quinto y sexto año de la escuela y los jóvenes del segundo año de la tecnicatura. Asimismo, ambas organizaciones colaboran con las actividades del aula; por ejemplo, los alumnos de la escuela técnica construyeron un reloj medicinal que, según explicó el director del proyecto, tiene un funcionamiento similar al de un reloj solar, pero en este caso, según dónde esté la sombra, se puede saber cuáles son las plantas que se aconseja consumir en ese momento del día.
Por el Centro Agustín Ferreiro pasan durante el año 1.700 maestros rurales para participar en distintas capacitaciones, y van todos los estudiantes de cuarto año de magisterio a hacer sus prácticas. Por eso Espósito entiende que era el lugar indicado para instalar el aula: “Cuando los maestros y futuros docentes pasan por allí pueden utilizar los dispositivos y las distintas experiencias que armamos; además, hicimos algunos videos sobre cómo funcionan estos dispositivos y tenemos fichas técnicas de todos, que indican el paso a paso de su implementación en el aula y con qué contenidos curriculares se pueden relacionar”. La idea, subrayó Espósito, es que al irse los docentes sepan cómo integrar la educación ambiental a la currícula diaria. Estos materiales de corte didáctico son compartidos con los docentes que hacen la visita, y están disponibles en la plataforma de Escuela+ de DirectTV.
El director del proyecto también comentó que se está programando la construcción de la segunda aula para el norte del país, probablemente en Tacuarembó. Aunque no se determinó si la construcción será un domo o tendrá otra forma, se sabe que se podrá aprovechar los dispositivos para impulsar la educación ambiental. Además, Espósito adelantó que están hablando con otros países para replicar la experiencia en el exterior.
Se puede agendar visitas al aula; quienes quieran hacerlo pueden escribir a [email protected] para coordinar con el equipo.