La consejera electa por los docentes, Rossana Cortazzo, y la representante de los estudiantes, Génesis Gallardo, votaron de forma negativa el documento “Propuestas para el diseño de la formación de grado de los educadores”, que fue aprobado por los integrantes del Consejo de Formación en Educación (CFE) designados políticamente: el presidente del organismo, Víctor Pizzichillo, y las consejeras María del Carmen dos Santos y Patricia Revello.

Según expresaron en un comunicado las consejeras electas, el documento fue elaborado por asesores del CFE y, según plantean, no incorpora aportes realizados en instancias de trabajo anteriores, más allá de que el texto afirma que sí lo hace. Al respecto, indican que si bien el consejo tiene la potestad de no incorporar los puntos de vista de distintos actores institucionales, el “eje estructural” de la transformación curricular aprobada como borrador en 2021 no sufrió modificaciones después de que se abrieron espacios para recibir aportes.

Cortazzo y Gallardo plantean que el documento presentado y aprobado en el CFE el 6 de julio simplemente se limita a incorporar “aditivos”, pero no “cambios” reales. Además, señalan que para hacerlo se apeló a incorporar citas de pronunciamientos de la Asamblea Técnico Docente, que en algunos casos están “descontextualizadas”.

En cuanto al contenido del documento, las consejeras electas señalan que se incorporan propuestas de “arquitecturas curriculares” elaboradas por Pizzichillo. En esa línea, sostienen que el documento evidencia la “disminución significativa” de las horas de formación para el trayecto específico y equivalente; la eliminación de los trabajos finales para las carreras que contaban con ellos; y la “no inclusión” desde el inicio de las carreras de unidades curriculares del trayecto didáctica/prácticas preprofesionales. Por su parte, afirman que hay una directa “incidencia” de lo que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) dispuso como requisitos del mecanismo por el que carreras de formación docente pueden acceder al reconocimiento del carácter universitario de sus títulos.

“Las comunidades educativas son rehenes de estrechos tiempos político-institucionales” y, en ese contexto, “ningún plan de estudios ni malla curricular genera verdadero intercambio” ni “verdaderos acuerdos y aportes”. Rossana Cortazzo y Génesis Gallardo

Días atrás, en sesión del CFE se aprobó un cronograma de actividades para llevar adelante la transformación curricular en la formación de los educadores, pero para las consejeras su aplicación es “irreal”. Sostienen que los tiempos que se manejan son demasiado acotados –unos dos meses y medio–, y también entienden que hay un “avasallamiento a la participación, el intercambio y el aporte colectivo en la construcción de la pretendida transformación curricular”.

Gallardo y Cortazzo señalan que si el cronograma se cumple como se propuso, “implicaría que la perspectiva de estudiantes, docentes y egresados no será tenida en cuenta como amerita”. En suma, advierten que “las comunidades educativas son rehenes de estrechos tiempos político-institucionales” y, en ese contexto, “ningún plan de estudios ni malla curricular genera verdadero intercambio” y “verdaderos acuerdos y aportes”.

Dinamicemos

Por otro lado, los consejeros políticos en el CFE aprobaron la figura de “dinamizador” para “agilizar” el proceso de transformación curricular mediante su “experticia académica”. En ese sentido, Cortazzo y Gallardo indicaron que dicha figura admite “cuestionamientos”. Por ejemplo, criticaron que “una transformación de este tenor deba ser en primer lugar ‘ágil’, a riesgo de irrespetar los debidos procesos e intercambios con los actores de la educación”.

En diálogo con la diaria, Gallardo sostuvo que no hay una estructura académica en el consejo que pueda “fortalecer” o “acompañar” el proceso de transformación curricular. “Esto pasa porque la estructura académica que existía fue vaciada, no fue eliminada”, afirmó, en alusión a varios coordinadores académicos que habían accedido a sus cargos por concurso y que fueron cesados en sus cargos en febrero de este año.

Precisamente, el comunicado señala que los dinamizadores no son electos por su “probada idoneidad” ni mediante mecanismos “transparentes”, sino por designación directa. Los consejeros políticos decidieron que esos “dinamizadores” trabajen en conjunto con las comisiones de carrera del CFE en la “sistematización, organización y jerarquización de la información elevada desde cada institución a partir de las jornadas institucionales”, señalan Gallardo y Cortazzo. “Es así que una tarea que muy bien podría ser llevada adelante por los órdenes presentes en las comisiones de carrera termina siendo cooptada por una figura que emerge sólo en el marco de esta transformación”, agregaron.

Los lineamientos para implementar la transformación curricular son claros: que sea cuanto antes y, si se puede, iniciarla en 2023. Gallardo señaló que, “de forma sorpresiva” y “de un día para el otro”, a fines de junio, Pizzichillo fue al consejo con “un montón” de propuestas para llevar adelante la reforma y, en ese marco, se propuso incluir la figura de los dinamizadores, contó. “Fue algo muy curioso”, comentó.

Gallardo aclaró que el diálogo entre docentes y autoridades va a estar mediado por los dinamizadores, y la razón esgrimida para ello es que “a los docentes les cuesta mucho ponerse de acuerdo”. Bajo ese argumento, dijo la consejera, surge la figura de los dinamizadores, que “no son idóneos”. Según explicó la consejera estudiantil, ello no implica “cuestionar su currículum”, sino que la crítica se debe a que no son seleccionados mediante “procesos transparentes”. Al respecto, agregó que, en sesión del CFE, Pizzichillo “sacó del bolsillo un papel, empezó a leer un montón de nombres para las distintas carreras del consejo y propuso que esas sean las personas designadas como dinamizadores”.

En ese sentido, el comunicado advierte por el “desmantelamiento” de la estructura académica a raíz del cese de la figura de los coordinadores académicos. En suma, las consejeras dijeron que “queda en evidencia” que la “prioridad no es el intercambio, la escucha y el trabajo conjunto con los órdenes de la comunidad educativa, sino los intereses y compromisos propios de la consejería política del CFE”.

“No es claro cómo se pretende llevar adelante una transformación curricular que no priorice su apropiación por parte de los actores de la educación mediante su participación activa”, añadieron.

Por último, indicaron que la transformación curricular no es suficiente para que la formación de educadores transcurra en un “ámbito formativo” con “características universitarias”, como el gobierno afirma que pretende impulsar. Para eso, entienden que deben existir “condiciones institucionales, académicas, presupuestales y de participación real, no sólo en el discurso”, desde las que los “cambios se gesten y se confronten para ser tenidos en cuenta”. “No parece un buen camino poner a consideración líneas, ideas o proyectos ya elaborados sobre los que opinar y que, además, estas opiniones no sean vinculantes”, concluyeron.

Críticas del sindicato

En la misma línea que las consejeras electas, el Sindicato de Docentes de Formación en Educación (Sidfe) emitió un comunicado días atrás en el que considera que el cronograma previsto para la implementación de los cambios curriculares implicará una “pseudo participación” en la que los actores implicados tendrán jornadas de intercambio “de un solo día de duración”. Además de considerar que los dinamizadores de la reforma curricular son “cargos de carácter clientelar”, Sidfe entiende que existe “genuflexión” de los consejeros políticos a las directrices del MEC en la materia y acusan al gobierno de tener un proyecto educativo “neoliberal y conservador”.

Por su parte, cuestiona que se plantee que el enfoque por competencias sea la solución para contrarrestar el retraso de los egresos de formación docente. También se critica que el texto aprobado por el CFE hable de “desprestigio de la carrera docente” y de la búsqueda de una formación universitaria, pero que la solución vaya “en detrimento del contenido específico” y, en particular, que “se pierdan” contenidos de didáctica en el primer año de las carreras. El sindicato sostiene que, además, se “impulsa la fragmentación nacional de la formación docente”, ya que se les otorga “cada vez más poder de decisión a las direcciones” de los centros dependientes del CFE.

En suma, Sidfe afirma que las autoridades del consejo apelan a la virtualidad para “ocultar” la “falta de inversión”, que se reitera en la actual Rendición de Cuentas, y los problemas edilicios “largamente denunciados”. Según opinan al respecto, además de no tener en cuenta la necesidad de la presencialidad en los procesos de enseñanza y aprendizaje, su aplicación “queda en falso”, ya que no se aseguran condiciones de conectividad para estudiantes y docentes.

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