La exposición a los dispositivos digitales en la infancia es un tema de debate entre investigadores y profesionales que trabajan con esa franja etaria. El vínculo entre la tecnología y los niños y niñas es un tema que preocupa y ocupa a sus adultos responsables, en un mundo que presenta cada vez más posibilidades de entretenimiento, información y comunicación en diferentes plataformas.
El término “nativos digitales” comenzó a usarse hace más de diez años para referirse a las generaciones que nacieron en el momento histórico en el que los dispositivos electrónicos pasaron a ser parte de la vida cotidiana. En los últimos tiempos, esa noción ha sido cuestionada, en el entendido de que eso no es suficiente para un uso adecuado de los dispositivos o, en otras palabras, no se nace sabiendo usar el celular, más allá de una exposición temprana al aparato.
En este contexto marcado por distintos desafíos según la edad del niño o la niña, Unicef y Ceibal lanzaron un curso virtual asincrónico y gratuito dirigido a familias, que está disponible en sus plataformas de cursos para la población en general. Según informó la agencia de tecnología educativa, el curso, llamado “Navegar la crianza digital: acuerdos en familia”, se lanza en el marco del mes de la ciudadanía digital y parte del supuesto de que en internet también se construyen vínculos. Además, el organismo señala la ausencia de recetas sobre estos temas y plantea la necesidad de que cada familia tenga herramientas para llegar a acuerdos acerca de cuáles son los usos más adecuados.
Con relación a los contenidos del curso, la propuesta incluye un módulo introductorio, en el que se reflexiona sobre la dimensión de realidad de lo que ocurre en internet, en un momento en el que las pantallas ya son parte de la vida cotidiana.
Otro de los módulos aborda la cantidad y la calidad del uso de pantallas en la infancia. Parte de la base de recomendaciones de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud, que en 2019 planteó que es deseable que bebés menores de dos años no tengan exposición a las pantallas y que luego, hasta los cinco años, no tengan más de una hora al día frente a dispositivos electrónicos.
De todas formas, no sólo se aborda la cantidad del tiempo frente a pantallas, sino que también se reflexiona y se ponen ejemplos del tipo de actividades que se puede proponer a los niños para fomentar sus aprendizajes, su creatividad y su predisposición a un uso crítico de la tecnología, sin que los aparatos suplanten “actividades esenciales como el juego físico y el sueño”.
Otro de los capítulos del curso aborda el rol que tienen para jugar los adultos referentes a la hora de establecer pautas en el uso de los dispositivos. En particular se destaca la necesidad de predicar con el ejemplo y también la de conversar en familia sobre las dudas o dilemas que se planteen los más chicos de la casa. En ese marco, el curso parte de la necesidad de generar una “autonomía progresiva” en el uso de estos dispositivos, que se vaya construyendo en diálogo constante, lo que también se vuelve claro para prevenir y detectar potenciales conductas que pongan en riesgo a los menores de edad.