Hace 50 años que el Jardín de la Asociación de Bancarios del Uruguay (AEBU) –y desde hace ya algún tiempo atrás, también Extensión Escolar– intenta hacer que el que transcurre en el centro sea “un tiempo distinto al de la vida”: “Entran acá y algo se detiene, es un paréntesis, porque el tiempo tiene que ser distinto para combatir o compensar todo lo que pasa en la vida, incluidos los adultos que estamos acá, para llevar a esa pausa y cambio de ritmo”.

El objetivo: “Acompañar a las infancias con mucha calidad y calidez” e “ir al encuentro con los otros”. Así lo manifestaron a la diaria dos de las integrantes del equipo de dirección del jardín: Andrea Pereiro, su directora, y Amparo Delgado, coordinadora de Extensión Escolar de AEBU.

Justamente, el origen fundante del centro educativo, que nació como jardín y guardería en marzo de 1974, fue “dar cobijo, resguardo, rescatar el cuidado de las infancias desde un lugar de alegría, en un contexto muy gris”, explicó Pereiro.

50 años atrás, el período dictatorial ya había comenzado. En ese marco, aseguraron que el jardín surgió y funcionó como un “lugar de resistencia” que fue reconocido el año pasado con una placa en la fachada del edificio, avalada por la Comisión Nacional Honoraria de Sitios de Memoria y propuesta por exalumnos, maestras jubiladas, funcionarios y dirigentes de AEBU.

El sindicato, en tanto, es parte de las características fundamentales y particulares del jardín. Delgado esbozó que la intención del centro educativo durante el terrorismo de Estado era “que la vida siguiera latiendo pese a lo que estaba pasando”, sobre todo, considerando que “muchas de las familias y maestras que venían a este lugar pertenecían al sindicato y había una persecución concreta a los trabajadores” por parte de las Fuerzas Armadas.

“Se habla del lugar de AEBU como una mirada integral a los trabajadores: la reivindicación no sólo es económica, del orden laboral, sino de la vida cultural. Por eso, el jardín surge para el cuidado de sus hijos e hijas, dando respuestas a esas necesidades”, complementó Pereiro.

Eso no cambió luego de la salida democrática. De hecho, Delgado aseguró que ser un centro educativo dentro de un sindicato es su “gran brújula” a la hora de pensar en cada paso que dan. “No somos un centro educativo como cualquier otro, porque somos parte de un sindicato y eso nos compromete a que haya un diferencial, sobre todo desde el punto de vista lucrativo, que este jardín no lo tiene, y que, además, recibe apoyo de mucha gente, de los trabajadores afiliados al sindicato”, esgrimió.

Jardín de AEBU.

Jardín de AEBU.

Foto: Mara Quintero

A partir de 1986 el jardín comenzó a recibir un “aporte significativo de la banca privada, como responsabilidad empresarial, como cuidado, y potenciando un lugar de desarrollo, de crecimiento de las infancias que después van a ser futuros ciudadanos”, explicó Pereiro.

Al momento de cumplir los 50 años “siguen estando los cimientos fundantes de ese origen, pero también con los cambios y movimientos que la vida en sí misma tiene”, aseguró, en referencia a que las necesidades de las familias y las infancias son distintas de las de 1974.

El funcionamiento y los movimientos

La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) marca parte de los caminos del jardín. Sin embargo, también está la propuesta de cuatro horas, a contraturno de las escuelas públicas. La coordinadora del área narró que, a medida que crecían los niños y niñas, “rápidamente aparecía la necesidad de qué hacer después de los cinco años”. Por eso surgió la idea de “pensar un espacio para niños que ya están en la escuela”, en una época en la que no existía el tiempo completo ni extendido. Desde entonces, también decidieron cambiar el nombre del centro educativo: quitar “guardería” para que pudiera visualizarse “la impronta pedagógica”, pero también el “cuidado”.

Pereiro especificó que la propuesta de “extensión escolar” surgió en sintonía con los cimientos del jardín, de “poder dar respuestas a las necesidades de la familia”: “Es un complemento que enriquece y potencia, desde lo deportivo, el inglés, las áreas artísticas”.

Hasta este año la propuesta ha sido el jardín hasta los cinco años y luego la posibilidad del contraturno hasta sexto de escuela. A partir del año que viene se implementarán dos nuevas iniciativas. Delgado narró que “desde hace tiempo se vienen bajando las edades [de cobertura]: llegamos a nueve meses y la idea es llegar a tres meses, porque ahí está la necesidad de cuidado donde el Estado no está respondiendo, y para el año que viene también que nivel 5 pueda sumarse a la propuesta de extensión escolar”.

Desde el origen el proyecto de centro educativo es llevado adelante por maestras recibidas. Hay un equipo de dirección, secretarias, psicólogos, psicomotricistas, talleristas de música y corporal, teacher de inglés, funcionarios de cocina. Además de lo que pasa dentro de las aulas y el patio, tanto Delgado como Pereiro destacaron lo que pasa fuera de los edificios que los albergan: “A partir de nivel 3 vamos al club deportivo a hacer gimnasia y piscina. También vamos a granjas, museos, bibliotecas, lugares de fotografía”. “Para que se potencie el desarrollo integral de los niños es necesario abrirlos al mundo, a la cultura”, manifestó Pereiro.

Andrea Pereiro.

Andrea Pereiro.

Foto: Mara Quintero

“A la institución también la hace el territorio, lo que tiene en el entorno”, complementó Delgado. Además de destacar que el sitio donde se encuentran ambos edificios, en Ciudad Vieja, es pleno centro cultural, Pereiro subrayó las posibilidades que brinda el propio sindicato, como la sala Camacuá, un club deportivo, una radio.

Para conmemorar los 50 años

En el marco de su quincuagésimo aniversario, son varias las actividades que están llevando adelante. Este año significa para el equipo “una pausa, un mirar para fortalecernos con toda la historia, en un presente que proyecta futuro”, dijo la directora.

Bajo esa consideración, Delgado especificó que uno de los objetivos es “fortalecer la trama de vínculo que hay con las maestras y las personas que hicieron la institución en todos estos años”. Por tanto, realizarán un encuentro entre las ex y las actuales, para intercambiar desde las distintas generaciones que pasaron y las que están actualmente trabajando en el jardín.

Por otro lado, en la línea de fortalecer la institución a través del entramado, Pereiro contó que desde el área de comunicación y propaganda están recogiendo historias de niños, niñas y familias que han transitado por el centro educativo, para “fortalecer la historia”. Además, en sintonía con los festejos que hacen cada año bajo el título “Fiesta en la calle”, que convoca a todo el barrio y a personas vinculadas al sindicato, harán una convocatoria con torta y la intención de cantar “Feliz cumpleaños”, para también involucrar a las infancias que hoy forman parte de la institución.

La semana pasada realizaron un conversatorio abierto para todo público, gratuito, con diversos especialistas a quienes reunieron con el fin de reflexionar e intercambiar sobre la primera infancia. Delgado recordó una de las frases que más le resonaron del evento: “Somos una sociedad, un país tremendamente injusto con las infancias”.

Justamente, explicó que el motivo de la realización del conversatorio fue visualizar “qué les está pasando a las infancias”, “qué responsabilidad tenemos los adultos” y también “qué podemos hacer diferente”.

Jardín de AEBU.

Jardín de AEBU.

Foto: Mara Quintero

En este sentido, Pereiro retomó otra de las ideas que surgieron a partir del conversatorio: “la responsabilidad del adulto de mostrar el mundo, la cultura, dejando que ellos se vayan apropiando, generando significados distintos de los nuestros, haciéndose preguntas distintas de las nuestras, generando lo divergente que ellos pueden traer”; “la responsabilidad de acompañarlos, pero no que sean a nuestra semejanza”.

Para Delgado, la injusticia con las infancias se vincula con que “el Estado no invierte lo que tiene que invertir para que esto mejore, y desde todas las responsabilidades de los adultos, la tecnología y el aceleramiento, se están generando unas dificultades muy grandes para estar bien cuidadosos y atentos a las infancias”.

Sin embargo, aseguró que es responsabilidad de la adultez “demostrarles que lo que puede venir puede ser mucho mejor. No es quedarnos con una visión apocalíptica de esto que está pasando, sino al revés, que nos impulse a que hay muchos recursos y muchos responsables a los que hay que exigirles y otros que podemos asumir, para que haya un porvenir que mejore un poco este estado de situación, y abrirles el mundo a los niños de a poco”.