Desde que se retomó la presencialidad luego de la pandemia, la tendencia en los centros educativos de educación media del país continúa siendo una: el aumento sostenido de la cantidad de veces que el estudiantado falta a clase.
El nuevo Monitor Liceal sistematiza los datos de 2024 y parte de 2025, y analiza las inasistencias fictas: es decir, la suma de las faltas injustificadas más la mitad de las justificadas. Eso significa que si un o una estudiante faltó 40 días, pudo haber estado ausente del centro educativo 80 días, pero por la forma en que se registran las faltas en secundaria también significa que pudo haber faltado a una sola asignatura del día, que cuenta como si hubiera faltado a todas.
El asunto es visto con preocupación y ocupación por parte de las autoridades de la educación y los colectivos docentes. El Monitor dio cuenta de que a mayor grado hay más inasistencias fictas: el promedio siempre está por encima de 30 en toda la serie y en 2024 pasa a 40 faltas fictas. En ciclo básico, 2023 cerró con un promedio de 32,2 faltas fictas, mientras que en 2024 fue de 35,3 y, por la tendencia que se observa de 2025 hasta el momento, se pueden esperar resultados similares para el cierre del año. En tanto, el promedio de inasistencias fictas en primero de bachillerato supera a las de ciclo básico: llegó en 2024 a 45,5 –diez faltas más que el año anterior para ese grado–.
“Una vez que se retomó la presencialidad cabal, ya había una especie de acostumbramiento de hábitos que no tenían tan presente la necesidad de la asistencia diaria, lo que significó un quiebre importante, cuyo impacto no está suficientemente investigado”, aseguró a la diaria Manuel Oroño, director general de Educación Secundaria.
Después de 2022, cuando la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) volvió a llevar registro de inasistencias, Oroño remarcó que hubo “un salto muy grande”. En ese marco, si bien reiteró que hay un “efecto pandemia”, también se debe a otros motivos: que “las personas ingresan ya con rezago y les cuesta más sostener el curso, la situación socioeconómica, la infantilización del trabajo y elementos del tipo curricular”. Agregó que “las personas sostienen menos los cursos en el tiempo; no es monocausal sino multicausal”.
Para Ana Resbani, vicepresidenta de la Mesa Permanente de la Asamblea Técnico Docente (ATD) de Secundaria, hay otro factor en juego: “Las maestras en primaria controlan las inasistencias todo el tiempo, lo único que justifica las inasistencias es el certificado médico, pero en secundaria alcanza con una carta de los padres o el referente adulto”, y también se puede justificar faltas pasadas acumuladas, aseguró.
Por su parte, hizo énfasis en que hay una tendencia a que las inasistencias crezcan de primero a cuarto año y, para la ATD, eso “tiene que ver con el escaso contralor de la asistencia”. Resbani señaló que el reglamento de pasaje de grado que dejó la transformación curricular “es más permisivo que el anterior” y, de tal forma, “desvaloriza la importancia de la constancia y la participación en el proceso educativo. Por lo tanto, valoró que “envía un mensaje erróneo sobre que el compromiso y la presencia en el aula no son necesarias”. Asimismo, se preguntó “cómo puede ser que teniendo todas esas faltas los chiquilines pasen igual de año”.
Respecto de los motivos de los altos números de inasistencias y su aumento sostenido, desde la ATD hacen una vinculación, al igual que Oroño, con el alto número de niños, niñas y adolescentes que trabajan en Uruguay. Resbani subrayó que la desvinculación interanual de 2024-2025 es del 8,4%, número cercano a los porcentajes de trabajo infantil que recabó recientemente el Instituto Nacional de Estadística: 7,6% de nueve a 14 años y 10,6% en los adolescentes de 15 a 17 años.
“Muchos de estos chiquilines que faltan tienen que cuidar a los hermanos o a un familiar enfermo, o están trabajando en momentos de zafra, eso se ve mucho sobre todo en el interior”, manifestó. También dijo que el trabajo infantil se agrava en contextos socioeconómicos más vulnerables y vulnerados, lo que a su vez incide “tanto en las inasistencias como en la desafiliación”.
¿Cómo revertirlo?
El director general de Secundaria narró que una primera línea de trabajo que están implementando desde la ANEP es “tratar de afinar estos datos lo más posible”, “saber bien si esas 45 faltas son eso o más o menos”.
Para Oroño, esto último significaría que pueden “tomar medidas de acompañamiento para que el estudiante asista a toda la jornada o tener dispositivos en los liceos que permitan sostener toda esa jornada”. Justamente, recordó que en el pedido presupuestal de la ANEP dispusieron montos para acompañar específicamente a estudiantes de primero de bachillerato –los que tienen un mayor promedio de inasistencias fictas–. “Nos interesa apuntar a ese año para ver si podemos traccionar hacia arriba: que los gurises puedan cursar cuarto año para terminar el liceo”, dijo.
Además del acompañamiento para hacer más sostenible la jornada, Oroño señaló que otro dispositivo a implementar en el mismo grado son tutorías por asignatura, porque “hay muchos estudiantes que necesitan apoyos específicos”.
Por último, contó que en todo el país –pero particularmente en el interior– muchos liceos cuentan con clases hasta noveno grado, y luego los adolescentes tienen que inscribirse en otro liceo para cursar Educación Media Superior. En ese marco, dijo que la idea es generar un dispositivo que permita hacer un “enlace” entre un liceo y otro, para “orientar” al estudiantado y, a través de un “trabajo territorial”, “garantizar que se inscriban en bachillerato”.
Resbani acordó con la necesidad de las tutorías, pero manifestó que deberían comenzar al inicio del año lectivo. Oroño adelantó que el presupuesto para el año que viene será para unos pocos grupos, con la intención de que funcione, poder mostrar los resultados y, en consecuencia, obtener más presupuesto para extender la propuesta en el correr del quinquenio.
La vicepresidenta de la Mesa recordó, por otra parte, que en los dos grupos de trabajo para la revisión de los cambios curriculares que funcionan en Secundaria y en la ANEP, la ATD planteó dos medidas que consideran necesarias para revertir la situación: que no haya más pasaje de grado automático entre séptimo y octavo grado y volver al límite de 25 faltas, en vez de 30. Sin embargo, dijo que aún no han tenido respuesta.
En tanto, Oroño señaló que si bien la discusión aún “no está saldada”, considera que bajar el número de inasistencias permitidas es “una medida sancionatoria” y no apoya al estudiante “para hacer que pueda culminar el ciclo”. En cuanto al pasaje de grado automático, dijo: “No puedo discutir repetición sí o no, no es una cuestión pedagógica discutir en ese sentido”.