Aldana Antúnez es maestra y directora de la escuela 67 de Pueblo Olivera, en Salto, y viaja todos los días 240 kilómetros hasta allí. La llegada de este jueves fue distinta a las habituales: apenas entró, comenzaron a llegarle mensajes de felicitaciones por la noticia de que la escuela fue una de las diez del mundo seleccionadas en los World’s Best School Prizes en la categoría de escuelas que apoyan vidas saludables.

A la escuela ganadora del premio se le otorgarán 50.000 dólares, como también a otras cuatro escuelas que compiten dentro de las categorías de acción medioambiental, colaboración comunitaria, innovación y superación de la adversidad. Según se manifiesta en la web de los premios internacionales, las cinco escuelas que se elegirán “han tenido un impacto significativo en sus estudiantes, su comunidad en general y la sociedad”.

El reconocimiento a la escuela de Salto se debe a que el centro educativo “ha sido nada menos que notable en sus esfuerzos para superar un problema de contaminación del agua en la ciudad”, consideraron. 

En diálogo con la diaria, Antúnez narró que el jueves fue un “día emocionante” y “movilizante”, tanto para los alumnos como para las familias y también para el otro maestro de la institución. A la escuela asisten 24 niños y niñas. Los maestros son sólo dos, incluida Antúnez, que cumple doble rol con la dirección. Además de ellos, también trabaja una auxiliar, que se encarga de la limpieza y de preparar el almuerzo según lo indica el menú de Primaria. Como se trata de una escuela rural, el horario de clases es de 10.00 a 15.00. 

Si bien Antúnez viaja todos los días, las demás personas que asisten a la escuela viven en el pueblo, en el que habitan unas 200 personas. Para llegar a concursar por el premio, los docentes se inscribieron y luego tuvieron una instancia para defender el proyecto y darlo a conocer. En el camino, tuvieron el apoyo de la mentora de la Red Global de Aprendizajes que depende de Ceibal, del Municipio y de la Intendencia de Salto. 

El impacto que reconoce la organización está, según Antúnez, “en la investigación, en el problema visualizado por los estudiantes, que involucró una problemática real del contexto, y en que también la comunidad estuvo involucrada en el proyecto”.

La directora de la escuela explicó que el pueblo se abastece de agua subterránea, que parte de un pozo con una bomba que se encuentra en un tanque ubicado en la escuela.

Luego de varias investigaciones de la mano del laboratorio de Salud e Higiene de la intendencia, que extrajeron muestras del agua del pozo y de la canilla, se desprendió que “no eran aptas para el consumo humano”. Desde la Universidad de la República, del área que estudia las aguas contaminadas, también colaboraron en detectar qué elementos tenía el agua que abastecía al pueblo, y una de las bacterias detectadas fueron coliformes fecales.

Resultados y desafíos 

Parte del estudio involucró a los niños en una tarea: controlar el nivel de cloro del agua cada 15 días, mediante un clorador, que fue la primera solución que encontraron. Antúnez narró que el proyecto surgió el año pasado y este año lo continuaron. “Se transformó en un desafío a afrontar, porque tenemos problemas con el clorador, que se quema y no funciona” debido a que “falta alguien que lo supervise”. Cuando eso sucede, explicó Antúnez “los niños se sienten mal, tienen diarrea y vómitos”. 

El desafío mayor, por lo tanto, es “lograr realmente algún dispositivo o algo que nos dé confianza en la potabilización”. Si bien dijo que Primaria les brinda una partida de agua, aclaró que es sólo para el consumo de la escuela, por lo que no llega al resto del pueblo ni a los niños fuera del horario de clase, que tienen que recurrir al agua de pozo. 

Dentro de varios ítems, una de las casillas a completar para inscribirse al premio era por qué lo merecen y qué harían con el dinero. Antúnez se detuvo en el hecho de que la escuela no es sólo un centro educativo, sino “el lugar de referencia del pueblo”. “Allí una vez al mes se realizan los pagos del Banco de Previsión Social, las jubilaciones, las pensiones. Tampoco tienen otro lugar donde hacer un cumpleaños, o reunirnos, o sea, es una escuela totalmente abierta a su comunidad”, describió. En la misma línea, aseguró que “en el medio rural la escuela y el rol del maestro son fundamentales”.

En este marco, Antúnez señaló que si la escuela es seleccionada como la mejor dentro de su categoría, el premio estará destinado a su mayor desafío actual: acceder a “algo que nos ayude a tener la confianza en un implemento que realmente potabilice, porque OSE no llega al pueblo, no hay saneamiento, aunque sea el siglo XXI”.