“La solidaridad es la ternura de los pueblos” es la frase con la que el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Educación Privada (Sintep) convocó a interesados en sumarse a sus brigadas pedagógicas de este año, que fueron lanzadas públicamente en 2024. Según explicaron a la diaria Christian Quintero y Pablo González, secretarios de Formación y Organización del Sintep, respectivamente, se trata de una iniciativa que busca acercar al movimiento sindical a las necesidades de la gente en barrios donde existen mayores carencias.
Señalaron que las brigadas están funcionando en distintos territorios de Montevideo y la Costa de Oro, y el trabajo más consolidado se lleva adelante en Bella Italia, en el noreste de la capital. El sindicato trabaja a partir de pedidos desde colectivos organizados, que trasladan una necesidad concreta a ser atendida. Luego, el sindicato hace una convocatoria interna y, si hay posibilidades de sostener el espacio, se comienza a trabajar en el territorio. “Ese pedido, cuando dialoga con nuestras posibilidades, construye la demanda”, resumió González, quien agregó que las brigadas son muy respetuosas y tienen en cuenta especialmente saberes y experiencias previas del territorio en el que trabajan.
Quintero sostuvo que también tuvieron en cuenta experiencias previas similares, que, de hecho, fueron la inspiración de la iniciativa del Sintep. Entre otras, mencionó las brigadas del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos y, más atrás en el tiempo, las misiones sociopedagógicas de mediados del siglo pasado, que tuvieron a los maestros Julio Castro y Miguel Soler Roca como sus principales referentes. En ese sentido, resumió, la propuesta consiste en que “una parte del pueblo”, en este caso de la clase trabajadora organizada, “vuelque un conocimiento específico como forma de contribuir socialmente a que determinados sectores puedan salir adelante”.
Destacó que las brigadas también sirven para avanzar en dos importantes desafíos del movimiento sindical en Uruguay, que se plantearon en el último congreso del PIT-CNT. Por un lado, mencionó la necesidad de construir un programa para la construcción del Uruguay del futuro, que tenga una mirada estratégica y permita “salir de la lucha parcial” y la reivindicación concreta.
Por otro lado, Quintero señaló que la iniciativa también contribuye a fortalecer la representatividad del movimiento sindical y a la necesidad de “construir puentes” con sectores a los que el PIT-CNT no representa formalmente, de forma de que se sientan parte de la clase trabajadora. Entre otros, mencionó a quienes tienen trabajos informales o zafrales, a los trabajadores “precarizados o que no tienen experiencia en organización sindical” e incluso a quienes “tienen una mala visión de los sindicatos”. “La brigada tiene un rol clave, que es el de tender puentes en los barrios para, a partir de un saber concreto, colaborar con los vecinos y vecinas para organizarse y que puedan adquirir un conocimiento específico que el día de mañana les permita tener oportunidades laborales”, resumió.
El integrante de Sintep destacó que la iniciativa también apunta a darle relevancia a la dimensión colectiva de los problemas, así como a buscar sus posibles soluciones, en un momento en el que el individualismo hace cada vez más difícil que las personas lo entiendan de esa forma. Por ejemplo, mencionaron que la que antes se definía como “clase obrera” y posteriormente como “clase trabajadora” actualmente se autopercibe como “clase media”, percepción que la aleja de la perspectiva de clase y la lleva a preocuparse más por aspectos individuales, lo que las vuelve funcionales a los intereses de los sectores hegemónicos de la sociedad.
Combate a la pérdida de representatividad del movimiento sindical y al discurso de la ultraderecha
Precisamente, esa mirada individual de los problemas y la “fragmentación de la clase trabajadora” es la que, según Quintero, llevó a que el movimiento sindical “perdiera cancha y representatividad en sectores populares”. Aseguró que esa representatividad está en muchos barrios en disputa ante “el fascismo o la ultraderecha”, que también “tienen una base social popular”.
Al respecto, González señaló que muchas veces los discursos de la derecha producen “una enajenación” de las personas hacia sus propios vecinos, a quienes, por ejemplo, se refieren despectivamente como “los negros del cante”, para quienes piden represión. El sindicalista relaciona esto con “una falta de conciencia sobre lo común”, que se plantea como algo natural y, por ejemplo, hace que se discuta sobre otros temas, como la nueva agenda de derechos. “La derecha coloca a la nueva agenda de derechos como un enemigo, pero en realidad todo este terreno que ya ganó lo da como consolidado”, indicó.
El sindicalista agregó que ese avance de la ultraderecha también tiene que ver con un “retroceso de la izquierda”, que “se corre hacia el centro” y “deja de lado la desigualdad como patrón estructurante” de los problemas sociales. “Dejás de decir cosas que ya no son permitidas y la derecha empieza a decir cosas que antes tampoco eran permitidas. Correr todo el espectro político subjetivo es una victoria y a veces nos cuesta verla”, lamentó. De todas formas, sostuvo que las brigadas también sirven para desnaturalizar esas concepciones y reflexionar sobre “qué cosas hemos dejado de hacer y por qué”.
Quintero, por su parte, consideró que en este escenario “hay un discurso hegemónico dominante que se instaló y que tiene que ver con el sálvese quien pueda y con la meritocracia”. Según analizó, la “derrota ideológica” es “propia de la dinámica de lucha de clases” y puede revertirse. En ese sentido, dijo que es necesario salir del lugar de “juzgamiento moral” y debe entenderse por qué ese discurso permea en muchas personas de barrios populares.
“Si no tenés las condiciones mínimas de vida resueltas, si se te inunda la casa cuando llueve, si te roban cuando salís a la calle, si andan a los tiros en el barrio, si tenés que esperar cuatro meses cuando querés ir al médico, si no comés y tenés que ir al liceo, es obvio que no te va a dar por pensar en cómo está el otro”, sostuvo. Quintero destacó que hay muchos actores que en territorio están peleando a diario contra esas concepciones e intentando mostrar que los problemas son comunes, y entre ellos mencionó algunas políticas públicas, cooperativas y organizaciones vecinales. No obstante, dijo que es una lucha “desigual” para la que es necesario aunar esfuerzos.
El alcance limitado de las políticas públicas
Tanto Quintero como González trabajan en un centro juvenil de Bella Italia y son autocríticos con el rol que han jugado ese tipo de políticas, tanto por su diseño como por la concepción que muchas veces tienen los profesionales de su propio trabajo. Señalaron que esto no sólo tiene que ver con el debilitamiento de las políticas públicas territoriales durante el gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou, ya que muchos de los problemas de los vecinos estaban presentes antes de 2020.
Si bien Quintero reconoce “avances” logrados durante los gobiernos progresistas, por ejemplo, en la redistribución de la riqueza y en la orientación de las políticas públicas, estas se han dado “en el marco de una perspectiva asistencial, que no resuelve” los problemas de fondo. Al respecto, lamentó que “hay poca perspectiva de que eso se vaya a resolver” durante el actual gobierno, sobre todo a partir de declaraciones del actual ministro de Economía y Finanzas y de otros jerarcas. Lamentó que no se van a poder concretar alternativas para costear el combate a la pobreza infantil, por ejemplo, mediante un impuesto del 1% de su riqueza a quienes tienen más recursos en la sociedad. “Hoy el discurso es que para que cierren los números y la macroeconomía nos deje a todos tranquilos esto no lo vamos a poder hacer”, lamentó.
El integrante de Sintep sostuvo que “estamos en un problema muy grande” cuando ni siquiera se puede plantear “la posibilidad de sacarle a la minoría privilegiada para distribuir”, ya que quienes lo proponen son acusados de ser “criminales comunistas sesentistas que lo que quieren es abolir el Estado”. Según analizó, eso “tiene que ver con las propias limitaciones que el progresismo tiene como gobierno, en el sentido de querer distribuir en un contexto de crecimiento económico a través de un pacto social entre los poderosos y las minorías”. “El problema está cuando no hay crecimiento o el pacto social no se puede cumplir”, sostuvo.
Respecto de este tema, González planteó que las brigadas también apuntan a “construir un nuevo Estado” y más democracia. En ese sentido, dijo que la construcción colectiva con otros actores no implica desconocer la responsabilidad del Estado para garantizar los derechos de la población, sino, por el contrario, sirve para unificar demandas y hacerlas notar con mayor claridad.
Sobre las políticas públicas llevadas adelante en territorio durante los gobiernos progresistas, González cuestionó que la llegada de técnicos muchas veces implicó el retiro de los vecinos de espacios que históricamente habían ocupado. Eso no ha contribuido a la consolidación y la evolución de esos espacios, firmó, ya que las políticas han implicado, en su mayoría, una forma de “apaciguar” algunos malestares sociales, lo que ha echado por tierra la posibilidad de transformaciones más profundas. Por el contrario, entendió que una parte fundamental del trabajo de los técnicos es organizar a la comunidad para “generar conciencia”, ya que, de otra forma, se está “adormeciendo” a la ciudadanía.
“Si yo, como el progresismo, genero políticas focalizadas –como Jóvenes en Red, Uruguay Crece Contigo, Equipos Territoriales de Atención Familiar–, pero estas no dialogan con las políticas universales, construyo guetitos ahí, además, con 150 ONG [organizaciones no gubernamentales] que ninguna tiene diálogo con nadie. Vos tirás trabajadores al territorio, pero nunca se da una unificación. Entonces, son políticas focalizadas que están prendidas de un hilo y cuando viene el mínimo retroceso se barren”, analizó.
Las brigadas y su llamado a actuar como movimiento sindical, más allá de sindicatos y diferencias ideológicas
González destacó que en el último congreso del PIT-CNT se presentó una moción, que fue aprobada de forma casi unánime, en la que se planteó cómo llevar adelante el programa aprobado por la central sindical y que, justamente, apunta al trabajo territorial de sus brigadas. Al respecto, planteó que se busca que el trabajo se haga en unidad y que queden al margen las diferencias ideológicas que muchas veces emergen en las discusiones políticas.
En ese sentido, sostuvo que la idea es que los sindicatos que estén en condiciones de crear su brigada puedan hacerlo. Mientras tanto, los colectivos que no las tengan “pueden alentar a que sus afiliados se sumen a otros espacios”, lo que también contribuye a fortalecer la idea de movimiento sindical. A su vez, incluye la idea de “vincularse a organizaciones sociales que ya tengan un acumulado territorial”, algo en lo que los trabajadores sindicalizados han tenido “grandes dificultades”, dijeron los integrantes de Sintep.
“La perspectiva común que logra que se impulse esa moción y se vote ataca la naturalización de que las cosas son así. Eso está impregnado en nuestra sociedad y es funcional a que las cosas sigan siendo así. Entonces, coloca la perspectiva y hace una invitación a transformar y a interpelar esa realidad”, valoró González, quien señaló que “cada sindicato hace un montón de cosas solidarias, pero la pregunta es qué cosas hacemos juntos”. Precisamente, las brigadas pedagógicas son un espacio propuesto y desarrollado por Sintep, pero abierto a cualquier persona interesada en aportar parte de su tiempo a mejorar las condiciones de vida de los demás.
La formación para el trabajo en territorio
Como parte de la organización de las brigadas, Sintep también organiza distintas instancias de formación para los interesados en participar en las brigadas. En ese sentido, se aborda en particular lo que implica trabajar comunitariamente y desde la perspectiva planteada. Según resumieron Quintero y González, debe romperse con la “idealización” del trabajo en territorio y asumir que la gente que participa en estos espacios es parte del pueblo, “con sus contradicciones”. En ese sentido, es posible que se presenten situaciones que no se dan habitualmente en espacios más institucionalizados, desde episodios de violencia hasta la baja concurrencia a actividades que no resultan de interés para la población objetivo.
Contaron que las actividades más frecuentes dirigidas a niñas y niños son las de apoyo escolar, pero las demandas del mundo adulto tienen que ver principalmente con cursos de formación laboral, que les permitan contar con herramientas para la subsistencia, y muchas veces se instrumentan en conjunto con otros sindicatos. Siempre que sea posible, desde las brigadas aspiran a llevar adelante emprendimientos productivos para los que también muchas veces han solicitado apoyo a organismos públicos.