La plaza Varela, y por momentos también el monumento al reformador de la educación pública, se llenó este miércoles de niños y familias que reclamaron que se pueda ir a la escuela todos los días y durante todo el horario. “Quiero volver a la vida normal de antes”, decía una niña desde los altavoces, pedido que se reiteró en muchos de los carteles que adornaban la plaza. Cientos de personas participaron en una manifestación en la que se reclamó “al presidente de la República y a los legisladores que garanticen una presencialidad plena en todos los centros educativos”.

“Necesitamos recuperar la escuela de puertas abiertas, la que se alimenta de experiencias y con plato lleno también. No queremos una escuela de vez en cuando y cada tanto. Nuestros hijos e hijas necesitan recuperar el espacio cotidiano, la rutina de las tareas, la constancia de los vínculos, la alegría del recreo y el descanso reparador del fin de semana”, leyó Laura, una de las madres que integran el colectivo Familias Organizadas de la Escuela Pública, que convocó al encuentro.

“Queremos que también se enciendan los motores del sistema educativo, porque además de activar la economía, el país necesita proteger a la infancia. La baja presencialidad está teniendo consecuencias muy negativas. Niños y niñas que han quedado por el camino en los aprendizajes, tristes, con temores, con alteraciones en el peso, y que en algunos casos perdieron el único lugar de certeza que tenían. Pero además, abundan las evidencias científicas sobre las consecuencias adversas para la infancia. Sin salud mental, no hay salud”, añadió.

Según datos que manejó el presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Robert Silva, entre 4.000 y 4.200 niños perdieron contacto con la escuela pública en estos siete meses de emergencia nacional. La asistencia, además, está segmentada según el nivel socioeconómico de los barrios: en los primeros diez días de octubre 86% de los niños de las escuelas de quintil 5 asistieron, mientras que en los centros de quintil 1 el promedio baja a 63%, según datos del Consejo de Educación Inicial y Primaria. Este mes se está dando la apertura gradual de los comedores escolares, una medida que se esperaba que fortaleciera la asistencia, lo que en los hechos no ocurrió. El martes 13 se concretó otro paso hacia la normalidad, cuando se regresó a la obligatoriedad de las clases.

“Entendemos que una situación excepcional, como la que atraviesan el país y el mundo, requiere medidas excepcionales. Es necesario innovar en respuestas que garanticen la presencialidad plena. Son necesarios más espacios físicos, más docentes, más auxiliares... acciones claras que contribuyan a un retorno seguro a la escuela”, continuó la proclama, en la que las familias pidieron “declarar a la educación en estado de emergencia nacional” y “mejorar el presupuesto nacional para la educación, porque la infancia y la adolescencia no admiten demoras”.

Integrantes del colectivo destacaron la presencia de muchas maestras en la manifestación, con quienes han tenido encuentros: la Asociación de Maestros de Canelones les pidió una reunión, y el colectivo a su vez le solicitó un encuentro a la Federación Uruguaya de Magisterio, que se concretará en los próximos días. También estuvo en la plaza Pablo Cayota, ex directivo del Instituto Nacional de Evaluación Educativa en representación de los colegios privados, quien reclama mayor presencialidad en la educación. Eduy21 también le solicitó una reunión al colectivo.

Familias del liceo

En la convocatoria se hizo presente el colectivo Familias Organizadas del Liceo, integrado por madres y padres de adolescentes que concurren a liceos públicos y que tienen el mismo reclamo por mayor presencialidad. Victoria Barreiro, una de las integrantes, contó a la diaria que el colectivo surgió en el liceo Suárez y que poco a poco va nucleando a familias de otros liceos. “En secundaria es muy difícil también. Los estudiantes son más grandes, de repente las familias no tienen tanto problema en dejarlos solos, pero en realidad el abandono es hasta mayor”, comentó, y afirmó que piden que se revisen los protocolos que se aplican en los liceos privados, “para que se comparen y se puedan aplicar en la educación pública”, ya que en los privados, advirtió, “están asistiendo a clase todo el horario”.

Alternativas y coherencia entre públicos y privados

Uno de los reclamos de las familias es que se pueda acudir a otros locales barriales para dar clases, infraestructura de organismos públicos o de clubes y organizaciones barriales, algo que la propia ANEP incluyó en la resolución que dictaminó el regreso a la obligatoriedad.

Gabriela Sarasúa, una de las madres que integran el colectivo de Familias Organizadas de la Escuela Pública, consideró que ahora “falta la palabra del Ministerio de Salud Pública”, y advirtió que como familias “no podemos estar diciendo cómo debería ser el protocolo, no nos compete”. “Pero sí sabemos que precisamos más recursos para tener más espacios, para tener más docentes que atiendan grupos más chicos, así como más auxiliares de servicio para poder limpiar las escuelas, y más insumos. Y eso implica presupuesto”, afirmó.

Además del planteo general, las familias han presentado distintas alternativas en las escuelas. Según contó a la diaria Analía Garchitorena, en la Escuela Experimental de Malvín presentaron a la inspección un proyecto para incorporar mamparas en los salones de clase y así generar las condiciones que permitan volver al horario habitual de la escuela. La inspección respondió negativamente, basándose en un informe de un infectólogo de la ANEP, ya que según les transmitieron, la mampara “si bien impide el contagio de un niño a otro, no impide la diseminación del virus en un ambiente cerrado”.

De todos modos, los padres presentaron el proyecto ante el Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP, basándose en cómo están implementando las mamparas en el Colegio Inglés y en el Crandon: “Si la mampara es efectiva no lo sé, lo que tendría que haber es coherencia, porque es tan peligroso que sirva y no se esté aplicando en las escuelas como que no sirva y se esté aplicando en los colegios”, reflexionó Garchitorena.

Sarasúa dijo que las familias están “orgullosas de haber puesto el tema en la agenda pública y de haber logrado el primer paso” en relación con el retorno a la obligatoriedad, y dijo: “Sentimos que nuestra voz fue escuchada”. Pero advirtió que seguirán insistiendo con volver a la presencialidad plena, por lo que queda del año y en perspectivas del próximo: “Nos interesa mucho pensar no sólo en este año sino en 2021: como terminemos este año vamos a empezar el 2021”.

Codicen planteó flexibilizar el distanciamiento y espera visto bueno de MSP

El martes, en una sesión especial y previa a la manifestación de las familias, el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), reunido con los directores de los consejos desconcentrados, evaluó la posibilidad de reducir el distanciamiento físico dentro de las aulas, que según marca el protocolo actualmente es de un metro y medio.

Según explicó el presidente del Codicen, Robert Silva, se consultó al Ministerio de Salud Pública (MSP) si se habilitaba a flexibilizar el protocolo en ese punto y se propuso, simultáneamente, adoptar otras medidas de prevención, como el uso obligatorio de los tapabocas para los niños –algo que actualmente es voluntario– y mayor ventilación en los salones o actividades al aire libre. “La palabra la tiene el MSP, que tiene que estudiar la evolución de los casos activos de covid-19 y la proyección de estos. A partir de ahí, podría habilitarnos a iniciar un proceso. Tendremos que adecuar nuestros protocolos para permitirnos aumentar la presencialidad, pero preservando medidas complementarias de cuidado personal para que los estudiantes puedan estar mayormente en los centros educativos”, explicó Silva en declaraciones a Subrayado.

Si bien estaba previsto que se reunieran el jueves 15, el Codicen recibirá a integrantes del colectivo de familias el jueves 22 de octubre.