En 2018 se aplicó por primera vez, en los grupos de cuatro y cinco años de educación inicial pública, el Inventario de Desarrollo Infantil (Indi), un instrumento para medir la disposición a la escolarización diseñado por la Facultad de Psicología (Fpsico) de la Universidad de la República, que sustituyó una evaluación de origen canadiense que venía aplicando el Consejo de Educación Inicial y Primaria. Dos veces al año, en mayo y en octubre, y tras tres semanas de observación, las maestras deben responder a una serie de indicadores sobre cada uno de sus alumnos, para evaluar cuatro dimensiones: el desarrollo cognitivo, el desarrollo motor, el desarrollo socioemocional y la disposición para el aprendizaje de los niños. Los formularios se completan mediante la plataforma Guri, del CEIP. El sistema envía reportes sobre el desarrollo de cada niño y del grupo a la maestra, con un perfil con fortalezas y debilidades de cada estudiante, y también informes por centros de estudio y por jurisdicción a las directoras e inspectoras.

En 2018 el Indi determinó que entre 500 y 550 niños tenían un nivel “muy descendido” en tres áreas del desarrollo (motor, cognitivo y socioemocional) y que entre 1.000 y 1.100 niños tenían dos de estas tres áreas en ese nivel “muy descendido” y la tercera en el nivel “descendido”. Con esos datos se generaron intervenciones como el Plan de Salud Visual y el Plan de Salud Bucal, así como el respaldo de las maestras de apoyo, pero desde entonces se estaba trabajando, en el ámbito del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), en la coordinación con el Ministerio de Salud Pública (MSP) y los prestadores de salud que estos niños, identificados como los que tienen mayores riesgos, sean priorizados en su atención en salud.

“Todos sabemos que las intervenciones tempranas son las más eficaces. Lo que puede ser una dificultad, si no se atiende en edad temprana, se puede transformar en un problema más adelante”, explicó Elizabeth Ivaldi, consejera del Codicen electa por los docentes, y maestra dedicada a la educación inicial. Ivaldi integra el grupo de coordinación y articulación interinstitucional que funciona en el Codicen, conformado por representantes del MSP, del equipo del Indi de la Fpsico, de la Unidad de Análisis e Intervención del Codicen y del CEIP, donde se acordó un protocolo de actuación que comienza a aplicarse una vez que están los resultados del Indi.

Este año todavía no se presentaron los resultados de la primera aplicación, pero el grupo trabajó bajo el supuesto de que no sean más de 2.000 niños. La coordinación funcionará de forma diferente en el interior que en el área metropolitana. En el interior cada inspectora departamental del CEIP recogerá los datos de los niños con riesgos y remitirá a cada prestador de salud la información de los niños; en Montevideo, San José y Canelones, el CEIP enviará los datos al área de Niñez y Adolescencia del MSP, y desde allí se enviará la información a los prestadores de salud. Entre otros, se envían los datos del niño y la familia, para ubicarla, y el teléfono de la institución educativa, por si el pediatra se quiere comunicar. El docente tiene que convocar a una entrevista a la familia para transmitirle los resultados del Indi, las fortalezas del niño y las dificultades, “y señalarle la importancia que tiene que sean atendidas tempranamente”, añadió Ivaldi, que mencionó que en esa misma entrevista se orientará a la familia, “porque las familias pueden cambiar algunas actitudes o acciones que ayuden a ese niño en su desarrollo”.

A futuro

Al grupo de coordinación y articulación conformado en el ámbito del Codicen, que monitoreará cómo funciona este protocolo, podrían sumarse otras instituciones vinculadas a los problemas de desarrollo en la infancia. Según Ivaldi, en el diálogo con los docentes surgen problemas que “son de otro tipo, de vivienda, alimentación, de familias. Hay otros sectores que si seguimos avanzando los vamos a tener que convocar, siempre con esta mirada de atender a tiempo”.

Los prestadores de salud tienen que recibir los datos, evaluar si el niño ya está atendido, si se proyectó alguna intervención con algún técnico o si ya la tuvo, y esa información se devuelve al centro educativo, y en caso de que el niño no estuviera concurriendo a los controles, tiene 45 días como máximo para generar una consulta con su pediatra de referencia. “La idea no es generar una respuesta general para todos, sino de acuerdo al niño; algunos ya están en contacto con la salud, algunos incluso con tratamiento, y ya están encaminados. En los que no esté pasando eso y tengan alta chance de tener problemas en el desarrollo, los prestadores deben dar una respuesta a esa situación”, explicó Mercedes Pérez, representante del MSP en el grupo de articulación.

“El Indi permite detectar dificultades y fortalezas, le da al docente insumos, además de los que ya tiene, para trabajar con cada uno de los niños”, explicó Ivaldi, y aclaró que si bien las maestras “van a tener que tener una mirada específica con esta población de mayor riesgo, hay una mirada al 100% de los alumnos”.

Algo esperado

En febrero y marzo hubo jornadas de trabajo con docentes de educación inicial para evaluar la aplicación del Indi en 2018 y difundir la herramienta entre quienes no lo habían usado. Según comentó Ivaldi, las maestras plantearon que era dificultoso completar los formularios en las tablets que reciben del Plan Ceibal, por lo que se gestionó el pedido de computadoras del Plan, pero manifestaron “muy buena aceptación, sobre todo de quienes ya lo aplicaron”. También se trabajó con las inspectoras departamentales de educación inicial, que serán las que reciban informes por jurisdicción y contarán con esa información “a la hora de movilizar recursos, al determinar qué tipos de capacitaciones y para definir políticas educativas”. Por ejemplo, este tipo de información puede ser relevante al definir cronogramas de los planes de salud visual y bucal, o a determinados técnicos, como los psicomotricistas.

Por otra parte, también se convocó a los directores técnicos de los prestadores de salud y a sus referentes de pediatría, para transmitirles “qué es lo que se espera como respuesta desde el área de la salud”, explicó Pérez. La pediatra consideró que también hubo “muy buena aceptación” entre los prestadores, y que se busca “sensibilizarlos” en la importancia de la atención temprana.

“Estamos todos informados, en todos los ámbitos, y muy expectantes de poder empezar estas acciones con los resultados del Indi”, valoró Ivaldi, que comentó que anteriores intentos de coordinación entre los sectores de salud y educación fueron “con mayor y menor éxito; en esta organización estamos apostando a que se resuelvan las comunicaciones a nivel de territorio, y siempre con información a las familias”, aseguró.

La maestra destacó que siempre existió el vínculo entre los docentes y los pediatras, pero con esta iniciativa “se está institucionalizando”. “Estas cosas en la práctica requieren voluntades e individualidades. Nos tiene muy satisfechos que tanto en salud como en educación se ha recibido, por parte de quienes van a tener que actuar, como algo esperado, deseado, porque tanto los docentes de educación inicial como los pediatras tienen un compromiso con la infancia que va más allá del trayecto de vida que ese niño tiene con ellos. Hay un compromiso con entender que la infancia tiene valor por sí misma”, valoró.

Prestaciones

Para que los prestadores de salud sepan cómo manejar las prestaciones específicas que tienen que ver con los problemas de desarrollo en la infancia, el MSP está desarrollando un documento con pautas, que servirá como insumo para incluir en el Plan Integral de Atención en Salud, que establece las obligaciones con las que deben cumplir las instituciones de salud. Para elaborar el documento se está tomando el enfoque de la Clasificación Internacional de Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud, conocida como CIF, que evalúa las funciones corporales, la actividad y participación del niño, los factores ambientales y los personales. Esta perspectiva permite generar estrategias o tratamientos para los niños con problemas de desarrollo más allá de que ese niño tenga un diagnóstico. “Si esperás a tener un diagnóstico para generar una intervención se te fue el tiempo, o perdiste oportunidades donde podías haber generado una intervención que evite que esa dificultad se consolide como una patología”, explicó Mercedes Pérez, del MSP.

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