Este mes Ceibal cumplió 17 años y, como todo aniversario, es una instancia propicia para hacer balances y proyecciones a futuro. Entrevistado por la diaria, Leandro Folgar, actual presidente del organismo, habló de lo que quedó tras la pandemia, de los desarrollos de inteligencia artificial (IA) generativa que el país necesita y de cómo ha sido durante este gobierno el vínculo con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Entre otros temas, también respondió sobre cómo es gestionar una política de Estado en un sistema político que no es muy proclive al reconocimiento de logros de gobiernos de otros partidos.
¿Qué quedó después de la pandemia a nivel de uso de plataformas y en los distintos programas educativos de Ceibal?
Durante la pandemia, por razones de respuesta a la emergencia tuvimos que desempeñarnos al mejor nivel posible en cada una de nuestras áreas. Después de que pasó el cierre de los centros educativos, Ceibal siguió en un ritmo de muchísima aceleración, en afianzar cosas que antes no podía brindar como servicio, porque no tenía ese volumen de usuarios. Dejó de ser una cosa que solamente usaba una parte de la población a ser un servicio fundamental. En 2019 no era tan así, era una parte crucial, pero no a ese nivel.
Un factor fundamental fue que Ceibal en este período genuinamente se transformó en un centro de innovación con tecnologías al servicio del sistema educativo. Hizo dos cosas distintas. Primero, concebirse dentro de un ecosistema de educación: la educación no la lleva adelante Ceibal ni la lleva adelante sólo la ANEP, la lleva adelante un ecosistema de organizaciones públicas que brindan educación a diferentes miembros de la sociedad. Ceibal tiene un papel interesante para jugar en tanto usina de innovación y de aceleración de procesos con tecnologías digitales, pero con otras cosas también. Ahí es donde están los crecimientos más grandes, una cercanía con la ANEP que no había antes, a nivel de niveles de información y de datos, y una renovación de tecnologías físicas y virtuales que se dio a velocidades increíbles.
En la pospandemia llegamos a 400.000 o 500.000 accesos diarios –en el pasado eran 20.000– y nos quedamos con 300.000. Sí, bajó el nivel de uso de la pandemia, pero ya no somos los mismos que antes, ni los docentes ni los estudiantes tienen los mismos comportamientos respecto de las tecnologías digitales que tenían antes. Después de lo que ha pasado y de las transformaciones por las que Ceibal ha pasado, está habilitado también a hablar de lo pedagógico. Antes quedaba un poco relegado: Ceibal era el que enchufaba los cables, el que entregaba la computadora, pero no necesariamente era un actor que tenía cosas para decir en la formación docente, en lo pedagógico, en las plataformas, en los contenidos de educación, y eso también cambió definitivamente.
¿Cómo ha sido el vínculo con las autoridades de la ANEP y a qué atribuís ese cambio en el actual gobierno?
Una de las cosas que vimos fue el ir migrando de una organización más centrada en la oferta a una más centrada en la demanda. Esto no fue por un único factor; la pandemia también aceleró procesos, pero encontramos a una ANEP mucho más clara en qué necesitaba de Ceibal y de las plataformas. Eso ayuda muchísimo a una organización que se dedica a utilizar sus habilidades para remover obstáculos y generar soluciones. Pero no sirve de nada que Ceibal sea innovador si no hay células de innovación creciendo en todas las comunidades educativas del país. Si somos un centro de innovación al servicio de la política educativa, uno de nuestros indicadores tiene que ser cuánto están pudiendo innovar los centros educativos a partir de las cosas que podemos acercar o a partir de nuevas maneras de hacer. Tenemos muchísimo por andar todavía en esa gimnasia de colaboración; son dos organizaciones con culturas distintas, con tiempos de funcionamiento distintos, con autonomías distintas y que necesitan una de la otra.
¿Cómo cambió el vínculo con el sistema educativo a partir de la inclusión en la currícula de asignaturas como Ciencias de la Computación?
Que la ANEP haya incluido dentro del currículum nacional pensamiento computacional, que Ceibal haya estado involucrado en ese proceso y que lo que veníamos trabajando haya influido en la percepción de la ANEP de lo que el país necesitaba es una excelente señal. La llegada directa que tenemos ahora con los docentes y las familias no la teníamos antes. ¿Cómo se materializa en la práctica Ciencias de la Computación, que está incluido en la currícula nacional? En gran parte, a través de clases por videoconferencia que un docente remoto entrega con un docente presencial, hacen una pareja pedagógica y entregan esa lección a un montón de estudiantes en todo el país. También sucede con Ceibal en inglés, pero cada vez hay más lugares donde hay equipos de Ceibal y de la ANEP desarrollando la tarea educativa en conjunto o más unidos.
La ANEP define hacia dónde se va y Ceibal, como un actor que trae innovación, asegura y garantiza que el futuro sea más abarcable para un sistema educativo público nacional; que el futuro esté accesible, que las tecnologías digitales no sean abrumadoras, que la IA llegue de una manera virtuosa al sistema educativo. El futuro nos depara tener estructuras mucho más claras en las que las organizaciones saquen el mayor provecho una de la otra.
Marina Bers hablaba de la necesidad de generalizar el pensamiento computacional y de que eso empiece a estar en la currícula más temprano. ¿A qué distancia estamos de un paso de ese tipo?
Es lo que pasó en Uruguay, que había comenzado experimentalmente concursos de pensamiento computacional, que en definitiva es el precursor de Ciencias de la Computación, en cuarto, quinto y sexto de escuela. La ANEP decidió que esto era importante desde el primer año de educación primaria y Ceibal no tenía desarrollado nada para primero, segundo y tercero de escuela. Sin embargo, se encontró que con pedagogías menos basadas en dispositivos y más en papel había buenos programas para esas edades tempranas. Estamos teniendo un nivel de éxito que no esperábamos.
El pensamiento computacional es bastante nuevo: en 2006 se empezó a hablar del tema, en 2011 empieza a llegar a los centros educativos. No hay suficiente evidencia acumulada para decir que es la solución para todos. Sin embargo, sí tenemos evidencia suficiente para decir que es un vehículo que los docentes están disfrutando mucho con sus estudiantes, está entregando aprendizajes y hace que la tecnología se vuelva menos intimidante para un montón de actores del sistema educativo. Además, dentro de ese embalaje van otras disciplinas: matemática, lengua, pensamiento crítico, creatividad; un montón de otras competencias que ahora, como tenemos un currículum basado en competencias, entran dentro de este paraguas más grande.
Traemos a estos especialistas para pensar fuerte sobre estos temas, pero la única duda que no me cabe es que lo vamos a tener que revisar cada dos o tres años.
¿Qué margen de incidencia tiene el sistema educativo para direccionar el tipo de uso y la forma en que nos vinculamos con la IA generativa?
Sacamos el marco referencial de IA a nivel nacional y ahora estamos en vías de presentar un libro sobre IA en educación en Londres. Además, hace poquitos días Ceibal ha sido reconocido como caso por una publicación del Foro Económico Mundial por cómo lleva la IA a las aulas. No sólo les está enseñando a estudiantes qué es declarativamente, sino que estos están aprendiendo a entrenar sus propios modelos.
El primero y principal desarrollo que se necesita es la formación para docentes y estudiantes. La tenemos, hay que seguir masificándola y obviamente tenemos mucho por andar. Por otra parte, la tecnología aplicada en los ámbitos administrativos, es decir, en los softwares que utilizamos. Estamos en un proyecto con Unicef en el que se utiliza IA para generar libros de texto más inclusivos. Después, la IA embebida dentro de software concreto –por ejemplo, las plataformas Matific, Crea y demás– utilizan IA para ofrecer más personalización, mejor retroalimentación, corrección en tiempo real. Por ejemplo, ahora estamos entrenando una herramienta para asistir en los exámenes orales de inglés que te permite practicar sin tener la necesidad de esperar a tener un profesor.
Hoy Ceibal está explorando siete proyectos con IA, hay otro para retroalimentación en tiempo real o para corrección dentro de Crea, y hasta para planificación de parte de los docentes. Vamos a tratar de construir un entorno y estamos trabajando en eso, en donde los docentes y los estudiantes puedan probar estas tecnologías de manera segura. El concepto es autodeterminación, que, en definitiva, es lo más controlado posible por nosotros.
¿Con qué enfoque trabajar para evitar que estas tecnologías terminen afectando algunos aprendizajes importantes y, por ejemplo, nuestro vínculo con el lenguaje?
La discusión de fondo es la misma que tuvimos con otras tecnologías: como la IA es tan disruptiva y dado el tipo de vínculo con el ser humano, con las tecnologías digitales anteriores nos quedaba mucho más claro que eran una herramienta que nosotros usábamos como y cuando queríamos. La IA está tan embebida en un montón de soluciones que usamos todos los días, que es imperceptible y que no necesariamente la usamos, estamos interactuando. Es una tecnología que se ha vuelto un complemento cognitivo del ser humano; es decir, con una IA asociada a un modelo de lenguaje puedo pensar en conjunto con esa tecnología.
Que esa tecnología se comporte de esa manera no quita del medio la obligación que seguimos teniendo como sociedades: que nuestras futuras generaciones se desarrollen al máximo posible para poder desplegar un proyecto de vida feliz y, además, proyectarnos hacia el futuro. Seguimos necesitando que los niños y niñas de mi país desarrollen sus funciones ejecutivas al máximo posible. Si hay una herramienta que hiere esas posibilidades, tengo que ver cómo usarla de manera controlada, pero no es la primera creación humana que puede afectar el desarrollo de las funciones ejecutivas de nuestras futuras generaciones. La competencia por la atención de los seres humanos desde que se ha creado el mercado del entretenimiento digital es un problema. El celular per se no es el problema, sino las aplicaciones que están instaladas en el celular, que están diseñadas de tal manera que todo el tiempo están compitiendo por tu atención, porque es lo que pueden monetizar.
En una charla que organizó el Centro de Estudios del Desarrollo hablaste de generar más datos y en tiempo real para el diseño de políticas educativas. ¿A qué te referías en concreto?
Durante la pandemia creamos la Mesa Interinstitucional de Datos, entre la ANEP, el Ineed [Instituto Nacional de Evaluación Educativa], Ceibal y MEC [Ministerio de Educación y Cultura], donde generamos un lago de información que se comparte y se puede cruzar. Ahí empezás a ver otras cosas que no veías antes: cuánto podemos confiar en las bases de datos que tenemos, con qué nivel de frecuencia se actualizan, qué tan oportuna es esta información. Voy a poner un ejemplo ficticio: supongamos que la plataforma Crea reportara datos de los estudiantes con seis meses de retraso y que la información que estamos viendo ahora es de julio o de octubre del año pasado. Esa información potencialmente es útil, pero es una foto de hace seis meses. Mucha de la información con la que contamos no es información que podamos accionar en tiempo real. Tenemos información, por ejemplo, en el caso de las plataformas, que está instantáneamente, pero hay otra información que viene con otro tiempo.
A eso me refería: ir construyendo, fortaleciendo la infraestructura tecnológica de cada organización que aporta datos de tal manera que la información sea comparable, cruzable y, a su vez, informativa para cada uno de los actores de este ecosistema de educación. A quienes están diseñando políticas educativas les interesará ver algo, a quienes están en el aula con la tarea pedagógica les interesara ver otra cosa, a quienes están dirigiendo el centro educativo y a los equipos docentes otra cosa, y a quienes están supervisando toda esa tarea les interesará ver otra cosa. Hay que hacer tantos cortes y procesamientos como actores involucrados hay, y para eso se necesitan equipos, infraestructura, pero sobre todo que técnicamente la información que se releva y se pone al servicio tenga un criterio.
Hay quienes valoran el estancamiento de aprendizajes como una suerte para el país porque estuvo la pandemia, pero otros marcan que se debería haber logrado una mejora. ¿De qué manera puede contribuir Ceibal a la mejora de aprendizajes en algunas áreas como lengua o matemática?
Primero me quiero sumar a la primera afirmación; la pérdida en el mundo fue brutal, que hayamos podido sostener cierto nivel de desempeño y no hayamos perdido a gran cantidad de estudiantes en el camino es una tremenda noticia y logro para el país. No fue de Ceibal, no fue de la ANEP, fue de los docentes que, utilizando esas herramientas, pudieron sostener a los estudiantes. No creo que hubiera sido posible mejorar los niveles de desempeño en ese contexto durante dos años, sumado al estrés postraumático del año siguiente, al menos un año más.
Más allá de eso, el potencial para crecer en esas áreas es gigante y si se da este vínculo virtuoso y sinérgico entre Ceibal y los diferentes subsistemas de la ANEP, hay mucho potencial para crecer. Se requiere un trabajo muy importante de planeamiento: este es el currículum nacional, la cancha en la que se juega, estos son los jugadores, pero el sistema de juego hay que planearlo. ¿Cuánto vamos a usar Matific, que es la plataforma de matemática de los más chiquitos, en primero, segundo y tercero de escuela? ¿Cómo se la va a acompañar y se va a medir si está teniendo impactos en la enseñanza de matemática? ¿Cómo vamos a formar a los docentes para poder usar Matific de manera positiva? Sólo para decir un ejemplo.
La infraestructura está, la intención está. Acá hay un departamento de matemática y un departamento de lengua que están al servicio de la formación de los docentes, de la disponibilidad de esas plataformas. Pero después tiene que haber un plan de cómo vamos a usar esto intencionalmente para lograr mejorar el desempeño en tal o cual área.
Has hablado de Ceibal como política de Estado, pero al mismo tiempo jerarcas de los gobiernos pasados marcaron que las actuales autoridades han sido muy críticas con lo que pasaba antes, e incluso que no se ha reconocido debidamente al expresidente Tabaré Vázquez. ¿De qué manera la política de Estado convive con la lógica político-partidaria en Uruguay, que desincentiva el reconocimiento de personas de otros partidos?
Creo que es lógico, pero no nos tiene que distraer de poder mirar más allá. Nadie niega que Ceibal se inició durante el gobierno de Tabaré Vázquez, en un momento muy particular, del primer gobierno del Frente Amplio [FA], con un montón de esperanzas y de anhelos, y el camino que recorrió es gigante. Pero también lo que era Ceibal en aquel 2007 y lo que es hoy son cosas totalmente diferentes; ha ido evolucionando de manera sistemática desde aquel entonces, por fortuna. Ceibal dentro de su creación tenía el programa de salud bucal y ocular de primaria, que se quería lanzar en aquel momento. Era un vehículo para lanzar un montón de políticas que se quería hacer, pero después fue tomando su propia impronta. Encontró un espacio y fue creciendo como capas geológicas de evolución, haciendo cosas distintas.
Como tiene ese lugar y para el FA es un hito fundamental, asociado a uno de sus referentes más importantes del último tiempo, tiene lógica la tentación de tratar de apropiárselo en todos sus componentes. Pero obviamente eso tiene el peligro de dejar de reconocer que una política de Estado no es tal porque alguien la creó. Es una política de Estado porque alguien la creó y después alguien más la continuó, la transformó y la siguió continuando. Si uno mira, son tres gobiernos del FA, pero después hay un cuarto gobierno de un signo político diferente que también decidió continuarlo y le dio un montón de autonomía y de posibilidades. El tema es cómo darle en su justa medida el espacio a que una política de Estado se crea, pero quien la transforma a veces en una política de Estado es quien la continúa.
Hay un peso importantísimo en quien continúa algo, que en política a veces no se valora mucho porque parece que inventar valiera más que continuar. Sin embargo, como país nos congratulamos de que somos muy continuistas y respetuosos de las instituciones y la democracia. Si Ceibal es sólo el proyecto de una persona, se pierde el potencial de que sea algo de todos los uruguayos. Desde aquí lo que se ha intentado y está más que a la vista es reconocer, valorar, incrementar. De hecho, el comentario puntual de no reconocimiento a Tabaré Vázquez vino por la celebración de los 15 años, cuando en el video de apertura estaba Vázquez entregando la primera ceibalita, se le entregó un reconocimiento al presidente anterior de la organización, no era un acto político e incluso después salió el presidente de la República a decir que faltó ese reconocimiento y me parece perfecto. Si había una sensibilidad política herida, está perfecto que se pronuncien al respecto, pero creo que tenemos una gran oportunidad de encontrar esos espacios donde la continuidad ha sucedido de manera virtuosa y con respaldo, y no herirla con estas disquisiciones de si esto es mío o es tuyo. Acá hay 500 personas que se levantan todos los días para estar al servicio del país y quienes son las que han reconstruido esto cada vez, para que sea lo que es hoy.
¿Cómo ha ido variando el vínculo y la apertura de los docentes con las herramientas que pone a disposición Ceibal? Todavía persisten críticas de algunos actores organizados que cuestionan el tipo de administración de la agencia o el vínculo que establece con algunos organismos internacionales.
Es una tremenda alegría y es por diseño. Parte del objetivo de este período tenía que ver con llegar a las personas a las que nos debemos con nuestro servicio. Ver que hay una impronta en la que los docentes confían en Ceibal. Es el lugar que eligen para seguir formándose, donde encuentran un aliado. Está bien que la gente levante sus dudas sobre con quién tiene que vincularse o no la organización: esto es de los uruguayos, está financiado por dinero de los contribuyentes. Pero, por otro lado, qué ventaja contar con una organización que puede dialogar con todas esas otras organizaciones sin verse influida, sumando a la autonomía, a la autodeterminación digital y a la soberanía digital, y no viceversa. Uruguay tiene la posibilidad de elegir lo que quiere con respecto a tecnologías digitales. En la gran mayoría de los países eso es mucho más difícil, porque el campo de juego entre las grandes tecnológicas y la educación pública no está nivelado como acá. Por contar con una organización como Ceibal, acá las conversaciones son de igual a igual, permiten que nos podamos salir en cualquier momento, que nosotros podamos elegir quiénes son nuestros socios y a qué nivel dejamos que ingresen a nuestro sistema educativo. Permite, a su vez, tener independencia en la información, en los sistemas que usamos, y es talento uruguayo que todos los días trabaja para que la infraestructura de conectividad funcione en cada centro educativo, las plataformas estén disponibles y demás.
Está bien que todavía quede gente con sospechas, suspicacias, no sé cómo llamarle, pero la invitación es a que vengan, lo vean, que lo conozcan. Ceibal es la segunda organización más transparente del país. Está el Banco Central, y el LATU y Ceibal en el segundo lugar del índice de transparencia. Vamos a seguir comprometidos, pero hay poco más que podamos hacer para mostrar todo lo que hacemos de todas las maneras posibles, y ese es un compromiso de Ceibal, que es la única respuesta que seguimos encontrando para este tipo de dudas y cuestionamientos.