Desde su fundación, en 1849, y durante décadas, la Universidad de la República (Udelar) fue la única institución de educación superior en el país y, por lo tanto, por ella han pasado buena parte de los intelectuales uruguayos más destacados. En 2002, en plena crisis social y económica, en la universidad comenzó a funcionar el Archivo General de la Udelar (AGU) que, por un lado, comenzó a apoyar la gestión administrativa y, por el otro, a desarrollar un área de investigación histórica. A partir de esta última línea de trabajo y de esfuerzos previos a 2002 se han recuperado y centralizado archivos sobre épocas importantes para la universidad y para el país, como el proceso en torno a la aprobación de la Ley Orgánica de 1958, que rige el funcionamiento de la institución hasta la actualidad.

A 20 años de la puesta en marcha del AGU, la diaria conversó con las cocoordinadoras Vania Markarian y Natalia Feippe sobre los desafíos para un archivo que lleva a cabo actividades de apoyo a la gestión, pero también cumple con las funciones universitarias de enseñanza, investigación y extensión. Markarian y Feippe asumieron la coordinación del AGU después de que en 2020 se jubilara Alicia Casas de Barrán, quien fuera la coordinadora desde su creación.

¿Cómo reciben estos 20 años en el AGU?

Vania Markarian: Estrenándonos como cocoordinadoras, dado que Alicia Casas de Barrán se jubiló en diciembre de 2020. Además, nos encontramos juntos físicamente, porque durante muchos años las dos áreas [del AGU, la de Investigación Histórica y la de Gestión Documental] estuvimos en locales diferentes.

Natalia Feippe: En los últimos años nos consolidamos como el servicio unificado que deberíamos haber sido siempre, y en un edificio propio. Uno de los grandes logros en este período ha sido tener un edificio universitario reciclado específicamente con las características que necesita un archivo y poder tener una administración conjunta de las dos áreas.

¿Cómo funciona el trabajo entre las dos áreas del AGU?

Vania Markarian: Gestión Documental es el área que Natalia dirige y asiste a la administración central de la Udelar y también da lineamientos de la gestión documental de los documentos vivos a toda la institución. Por otro lado, el área de Investigación Histórica tiene como cometidos preservar y servir el fondo histórico, o sea, la documentación de conservación permanente de la institución. También tenemos tareas de investigación histórica propiamente dichas sobre la historia social, política y cultural de la Udelar, en un contexto más amplio de historia de Uruguay, de la región y global.

Natalia Feippe: Es una unidad académica y administrativa, es el sostén a la administración a través de la documentación que genera la propia institución en el quehacer diario de sus actividades. Son como dos mundos distintos, luego lo que tiene valor histórico queda con nosotros para el área histórica, que tiene un proceso. Así nos consolidamos, trabajamos y nos integramos.

Vania Markarian: El área de Gestión Documental tiene usuarios internos, que son las diferentes dependencias administrativas centrales de la Universidad, a las que asisten. Si bien también tenemos usuarios internos, en el área de Investigación Histórica tenemos sobre todo usuarios externos, es decir, investigadores o personas que se interesan por la historia de la Universidad.

El AGU nació en 2002, en un momento de crisis, cuando escaseaban los recursos. ¿Qué balance se puede hacer a partir de allí?

Vania Markarian: Es cierto. Seguramente, fue la peor crisis que vivió el país. Las instituciones, a diferencia de las personas, elegimos nuestros cumpleaños. Nosotros podríamos haber elegido la fecha en la que el Consejo Directivo Central [CDC] aprobó el servicio, pero elegimos cuando el AGU se presentó al público. En ese momento, Jorge Batlle era presidente [de la República] y Rafael Guarga el rector [de la Udelar]. Nosotros solemos pensar mucho en nuestra institución, y en los dos años de pandemia se vio que parte de la identidad de la Udelar es dar respuesta a los problemas del país en las coyunturas críticas. La Universidad tiene un caudal de información, de acumulación, de conocimiento, de producción científico-tecnológica que le permite dar respuesta en momentos de crisis. Justo la fundación del AGU demuestra también todo lo que la Universidad hace de modo moroso, acumulativo, lento, sostenido y con el convencimiento de que estas cosas tienen larga duración. No sólo se reacciona, no sólo se trabaja para responder a las demandas de actores o problemas sociales, sino que se trabaja acumulando en direcciones sostenidas.

Pienso en Alicia Casas de Barrán, en Blanca París de Odonne, a quienes reconocemos como las dos fundadoras de este proceso. Se reunieron a lo largo de 2001 y 2002 para dar forma a este proyecto, en el medio de una situación muy complicada, convenciendo y teniendo el apoyo de las autoridades universitarias sobre que aun en ese momento valía la pena invertir en un proceso de este tipo. Vale la pena celebrarlo. Mejorar los procesos administrativos de la Udelar y consolidar el acceso a sus memorias, a sus historias, es importante y vale incluso en contextos complicados.

Natalia Feippe: En aquel entonces no es que no existiera el archivo físico de documentación, no existía un archivo institucionalizado con las funciones que debe tener, como servicio. Existían grandes depósitos de documentación y había que acceder como se pudiera. A partir de una comisión se apostó por hacer las cosas como se debe, a pesar de la crisis o la coyuntura social que hubiera en ese momento. Como dijo Vania, hubo apoyo de las autoridades, que se dieron cuenta de la importancia que tiene el archivo y de que había que apostar a institucionalizarlo, formarlo como servicio y trabajar en eso. Nos sentimos conformes y podemos ir a mucho más.

¿Qué antecedentes hay en la Udelar a la creación del archivo?

Vania Markarian: El caudal documental, que es nuestro fondo, nuestro acervo hoy en día, obviamente que se viene acumulando. Nuestro documento más antiguo es de 1849, o sea, de la misma fundación de esta institución. Del proceso anterior [a la creación del AGU] no sabemos mucho, pero algo sabemos, en particular sobre el papel de Blanca París durante el rectorado de [Mario] Cassinoni, que coincide con el proceso de aprobación de la Ley Orgánica de 1958. Es un rectorado que empieza un poquito antes de la ley y culminó un poquito después. Fue un rectorado reformista y muy interesado por reformar la administración, la gestión y por favorecer el estudio del pasado de la institución. Ya unos años antes de ese momento, trabajando con Arturo Ardao, Blanca París había hecho su tesis de grado sobre las etapas iniciales de la Udelar y luego siguió trabajando ya junto a su marido, Juan Odonne, en las etapas posteriores de la historia de la Universidad. Para hacer ese trabajo ella hizo un primer ordenamiento de la documentación y las memorias del rectorado de Cassinoni. Fue un primer esfuerzo de ordenamiento de la documentación histórica, asociado a un proyecto de investigación y a la importancia de racionalizar, que es una cosa muy importante de los años 50. Racionalizar la administración y planificar todas estas ideas.

Ahí hubo una decisión de crear un archivo, pero parece haber quedado en ese primer ordenamiento. Lo que ocurrió después, ya en la dictadura, fue que por decreto las autoridades interventoras decidieron mandar el archivo de la Udelar al Archivo General de la Nación [AGN]. Nosotros tenemos toda la documentación de cómo se hizo ese traslado. Hoy en día esa documentación está accesible en el AGN. Cuando se emprendió la salida de la dictadura hubo otra gente involucrada. Ya en 1985, 86, 87, empezó una preocupación por la documentación de la institución. Una de las preguntas era cómo reconstruir un archivo histórico y un servicio de archivo central en ausencia de esa documentación. Se decidió no pedir de vuelta esa documentación, porque se había hecho por decreto; se necesitaba una ley, algo del mismo rango en términos legales para traer la documentación. Era un caudal enorme de documentación y está bien conservada en el AGN.

Todo el mundo tiene la idea del archivero como alguien que guarda, amorrala, pone un salón y cierra la puerta. Nuestra idea del archivo es casi la contraria, es totalmente de puertas abiertas. Vania Markarian.

Teníamos algunas series históricas de los organismos centrales; las actas del claustro y del CDC que son nuestras dos series institucionales más largas, se habían conservado desde 1849 hasta la actualidad. Con base en esas primeras series institucionales empezamos a pensar las características del fondo histórico. También a partir de la creación del área de investigación y de mi ingreso al equipo con la idea de incorporar archivos privados, que es una parte importante de nuestro acervo y de nuestro trabajo.

La Udelar fue la única institución de educación superior desde su fundación, en 1849, hasta la creación de la primera universidad privada –la Universidad Católica– en 1984. Nos parecía que todo lo que representó la Universidad en la historia del país se iba a ver más y mejor reflejado atrayendo y consolidando un conjunto de archivos privados de personas que hubieran tenido una trayectoria destacada en la institución. Empezamos con docentes, con algunos rectores, decanos, y después con militantes estudiantiles. El año pasado incorporamos el archivo de quien fue funcionario no docente de la Udelar, Eduardo Galeano, que dirigió la Editorial de la Universidad en los años 60. Hemos ido ampliando nuestra idea de qué significa ser universitario, que no son sólo las decisiones de los órganos de gobierno ni de las grandes figuras reconocidas, sino que es algo mucho más rico y diverso.

Natalia Feippe: No todo lo que se genera se guarda. Un promedio de 95% de la documentación que genera la institución, que sirve para su funcionamiento, es eliminada. Entonces, nosotros trabajamos con la Comisión [Central de Selección, Valoración y Eliminación Documental de la Udelar] y con la elaboración de tablas donde registramos, evaluamos y valoramos los trámites para normalizar y para hacer un protocolo estipulado de qué y cómo se genera, cuál es el trámite, cuánto va a durar en el archivo. Si tiene carácter histórico, quedará de forma permanente. El área de Gestión Documental se dedica a apoyar a la administración pero también a depurar esa documentación, que quede en el archivo lo que va a contribuir a la memoria universitaria y social. Y lo que no, lleva su proceso, ya estipulado desde que se instauró la comisión en 2002, que primero surgió por la gran acumulación irracional de documentación.

Vania Markarian: Todo el mundo tiene la idea del archivero como alguien que guarda, amorrala, pone un salón y cierra la puerta. Nuestra idea del archivo es casi la contraria, es totalmente de puertas abiertas.

Estamos en la era de la digitalización. ¿Se pierde la posibilidad de mantener el archivo?

Vania Markarian: Ese es el gran desafío de los archivos en la actualidad.

Natalia Feippe: Nosotros hacemos una gran diferenciación. Una cosa es digitalizar un documento que ya existe en papel y otra cosa sería el expediente electrónico, la documentación que ya nace en formato electrónico. Si nos referimos a la documentación que ya están haciendo electrónica, desde mediados de 2020 la Udelar instauró que todos los trámites ahora se generan de forma electrónica. Es un trabajo en conjunto con el Servicio Central de Informática, pero vamos a aplicar el mismo proceso archivístico.

Vania Markarian: En realidad es una desmaterialización muy relativa, porque igual hay que tener espacios físicos para guardar [archivos], que estén los servidores para asegurarse de que las cosas tengan más de un respaldo, porque también las tecnologías fallan. También hay mitos, como que si está digitalizado ya está, me despreocupé, y en realidad es todo lo contrario. Los soportes físicos son muy perecederos, las tecnologías que permiten preservar y acceder son perecederas, están en permanente mutación. El desafío es no sólo acompañar el proceso y luego respaldarlo y preservarlo para dar acceso a futuro, sino tener actualización permanente de esos respaldos para que se pueda seguir accediendo.

Por ejemplo, en 2020 tuvimos la recepción en tiempo real de que lo que estaba haciendo la Universidad relativo a la crisis social y sanitaria de la pandemia tenía un valor que ameritaba conservar esa documentación para que la futuras generaciones pudieran saber lo que se había hecho y para evaluar la experiencia. Empezamos a hacer respaldos planos, automáticos, de algunos de los sitios donde los equipos de los universitarios debatían e intercambiaban información sobre estos asuntos. Ahora tenemos el desafío de preservar a largo plazo y para eso estamos haciendo planes sobre cómo dar acceso, porque no es sólo información, este tipo de interacciones se producen en plataformas. Uno tiene que recrear ese ambiente para poder dar acceso a la documentación de un modo parecido a cómo fue su uso en el momento.

Natalia Feippe: La idea a lo largo de los años ha cambiado y el archivo no es propiedad de los archivólogos. Es un equipo interdisciplinario muy amplio en el que no sólo hay archivólogos e historiadores, también hay licenciados en Comunicación, en Arte, Fotografía, ingenieros.

¿Se necesita más presupuesto para llevar adelante todas estas tareas?

Vania Markarian: Siempre, pero también hemos tenido muchísimo respaldo de las autoridades universitarias. El AGU depende del prorrectorado de Gestión Administrativa, somos muy cercanos al gobierno central [de la Udelar] y a lo largo de todos los rectores y prorrectores que se han sucedido hemos tenido mucho respaldo que ha permitido este crecimiento. Empezamos en un sótano y éramos cuatro; ahora tenemos una casa entera con nuevos depósitos y más de 20 funcionarios. Tenemos un nuevo laboratorio de preservación audiovisual, que significa inversión de equipamiento. Nosotros hemos ganado esa confianza, pero la verdad es que hemos tenido apoyo. Siempre los recursos podrían ser más, deberían ser más, si uno tiene idea de cómo gastar bien la plata. El reclamo presupuestal está en el ADN de los universitarios, es parte de lo que hacemos. En el caso específico de este servicio, si bien nos sumamos a señalar que cuanta más inversión en tecnología y producción de conocimiento es mejor para el país, hemos tenido apoyo.

Además, nunca dejamos de presentarnos a fondos concursables. En este momento tenemos dos o tres proyectos financiados no con presupuesto fijo, sino con apoyos externos de la Universidad o de otros actores con los que hacemos convenios. Siempre estamos buscando fortalecer y ampliar.

¿En qué momento histórico se encuentra actualmente la Udelar?

Vania Markarian: Hay que asumir que el papel de la Universidad ha cambiado mucho. La Universidad es el 80% de la producción de conocimiento del país, pero ya no es única. Integra un sistema de tecnología, un sistema más o menos orgánico de ciencia y tecnología con otras instituciones y con un mecanismo de distribución de recursos que ya no pasa sólo por la Universidad, porque está la ANII [Agencia Nacional de Investigación e Innovación]. El sistema es mucho más plural y la Udelar no puede pensarse sola. El desafío de la Universidad es pensarse en ese sistema y con respecto al resto del sistema educativo, tampoco la Udelar puede solucionar lo que no pasa en otras áreas de ese sistema.

Los universitarios seguimos teniendo –y con la pandemia nos revivió– el orgullo, esa sensación de que la Universidad es un actor importante en la sociedad uruguaya, en el debate público, al dar soluciones a los problemas del país.