Enlighted es un evento internacional que desde hace cuatro años organiza la Fundación Telefónica con el foco en la educación. Este año se realizó el 16 y 17 de noviembre en Madrid y en total se registraron 300 ponencias de 46 países, donde la fundación tenía la posibilidad de organizar eventos locales. En el caso de Uruguay, se generó una instancia de intercambio entre la arquitecta e investigadora en el diseño de espacios educativos innovadores Paula Cardellino, y la maestra y dinamizadora de Ceibal Elisa Cristi, quienes intercambiaron sobre el vínculo entre educación y arquitectura.
Las dos profesionales estuvieron de acuerdo en la necesidad de pensar los espacios de clase en función de objetivos pedagógicos. Según señaló Cardellino, pensar la relación entre arquitectura y aprendizaje permite generar innovaciones que “llamen a aprender de forma diferente” y “dinámica”, dentro y fuera del aula.
En palabras de Cristi, “el espacio es fundamental porque dice mucho sobre qué cosas se pueden hacer” en el ámbito educativo. Por lo tanto, valoró que la forma en que el espacio físico es concebido “tiene que tener una directa relación con la pedagogía que se va a realizar en ese espacio”. Al respecto, agregó que quienes van a habitar esos espacios se tienen que “apropiar” de ellos e “ir dándoles forma” en función de lo que pretenden lograr.
Sobre la composición de las aulas uruguayas, la maestra dijo que “son heterogéneas” y en ellas hay “diversidad de niños y niñas”, por lo que “el espacio les tiene que brindar oportunidades a todos por igual”. “Yo tengo que apropiarme de ese espacio, tengo que buscar transformarlo de alguna manera para que todos y todas puedan estar a gusto y disponer de ese espacio en donde van a aprender”, sostuvo, y agregó que también es necesario pensarlo en función de las posibilidades virtuales que brindan las tecnologías de información para la educación, que para algunos niños son una mejor forma de expresión. De todas formas, sostuvo que cuando planifica ese tipo de actividades para trabajar con sus grupos siempre le gusta generar instancias de intercambio presencial.
En este sentido, la docente planteó que a la hora de planificar actividades para hacer con la clase se debe colocar al estudiante en el centro, partir de sus intereses y pensar distintos formatos de expresión. Según completó, es clave pensar y planificar previamente estos aspectos, “más allá de si se usa tecnología o no”. Sobre el uso de las herramientas virtuales, planteó que prefiere el uso de “entornos colaborativos” que “apuntan a que todos puedan compartir” y cooperar en pos de un objetivo común.
En el centro
Por su parte, Cardellino, quien actualmente asesora a la Administración Nacional de Educación Pública, señaló que la centralidad del alumno también tiene que trasladarse al diseño del espacio. “Tenemos que dar una voz a los alumnos a la hora de pensar un espacio para aprender”, dijo, y añadió que lo mismo debe ocurrir con los docentes. En ese sentido, contó que en su estancia de doctorado en Inglaterra generó una dinámica de ese tipo con estudiantes y recordó lo “alucinante” de ver los rostros de los niños cuando ven que se incorporan sus ideas y estas se concretan. Si bien la arquitecta señaló que no siempre se puede concretar todas las ideas de los niños, hay “cosas que sí pueden reflejarse en el aula”.
Consultada por los moderadores sobre cómo imagina una clase ideal, Cristi respondió que en el caso de los niños sería con actividades que puedan poner al cuerpo “como centro”. “Moviéndose, bailando, haciendo alguna actividad, algo más corporal no te puede faltar”, planteó. Por su parte, Cardellino consideró que eso mismo se puede pensar para los más grandes, incluso para la enseñanza universitaria, ya que conectar a nivel corporal sirve para conectar mejor con el espacio de clase.
En suma, la arquitecta dijo que lo ideal sería un espacio “vacío y que cada uno se ponga donde quiere”. Según contó, hay propuestas dentro de la educación inicial en las que los docentes plantean que no quieren sillas y mesas para todos los niños, para que no todos tengan la posibilidad de sentarse, “y menos todos en una silla”. “Puedo dar vuelta la mesa o sentarme arriba de la mesa”, ilustró.
Por su parte, Cristi contó que ese tipo de casos ocurren en Uruguay y, por ejemplo, en las clases de tres años no se suele encontrar una silla para cada niño, “porque el niño necesita movimiento” y “circular por distintos lugares”. “Se busca generar rincones o sectores en el aula, con el material al alcance del alumno para que ellos también puedan elegir, por supuesto, teniendo en cuenta temas de seguridad”.
Cardellino contó lo sorprendidos que quedan muchos docentes uruguayos cuando se les consulta sobre el diseño de los espacios en los que trabajarán, y planteó que no suelen sentirse escuchados para pensar obras. Por su parte, planteó que, después del docente y el estudiante, “el espacio es el tercer educador”, ya que juega un rol importante. “Es algo que posibilita una forma de enseñar diferente, de ver el mundo de forma diferente”, y que también hace valorar al niño el entorno educativo de otra forma. “Somos todos diferentes y todos vivimos, dormimos y hacemos cosas similares en los lugares, entonces, ¿por qué en la escuela tiene que ser todo idéntico?”, cuestionó la arquitecta.