“Hacer nuevos amigos” y “jugar en el campamento” ganaron por goleada como las respuestas más elegidas a la pregunta ¿qué fue lo mejor del Verano Educativo? Para Agustín, de nueve años, de la escuela 155, lo mejor fue “jugar a la pelota un montón”, y para su compañera Guadalupe, de ocho años, “estuvo de más ver a la maestra sin túnica”. Para Iara, de 11 años, de la escuela 157, ir al Verano Educativo es mucho mejor que quedarse en su casa durmiendo o ayudando a sus padres, mientras que Ezequiel, de siete años, afirmó sin ninguna duda que lo mejor del verano fue “aquella vez que fuimos al campamento a comer mucho y nos tiramos de la tirolesa”.
El programa del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) Verano Educativo cerró el jueves en el Parque Roosevelt su 30ª edición, que tuvo la mayor participación en la historia del programa: 13.600 escolares de 130 escuelas pasaron por sus diferentes etapas. Al entrar al Parque de los Derechos de los Niños, lo único que se podía ver eran cientos de gorras azules y blancas moviéndose por todos lados, enmarcados en varias guirnaldas de colores que estaban atadas de árbol a árbol.
Muchos de los niños que participaron en el programa fueron a la jornada de cierre, en la que, además de las palabras de las autoridades, hubo una serie de juegos en la naturaleza a cargo de los recreadores y profesores de educación física de la Intendencia de Canelones. Luciana, de nueve años, estaba “megacontenta” de subirse a la red de escalada, el puente colgante fue un éxito, y la fila para jugar al fútbol tenis no paraba de crecer, al igual que el juego con pelotas gigantes. También hubo tiro al aro, ping pong, juegos para atravesar obstáculos y espacio para dibujar. El cierre de Verano Educativo estuvo cargado de actividades. como todos los días desde el 8 de enero.
Para Lucas irse de campamento fue de lo mejor del verano: “Conocimos a los niños de otras escuelas y jugamos”. Una de las políticas del programa es incluir actividades fuera del predio escolar, y las 130 escuelas pasaron por una experiencia de campamento en alguna de las siete colonias de Primaria o en otros campamentos que tiene disponible el sistema educativo. “El año pasado también fuimos a acampar y está re bueno, porque en mi casa estaría ayudando a mis padres y acá estoy con mis amigos”, subrayó Lucas.
A Sergio le encanta la educación física en la escuela durante todo el año, pero le gusta más en el verano, porque puede “jugar con otros amigos de la mañana”. Además le gustó ir a la piscina, porque es lo que hubiera hecho en su casa, pero en Verano Educativo lo puede hacer con sus compañeros. Las actividades acuáticas son el otro foco del programa, junto con los campamentos, porque hacen a la esencia del verano; por eso, la alianza con las intendencias y municipios que colaboran con el espacio o el transporte son fundamentales.
Algunos grupos tenían camisetas estampadas con las huellas de sus manos en colores, otros las caras pintadas, algunos niños personalizaron sus gorros con sus nombres en colores, y otros tenían pulseras del mismo color o pegotines en la cara. Cada grupo expresaba su identidad de distintas formas; algunos se quedaban con los compañeros de escuela, otros salían a caminar e iban preguntando a otros niños de dónde eran. Las risas se hicieron sentir cuando un acróbata empezó a hacer malabares sobre una cuerda, y las burbujas gigantes arriba del escenario hicieron que todos corrieran a hacerlas explotar.
El calor agobiante del jueves no hizo que bajara la energía ni un minuto. La música que salía de los parlantes y lo extenso del parque los invitaba a moverse para todos lados, siempre bajo el cuidado de las maestras, que a pesar de haber dejado la túnica guardada seguían vigilando todo con mucha atención: una docente les avisaba a sus niños que subir un árbol muy fino entre tres capaz que no era la mejor idea, otra les ponía protector solar en los rostros, algunas servían agua y no faltaron las que se pusieron a jugar en el parque con los niños.
Hecho de alianzas
Según explicó Pablo Caggiani, consejero del CEIP, un conjunto tan amplio de actividades es posible mediante las alianzas con otras instituciones públicas y privadas. Caggiani destacó en particular el trabajo de la Intendencia de Canelones, que desde todas sus divisiones elabora propuestas para Verano Educativo.
El Ministerio de Educación y Cultura apoya con talleres de huerta y ajedrez, las intendencias colaboran con piscinas, las bajadas a la playa y varios paseos, Antel aporta talleres de robótica y su sindicato presta desde 2017 sus instalaciones. El Instituto del Niño y el Adolescente (INAU), el programa Pelota al Medio a la Esperanza del Ministerio del Interior, junto con Plan Ceibal y varias empresas privadas como Tata, Unilever y Off terminan de completar el conjunto de socios que tiene el CEIP para lanzar un programa que albergue a tantos niños.
Sobre estas alianzas, Caggiani comentó: “Son Veranos Educativos muy acompañados, para nosotros son un ejemplo de cómo articular políticas públicas”, y agregó que este tipo de propuestas genera “nuevas oportunidades de aprendizaje, una nueva extensión del tiempo pedagógico”, y además contempla “un derecho de los niños de tener estas salidas a la playa, de tener actividades recreativas de verano”.
La evaluación de esta edición ya comenzó a nivel de los equipos que estuvieron trabajando, y durante marzo se evaluará el trabajo con las instituciones que participaron en la coordinación. Según adelantó el consejero, en Primaria tienen “la expectativa de lograr un documento que permita al Congreso de Intendentes vichar estas experiencias, porque hay mucho actor que no tiene que ver sólo con lo educativo: los municipios, las intendencias y los actores privados han generado una sinergia bien interesante en el tipo de propuestas que se desarrollan, y consideramos que es algo que debe quedar disponible para los que vienen en los diferentes niveles de gobierno y los actores sociales”.
Caggiani recordó que Verano Educativo comenzó como Verano Solidario, un programa del CEIP que mantenía abiertos los comedores escolares durante las vacaciones para solucionar una necesidad alimentaria de los niños, pero que no se sostenía en una propuesta educativa. En los últimos años ha pasado por diferentes etapas. La última reformulación es de hace cuatro años, y en ese momento se sistematizaron los buenos proyectos que impulsan los equipos docentes y se sumaron las clásicas actividades de verano como la piscina y el campamento. De allí surge una importante característica en común: “Los niños aprenden a través del juego”.