Este miércoles, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) presentará su ya tradicional Informe sobre el estado de la educación en Uruguay, esta vez correspondiente a los años 2021 y 2022. En ese lapso, el sistema estuvo marcado primero por la pandemia de covid-19 y luego por el diseño de la transformación educativa que lleva adelante la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), dos temas que aparecen frecuentemente mencionados en los dos tomos en los que se publicó el informe, a los que accedió la diaria.

En la publicación se realiza un análisis del cumplimiento de metas que la ANEP fijó para el actual período de gobierno. Entre ellas, se sostiene que se cumplió con las principales metas con relación al egreso y al avance de los estudiantes en el trayecto de la educación obligatoria. Por ejemplo, en la promoción del ciclo básico de secundaria se observa el mantenimiento de la tendencia a la mejora del indicador en relación con el período anterior –pasó de 80,7% en 2019 a 87% en 2022–, aunque en los últimos años con reglas de pasaje de grado más flexibles que antes de la pandemia. En suma, en el caso de la educación técnica se aprecia que “parece haber un fuerte cambio en la tendencia”, ya que la promoción en ciclo básico en ese subsistema pasó de 64,8% en 2018 a 78,5% en 2022.

Por su parte, las metas de egreso de la educación media también se cumplieron. En este ítem la ANEP se planteó que el porcentaje de jóvenes de 21 a 23 años egresados de ese tramo pasara de 43% en 2019 a 50% en 2022, cuando llegó a 50,9%. En tanto, el porcentaje de egreso oportuno de la educación obligatoria también mejoró en relación con 2019 y cumplió con las metas definidas, ya que el porcentaje de jóvenes de 19 años que terminaron el liceo o la UTU pasó de 38,1% a 43,9%, cuando el año pasado las autoridades se habían planteado llegar a 43%.

En materia de cobertura también se cumplió con las metas planteadas. Por ejemplo, en 2019 75,8% de los niños de tres años estaban en el sistema educativo y el actual gobierno se planteó llegar a 76% en 2021, año en que no se realizó la medición. Al año siguiente la meta era llegar a 80% y fue superada, ya que 82,2% de los niños de esa edad asistieron a un centro educativo.

No obstante, si bien los niños y adolescentes estuvieron en el sistema como el gobierno se trazó, no lo hicieron de la manera en que se previó. Como ya se ha planteado en análisis de información previos, la suspensión de clases presenciales y la flexibilización de inasistencias realizada como medida de contingencia durante los años de pandemia generó impactos en la concurrencia de estudiantes a las aulas.

Al respecto, el informe señala que en 2019 el 66,8% de los niños de cuatro y cinco años asistieron más de 140 días de clase a la educación inicial, y la ANEP se propuso que ese porcentaje subiera a 70% en 2021, año en que las estadísticas oficiales no consideraron ese dato a causa de las medidas tomadas en el marco de la pandemia. En tanto, para el año siguiente las autoridades se propusieron que llegara a 75%, pero el 55,2% que marcó el indicador lo ubicó lejos de lo esperado. En tanto, el porcentaje de niños que asistieron más de 140 días en primaria había sido de 88,7% en 2019 y cayó a 80,3% en 2022, cuando el gobierno se había puesto como meta llegar a 91%.

En el caso de la educación media, la ANEP se fijó metas en relación con la proporción de estudiantes que esperaba que tuvieran menos de 50 faltas en el año. En secundaria el porcentaje de estudiantes con una cifra de faltas menor en 2019 fue de 85,2% y el gobierno se había propuesto llegar a 90% el año pasado, pero apenas llegó a 82,5%. En UTU, en tanto, el punto de partida de ese indicador fue de 86,3% en 2019, pero en 2022 cayó a 77,7%, casi 12 puntos porcentuales por debajo de la meta del gobierno.

Desigual elección de horas

El informe analiza la falta de docentes en la educación media, que, según se plantea, al iniciar cada año lectivo “se distribuye desigualmente según el contexto de los centros”, ya que “aumenta a medida que empeoran las condiciones socioeconómicas y culturales”. Con respecto a este tema, se sostiene que “la brecha entre el contexto muy desfavorable y el muy favorable es algo mayor a los 40 puntos porcentuales” y que a fin de año la falta de docentes deja de estar presente en centros de contexto muy favorable, pero se mantiene “en algo más del 30% y el 40% de los centros en el resto de los contextos”. Según se especifica, “esta situación obedece a grandes diferencias entre los sectores público y privado, ya que en este último la situación prácticamente no se registra”.

Desempeños y aprendizajes

Las metas en materia de aprendizajes presentaron un cumplimiento más dispar, según lo relevado en el informe. En particular, sobre los desempeños de los alumnos de tercero y sexto grado de primaria relevados en la prueba Aristas del propio Ineed muestran que entre 2017 y 2020 “la proporción de niños con bajos niveles de desempeño (niveles 1 y 2) descendió o se mantuvo estable en los dos grados y en las dos disciplinas evaluadas, lengua y matemática. Incluso se sostiene que los valores alcanzados fueron menores a las metas planteadas por las autoridades para 2021.

En el caso de la educación media, se toma como referencia los informes Aristas Media, realizados en 2018 y 2022 a estudiantes de tercer año de ese tramo. Según se establece, tanto en lectura como en matemática, “la proporción de estudiantes que se ubican en los niveles de desempeño más bajos no alcanza los valores fijados como meta: en lectura se ubica el 24,8% de los estudiantes (la meta era no superar el 21%), mientras que en matemática alcanzó al 66,2% (se esperaba menos del 62%)”.

Por su parte, el informe del Ineed también analiza los resultados de aprendizaje en el contexto de lo que implicó la pandemia de covid-19, en clave comparada con la región y el mundo. En ese sentido, se establece que “la mayoría de los países sufrieron pérdidas de aprendizajes y que Uruguay logró afrontar la situación de mejor manera que otros países”. En función de estudios previos del instituto, se concluye que estos “parecen indicar que los resultados de nuestro país se mantuvieron estables, lo cual contribuye a plantear que se cuenta con evidencia de que la pandemia afectó en menor medida los aprendizajes en Uruguay que en otros países, especialmente de la región”.

Según se analiza, esos resultados pueden estar vinculados “tanto con el acotado tiempo de cierre de los centros educativos como con el acceso a internet, dispositivos y plataformas digitales de Ceibal”. “Además, el mayor uso de libros de texto, especialmente en primaria, puede haber contribuido a la implementación y cobertura curricular”, se plantea, y el informe agrega que “el aumento de la motivación y la autorregulación” de los escolares respecto del período prepandemia puede ser otra explicación.

En tanto, se señala que “la disminución de las habilidades intrapersonales e interpersonales en educación media, así como el aumento de las conductas de riesgo, constituyen un factor a atender para paliar los efectos negativos de la pandemia en los estudiantes”. A diferencia de lo que ocurre con los aprendizajes, se analiza que los datos de Uruguay en relación con el “incremento de la inequidad y el aumento del ausentismo” sí son similares a lo que ocurrió en otras partes del mundo.

Presupuesto y salarios

En materia de presupuesto, el Ineed muestra que “el gasto público en educación entre 2007 y 2022 tuvo un incremento real de 113%”, más allá de que en 2020 “disminuyó 4%”. En suma, se detalla que hubo un aumento “paulatino” del presupuesto real en 2021 y 2022, lo que, de todas formas, lo siguió colocando por debajo del nivel de 2019, pero por encima del de 2018.

También se analiza la evolución presupuestal en relación con el producto interno bruto (PIB), ya que ello da cuenta de la “prioridad macroeconómica” que el gasto educativo tiene para el país. En relación con este indicador, el informe señala que “viene descendiendo en los últimos años”, ya que lo hizo casi 7% en 2021 y casi 1% en 2022. Ello implica que el gasto educativo en 2019 era 4,8% del PIB y se ubicó en 4,5% en 2021 y 2022. Por su parte, el Ineed da cuenta de que el gasto por estudiante bajó en relación con 2019, más allá de que mejora un poco en 2022. Según se analiza, este indicador tuvo una caída de 4% en 2020 y, más allá de la posterior mejora, no ha sido suficiente para superar los niveles prepandemia.

El Ineed también muestra la evolución del salario docente, que en el caso de la educación obligatoria fue en aumento hasta 2017, tanto para el sector público como para el privado, pero ambos sectores presentan comportamientos distintos. Según se detalla, el salario real de los docentes en el sector público siguió en aumento hasta 2019, mientras que en el sector privado “se estancó”.

Después de ese año y hasta 2021 el salario docente en ambos sectores descendió, 4,1% en el sector público y 4,7% en el privado, y ello se dio en mayor medida que la caída del salario real promedio en el país en ese lapso, que fue de 3,2%. No obstante, se especifica que el salario real de los docentes del sector público “continuó ubicándose por encima del promedio de los salarios públicos y privados del país, tal como se observa desde 2008”. En tanto, el informe señala que en 2022 los salarios docentes del sector privado aumentaron 1,4%, pero los del sector público “se mantuvieron prácticamente iguales”. “A pesar de la recuperación del salario de los docentes del sector privado, este sigue ubicándose 25% por debajo del de sus colegas del sector público”, se concluye.

Segregación educativa

El estudio mide la segregación en centros educativos, que es definida como “la distribución inequitativa de individuos con determinadas características como género, etnia o nivel socioeconómico”. En el caso de la educación, una de sus consecuencias es que “afecta la interacción entre los diferentes grupos sociales”, algo que “atenta contra la posibilidad de generar experiencias educativas comunes y equitativas”. El Ineed concluye que “en todos los subsistemas y niveles educativos se observa una tendencia creciente de la segregación”, que es “más acentuada” en la educación inicial y primaria y se presenta de forma más estable en la educación técnica.

Al analizar ambos extremos, el informe concluye que “mientras que la proporción de estudiantes en situación de vulnerabilidad en educación técnica experimentó un incremento sostenido en todo el período, en educación inicial la tendencia es inversa (con excepción de 2022)”. En otras palabras, ello muestra que los nuevos estudiantes de UTU “presentan cada vez más vulnerabilidades”, pero “se distribuyen de una manera relativamente homogénea en los centros educativos”. “En cambio, los nuevos alumnos de educación inicial tienen menos vulnerabilidades y se distribuyen menos homogéneamente”, se señala.

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