Entre miércoles y jueves, expertos, gobernantes e integrantes de organismos internacionales están en Montevideo debatiendo sobre el enfoque que debe tener el uso de tecnología en la educación. Unesco eligió la capital uruguaya para presentar su Informe global de tecnología en la educación, que por primera vez tiene como sede a un país latinoamericano.
Según explicó a la prensa el director del Informe de seguimiento de la educación en el mundo de Unesco, Manos Antoninis, ello se explica porque es la primera vez que el estudio se presenta en español y, al mismo tiempo, por el desarrollo en la materia que tiene Uruguay, principalmente a través de Ceibal. Si bien el integrante de Unesco señaló que en un principio el programa no logró efectos en los aprendizajes de los niños uruguayos, destacó que los distintos gobiernos se siguieron preguntando cómo lograrlo, algo que consideró clave.
Precisamente, el plan devenido en agencia fue aludido reiteradamente en las actividades de este miércoles. De todas formas, el informe no hace foco en Uruguay, sino que abarca a cerca de 200 países del mundo que, justamente, presentan situaciones muy diversas en materia de conectividad y acceso a la tecnología: desde algunos que tienen grandes problemas de acceso a la electricidad hasta otros que usan reconocimiento facial para realizar el control de asistencia a clase, explicó Antoninis.
Según resumió, el informe presentado llama a los gobiernos a hacerse cuatro preguntas: si están realizando un uso adecuado de la tecnología, principalmente para la mejora del aprendizaje de los estudiantes; si es igualitario, es decir, si va a beneficiar a todos de la misma manera, y, en ese sentido, si es escalable para todo el sistema educativo, para lo que cobra importancia el costo; finalmente, la cuarta pregunta es si el uso de la tecnología es sostenible a largo plazo. En suma, señaló que los gobernantes también tienen que tener en cuenta las consecuencias sociales, por ejemplo, sobre la ciberseguridad o la protección de datos personales, al igual que las consecuencias para el medioambiente que tiene el mantenimiento de estos equipos.
En su comentario final sobre el informe, Antoninis señaló que, si bien es necesario seguir aportando evidencia en ese sentido, uno de los principales hallazgos del estudio es la relación entre el buen desempeño de los estudiantes en lectoescritura y el buen manejo de dispositivos en el entorno digital. Consultado por la diaria, el especialista señaló que es una línea de investigación que los distintos países deberían profundizar para relevar en futuros estudios. De todas formas, marcó la importancia de “dar un paso atrás” y atender los aprendizajes en áreas como lengua y matemática, que son una base importante para el desarrollo de habilidades digitales.
Problemas educativos y la incidencia de la tecnología
Una de las preguntas principales que se plantean en el informe es si la tecnología es capaz de “solucionar algunos de los problemas más importantes en materia educativa”, como la equidad e inclusión, la calidad y la eficiencia.
Más allá de que la tecnología tenga un “enorme potencial”, el texto asegura que existen diversas herramientas que “no se han diseñado para aplicarse en la educación”: “No se ha prestado suficiente atención a cómo se aplican en la educación, ni mucho menos a cómo deberían aplicarse en diferentes contextos educativos”, arguye.
Aún así, los expertos independientes manifiestan que la tecnología digital contribuye “a reducir el costo de acceso a educación para algunos grupos desfavorecidos: aquellos que viven en zonas remotas, están desplazados, tienen dificultades de aprendizaje, carecen de tiempo o no han podido aprovechar oportunidades educativas pasadas”.
Este aspecto es uno de los más desarrollados en el informe, ya que al mismo tiempo que la tecnología puede contribuir a una mejora en la equidad y la inclusión, y, aunque la tecnología digital “se ha extendido rápidamente, existen profundas brechas en su acceso”: por ejemplo, “los grupos desfavorecidos poseen menos dispositivos, se conectan en menor número a internet y cuentan con menos recursos en el hogar”.
Al respecto de la posibilidad de que las tecnologías digitales puedan incidir positivamente sobre la calidad de la educación, en el informe se sostiene que hay varias posturas: algunos plantean que “la tecnología digital crea entornos de aprendizaje interactivos, dinamiza la experiencia de los estudiantes, simula situaciones, facilita la colaboración y amplía las conexiones”, mientras que otros creen que “tiende a fomentar un enfoque individualizado de la educación, que reduce las oportunidades de los estudiantes para socializar y aprender mediante la observación del otro en contextos de la vida real”.
A su vez, al igual que la nueva tecnología “supera ciertas limitaciones, también genera sus propios problemas”. En ese sentido, delinearon algunas de las problemáticas que trae: “efectos adversos en la salud física y mental” debido al tiempo -en aumento- frente a las pantallas, también que “la ausencia de una regulación adecuada ha provocado el uso no autorizado de datos personales con fines comerciales” y, por último, que la tecnología digital “ha contribuido a difundir información errónea y discursos de odio, también a través de la educación”.
En ese marco es que se concluye que “la forma más prometedora de cambiar el panorama de la educación mediante la tecnología digital” puede que sea “a través de mejoras de la eficiencia”.
La equidad y la inclusión
Junto a la definición de que la tecnología tiene “el potencial” para solucionar los tres problemas descritos, se agrega que hay tres condiciones a cumplir para llegar explotar ese potencial: “Acceso equitativo, gobernanza y regulación apropiadas, y capacidad adecuada de los docentes”.
La tecnología es presentada en el informe como una gran herramienta para llegar a estudiantes de “difícil acceso”, que históricamente ha permitido abrir “las puertas de la educación a estudiantes con obstáculos importantes para acceder a escuelas y docentes bien capacitados”.
Especificaron que en cerca de 40 países se utiliza la enseñanza radiofónica interactiva, que en Nigeria desde 1990 se combina la educación radiofónica con materiales audiovisuales e impresos y que la televisión ha ayudado “a educar a grupos marginados, especialmente en América Latina y el Caribe”. Particularmente, se menciona el caso de México, donde se transmitía el programa Telesecundaria, “que combinaba clases televisadas con apoyo en el aula y una amplia capacitación del profesorado”, lo que hizo que aumentara 21% la matriculación en Secundaria.
Por otro lado, el informe de Unesco observó que los adultos han sido “el principal grupo objetivo del aprendizaje a distancia en línea”, lo que generó que las universidades logren ampliar la integración de adultos “laboralmente activos y desfavorecidos”.
Asimismo, asegura que la tecnología en formato inclusivo “fomenta la accesibilidad y la personalización para los estudiantes con discapacidad”. Empero, varios de los dispositivos que se utilizan en la educación “siguen sin ser accesibles ni asequibles en muchos países”, al mismo tiempo que “los docentes suelen carecer de formación especializada para usarlos de forma efectiva en entornos de aprendizaje”. Aún así, también relevaron que cada vez más, los “dispositivos especializados para obtener acceso a la educación, las plataformas y los dispositivos tecnológicos” incorporan funciones de accesibilidad.
En la línea del acceso, se da cuenta de que la tecnología ha sido capaz de respaldar la continuidad de aprendizajes cuando en el mundo han acontecido situaciones de emergencia, tal como sucedió con la pandemia por la covid-19. Sin embargo, paralelamente al logro del respaldo, se dejó “de lado a millones”.
Concretamente, la Unesco asegura que cuando las escuelas se cerraron, 95% de los ministerios de Educación implementaron medidas de aprendizaje a distancia, con un alcance potencial de alrededor de 1.000 millones de estudiantes en el mundo, empero, “el aprendizaje a distancia no alcanzó a un mínimo de 500.000 millones de estudiantes o el 31% mundial, que en su mayoría son los más pobres (72%) y los residentes de zonas rurales (70%)”.
En ese entendido, a pesar de que 91% de los países usaron plataformas en línea, “sólo llegaron a una cuarta parte de los estudiantes de todo el planeta” y, “para el resto, se utilizaron en gran medida intervenciones de baja tecnología, como la radio y la televisión, junto con materiales en papel y teléfonos móviles para aumentar la interactividad”.
Uno de los pros que visualizaron es que la tecnología puede facilitar la “creación y adaptación de contenido”, lo que “simplifica el acceso y la distribución” cuando se logra una digitalización de los contenidos. En relación, los materiales que son de libre acceso, “contribuyen a derribar barreras”, como “el tiempo, la ubicación y el costo”.
Aún así, también aseguran que la tecnología “puede reforzar la desigualdad existente tanto en el acceso a contenido como en su producción”. Es que, según evidenciaron, la gran cantidad de contenido producido “sigue corriendo a cargo de grupos privilegiados”. Con base en un estudio referido a “repositorios de educación superior con colecciones de recursos educativos de libre acceso”, se arribó a la conclusión de que casi 90% del contenido se había creado en Europa y América del Norte y que “92% del contenido de la biblioteca mundial OER Commons está en inglés”. “Esta circunstancia influye en quién tiene acceso al contenido digital”, sentenciaron.
El acceso y la docencia
La desigualdad también se evidencia en el acceso a la electricidad y los dispositivos: “En todo el planeta, una de cada cuatro escuelas primarias no tiene electricidad”, dice el informe.
En cuanto al acceso a internet, definido como “catalizador esencial de derechos económicos, sociales y culturales”, también manifiestan que existe una desigualdad. “En todo el mundo, el 40% de las escuelas primarias, el 50% de las de primer ciclo de secundaria y el 65% de las de segundo ciclo disponen de conexión a internet. En India, el 53% de las escuelas privadas y el 44% de las concertadas disponen de conexión, en comparación con sólo el 14% de las públicas”, especificaron.
Para que estos porcentajes crezcan, hay varias políticas que son aplicadas en los distintos países: cerca de 85% de los países del mundo cuentan con tales políticas, mientras que el 38% cuenta con” leyes sobre el acceso universal a internet”.
Por otro lado, si bien pusieron de manifiesto que distintos estudios realizados en las dos últimas décadas sobre la incidencia de la tecnología en el aprendizaje, los especialistas concluyeron que tiene “efectos positivos de bajo y medio alcance en comparación con la enseñanza tradicional”. También esgrimieron que “en las evaluaciones no siempre se aísla el impacto de la tecnología en una intervención, por lo que resulta difícil atribuir efectos positivos exclusivamente a la tecnología, y no a otros factores, como el tiempo de enseñanza adicional, los recursos o el apoyo docente”.
En relación con este último punto, un factor destacado es que, debido a los distintos obstáculos para integrar la tecnología en la educación, ya sea por “una infraestructura digital inadecuada” o por la ausencia de dispositivos, se hace más difícil que los docentes puedan adoptar la tecnología a sus prácticas. En una encuesta efectuada durante la pandemia a 165 países, se evidenció que “dos de cada cinco docentes usaban sus propios dispositivos y casi un tercio de las escuelas tenían un solo dispositivo para uso educativo”.
“La tecnología se utiliza para crear entornos de aprendizaje flexibles, involucrar a los docentes en el aprendizaje cooperativo, fomentar la mentoría y el acompañamiento experto, aumentar la práctica reflexiva, y mejorar los conocimientos pedagógicos y sobre materias”; “la tecnología está cambiando la capacitación docente”, concluyeron.