La diversidad de cronogramas dificulta particularmente a las familias en el cuidado de los niños, en particular cuando para muchos padres se ha normalizado la vida laboral. Natalia Cámara, integrante del colectivo de Familias Organizadas por la Escuela Pública, que reúne a miembros de comisiones de fomento de más de 50 escuelas de todo el país, explicó a la diaria que “la reagrupación en subgrupos y la rotatividad han complicado la logística de las familias, lo que tiene impacto en la asistencia”.

Contó que hay niños que van a la escuela dos o tres veces por semana, pero que todavía hay mucha diversidad en las horas que permanecen en el centro, ya que en algunos casos están tres horas y media, y en otros, dos horas. “Lo hemos conversado con las inspecciones, porque para muchos arreglar para llevar a los niños, por ejemplo en ómnibus y por dos horas, se hace imposible, y que la asistencia no sea obligatoria no ha colaborado”, señaló, al tiempo que agregó que es es aún más difícil para los que tienen hijos con distintos horarios.

Respecto de la posibilidad que habilitó el Codicen de aumentar el horario, Cámara dijo que el cambio tiene mucho que ver con la propuesta de que los centros educativos se manejen con autonomía según sus posibilidades, por lo que, desde su perspectiva, “se siguen generando desigualdades: la autonomía puede ser vista como algo positivo, pero se termina generando distintos criterios”. Señaló que en algunas escuelas se opta por las dos horas presenciales para poder hacer un buen seguimiento de los alumnos que sólo trabajan virtualmente, lo que reduce las horas presenciales de los que sí van y, a su vez, al ser pocas horas, desestimula la asistencia.

En el caso del colectivo que integra, no hay niños que estén concurriendo todos los días a la escuela, aunque sí van por más horas en las escuelas de tiempo completo.

En un comunicado el colectivo alertó por los efectos de la asistencia voluntaria, a partir de los datos del CEIP que indican que los quintiles socioeconómicos más altos tienen mejores porcentajes de asistencia. Entre los quintiles más altos, señalan, “podría mencionarse que las familias cuentan con una red de cuidados más amplia o, en algunos casos, pueden pagar servicios de cuidados”, mientras que entre los quintiles más bajos “se multiplican los problemas y baja sensiblemente la asistencia a los centros de enseñanza”.

En el comunicado agregan: “Una red de cuidados familiar más frágil, niños, niñas criándose en la soledad dentro de sus hogares, en ocasiones al cuidado de sus hermanos mayores y a veces sin supervisión adulta por encontrarse estos trabajando fuera del hogar. La respuesta sale sin forzarse. La asistencia voluntaria deja por el camino a niños y niñas uruguayas que se encuentran en situación de vulnerabilidad y desventaja social y económica”.

Cámara opinó que la medida de ampliar el horario en la escuela “claramente beneficia a los niños que concurren a los privados sobre las públicas; hay una profundización de la brecha, y es una de las cosas que más nos duelen, porque es un año pero los niños que están en primero y los que pasan al liceo quedan en una situación de rezago. Hay una desigualdad clara”.

El cuello de botella, señala Cámara, es el metro y medio de distanciamiento físico que deben mantener los niños entre sí, y la falta de capacidades locativas en las escuelas para poder subdividir los grupos. Para reparar esta situación, plantearon la posibilidad de buscar alternativas en otros locales públicos del barrio: “centros comunitarios, gimnasios, teatros, oficinas de los centros comunales, locales del Club de Leones, espacios que puedan funcionar como aulas, que en algunos barrios habrá más y en otros menos, pero de repente los sextos años podrían trabajar con más intensidad en este último trimestre”, mencionó. Hasta ahora no han tenido respuestas favorables, pero el colectivo seguirá insistiendo con alternativas que discutirán este sábado en asamblea.