2022 terminó con críticas de docentes al cambio en las reglas de juego en la evaluación en centros de educación media, que fue definido por el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) a pocos días de terminar las clases. Si bien el año pasado se decretó el cese de la emergencia sanitaria por la pandemia de covid-19, en noviembre del año pasado el Codicen definió usar buena parte de los criterios para aprobar cursos que habían regido en 2020 y 2021, los años en que la pandemia generó más impactos en el rendimiento escolar.

Los cambios más importantes en la educación media fueron el descenso de 8 a 6 en la nota de exoneración de materias en bachillerato y la eliminación del número de inasistencias como un requisito para salvar el año. En su momento, el presidente del Codicen, Robert Silva, explicó que esos cambios tuvieron el objetivo principal de que los estudiantes no se desvincularan y permanecieran en el sistema, y que la evaluación de la medida fue positiva en el caso de Secundaria.

Las disposiciones, que fueron cuestionadas por su contenido y también porque fueron aprobadas en un momento del año en el que buena parte de los docentes ya había evaluado a sus estudiantes con otros parámetros, fueron obligatorias para los liceos y escuelas técnicas gestionados por la ANEP, pero optativas para la educación privada. Según un pedido de acceso a la información pública realizado por la diaria, sólo 32% de los colegios privados de Montevideo -donde se concentra la mayoría de estos centros- optó por cambiar las pautas para la evaluación y el pasaje de grado de los estudiantes en 2022. Por lo tanto, el 68% restante de los centros prefirió cerrar el año con la normativa vigente hasta ese momento y que se había aplicado antes de la pandemia.

En diálogo con la diaria, Pablo Cayota, exdirector del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) en representación de la educación privada y actual directivo del Instituto Santa Elena, dijo que “la mayoría de los centros resolvió mantenerse en el anterior sistema, entre otras cosas, porque se había comenzado el año con ciertas reglas de juego y transformarlo en el desarrollo del año generaba inconvenientes y mensajes contradictorios”. Además, sostuvo que la decisión también se ata a la forma en que cada centro educativo gestionó la pandemia, y una muestra de ello es que, pese a que en 2022 se volvió al régimen más exigente, ello no implicó que los resultados empeoraran significativamente en general en el sector privado. Al respecto, explicó que muchos colegios optaron por reforzar las tutorías y acompañamientos, incluso bajo la modalidad virtual.

Por su parte, Sergio Sommaruga, dirigente del Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras de la Educación Privada (Sintep), tampoco se mostró sorprendido por el dato. Según dijo a la diaria, se vincula con el pedido que la asociación de colegios realizó el año pasado para postergar la aplicación de la transformación educativa que promueve la ANEP. Para Sommaruga, los cambios en el régimen del pasaje de grado realizados el año pasado están “dentro de la filosofía” de la reforma y esta decisión de los colegios es “otro síntoma” de que los privados no ven con buenos ojos los cambios que se están introduciendo.

Sommaruga señaló que ese tipo de cambios que flexibilizan el pasaje de grado podrían ser “entendibles” en el momento de “mayor impacto” de la pandemia, pero “en un año curricular sin emergencia sanitaria no tienen mucho fundamento”. En particular, el dirigente de Sintep advirtió que los cambios en la calificación sirvieron “para deteriorar los términos de la evaluación del aprendizaje”. En ese sentido, evaluó que “la enseñanza privada trata de vender que logra mejores niveles de aprendizaje y mejores perfiles de egreso” y, en ese sentido, “parece ruidoso vender eso y adoptar un reglamento que claramente deteriora los términos del perfil de egreso”.

No obstante, Cayota descartó que la baja adhesión a las reglas de pasaje de grado hayan tenido que ver con un rechazo a los cambios curriculares, y advirtió que la modificación en un régimen de evaluación no debe confundirse con la mejora en los aprendizajes.

En suma, Sommaruga valoró que el “metamensaje” de la eliminación del límite de inasistencias “es tremendo”: “Vayas o no, es igual”, lamentó, y reclamó que la educación es “un proceso que requiere un vínculo”, por lo que “si el estudiante no asiste el proceso se ve hackeado”.

En la versión original de esta nota se afirmaba que el Ineed había medido el impacto de la eliminación del límite de inasistencias en las últimas semanas de clase en la educación media. Se trató de un error de lectura, ya que los datos relevados por el estudio corresponden a las últimas semanas antes de la realización del relevamiento para el informe Aristas Media.