Antonia tenía 12 años cuando se dio cuenta de que las mujeres corrían con desventaja. Estaba sentada en el living de su casa en Argentina, donde vivía en aquel entonces, y miraba el informativo. Ese día, miles de mujeres argentinas se habían manifestado con el torso desnudo en Buenos Aires para protestar contra la expulsión de tres mujeres que hacían topless en una playa de Necochea. Esa manifestación la marcó. “Antes algo me molestaba pero no entendía. Me acuerdo que entendí todo cuando vi ese reportaje sobre el ‘tetazo’. Empezaron a hablar acerca de la desigualdad y la violencia de género y dije: ‘Fa, qué salado las cosas que nos pasan’. También empecé a darme cuenta de que ciertas situaciones que se vivían en casa no estaban bien”.

Ahora Antonia tiene 14, vive en Uruguay y dice que –a diferencia de muchos de sus compañeros de clase- tiene bastante claras las cuestiones vinculadas a la desigualdad de género. Atribuye esto a su curiosidad, que cada dos por tres la lleva a “investigar” en internet. Ella es una de las 30 estudiantes de segundo año del liceo La Floresta que participaron del taller “Naranjas enteras, felices y sin perdices” que se realizó en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, una campaña que aterrizó en distintos centros educativos del país por tercer año consecutivo. El cierre de la campaña –que es coordinada por una veintena de instituciones del Estado y organizaciones de la sociedad civil- fue a fines de noviembre.

El taller en La Floresta fue el último de los diez que se desarrollaron en el departamento de Canelones y uno de los que cerró la lista de actividades a nivel nacional. La intendencia canaria es la encargada de coordinar estos talleres, que al interior de los centros educativos son liderados por organizaciones sociales. Este año los responsables fueron los integrantes del colectivo de comunicación alternativa MediaRed.

“En esta oportunidad nos aventuramos en otras zonas de Canelones, como Ciudad de la Costa y la zona rural. Siempre la idea es invitar a las y los jóvenes a visualizar que los vínculos afectivos pueden ser saludables”, explicó la responsable del área de Género, Equidad y Diversidad de la Intendencia de Canelones, Rosina Lema, a la diaria. Este año, estimó Lema, cerca de 13.000 adolescentes participaron de la campaña en todo el país. Las dos ediciones anteriores sumaron 25.000 adolescentes más.

La referente de la intendencia canaria, que participó de algunas de las instancias, aseguró que “los adolescentes la tienen mucho más clara que algunos adultos”. Dijo que las muchachas jóvenes no tienen miedo a denominarse “feministas” y que muchos varones son conscientes de que hablan “desde un lugar de privilegio”. Para ella, esta juventud no es “sólo el futuro”, es también “el presente en este momento histórico de reclamo por igualdad de género”. Los adolescentes “explicitan y hablan del tema. Es un diálogo no exento de tensiones, pero que aun así logra el objetivo que es que visualicen que los vínculos entre pares deben y pueden ser saludables”, concluyó Lema unos segundos antes de que sonara el timbre y nos viéramos obligadas a entrar al aula.

De natural no tiene nada

El taller de MediaRed consiste en tres estaciones por las que las y los estudiantes, divididos en dos equipos, tienen que rotar. La primera propuesta es escuchar una recopilación de fragmentos de una veintena de canciones. La idea es que después anoten en una cartulina qué palabras recuerdan y qué sintieron al oír las letras. Suena de todo: cumbia, bachata, baladas, rock. Cantan Ricardo Arjona, Romeo Santos, Andrés Calamaro, Cacho Castaña, Los Auténticos Decadentes y hasta Pibes Chorros. Hay para todos los gustos y generaciones. Las reacciones mientras escuchan en silencio varían desde la risa hasta la indignación. Algunas letras incluso causan sorpresa: hasta ahora, muchos no habían entendido que Arjona le dice “re puta” a una mujer en la canción “Tu reputación”.

Taller “Naranjas enteras, felices y sin perdices”, en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, el 22 de noviembre en el liceo de La Floresta. Foto: Mariana Greif

Taller “Naranjas enteras, felices y sin perdices”, en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, el 22 de noviembre en el liceo de La Floresta. Foto: Mariana Greif

Foto: Mariana Greif

Mientras tanto, en la segunda estación, el otro grupo discute en torno a un video en el que un chico le pide a la novia la contraseña de su celular para ver con quién chatea. Empieza como un juego, pero rápidamente decanta en la insistencia del varón, que le dice “histérica” a la novia y la acusa de serle infiel por no querer desbloquear su teléfono. Las imágenes dan pie a un debate que se centra en conceptos como el consentimiento y el respeto a la privacidad. Surge también la cuestión de la diferencia que existe entre el control y el cuidado, y en cómo lo primero está tan naturalizado en las relaciones de pareja.

Más tarde, los equipos intercambian estaciones. Las discusiones que se dan son prácticamente las mismas. También las reacciones.

Las y los 30 estudiantes vuelven a reunirse en uno de los salones para la tercera y última estación, que tiene que ver con los mitos y los prejuicios acerca del amor. La tarea es que cada equipo clasifique determinadas oraciones en tres categorías distintas: “violencia”, “no violencia” o “dudoso”. Algunas de las propuestas son: “Cuando encontrás a tu media naranja no necesitás más nada en la vida”, “Los de afuera son de palo” o “Me pregunta constantemente dónde y con quién estoy porque me cuida”. La discusión se extiende más de lo que estaba pactado. Una reacción se repite más de una vez: “Eso no es amor”.

El amor es otra cosa

Todavía no es mediodía pero el termómetro marca arriba de los 28 grados. Las ventanas del salón de clase están abiertas aunque, en realidad, no corre ni un poquito de aire. Las dos talleristas de MediaRed disponen los pupitres en forma de semicírculo y esperan a que las y los estudiantes se acomoden. Federica Turban es trabajadora social y Silvia Copello educadora sexual. A su lado está la referente de Educación Sexual del liceo, Karina González Alonso, quien también integra el colectivo pero en esta ocasión juega de locataria.

Taller “Naranjas enteras, felices y sin perdices”, en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, el 22 de noviembre en el liceo de La Floresta. Foto: Mariana Greif

Taller “Naranjas enteras, felices y sin perdices”, en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, el 22 de noviembre en el liceo de La Floresta. Foto: Mariana Greif

Foto: Mariana Greif

Una vez que la clase queda más o menos en silencio comienza la instancia final del taller. El objetivo es analizar lo que las y los estudiantes vieron, leyeron, escucharon y sintieron en su pasaje por cada estación. Copello pega en el pizarrón las cartulinas con las palabras o expresiones que escribieron después de escuchar las canciones. Algunas se repiten en los dos equipos: “machismo”, “asco”, “si te agarro con otro te mato”, “me enteré lo puta que sos”, “si levanto tu falda me darías el derecho”. La tallerista explica que lo que se va a trabajar a partir de esta estación es la naturalización de las canciones que escuchamos sin prestar atención a la letra. Aclara que no se trata de dejar de cantarlas o de bailarlas, sino de tener consciencia sobre qué reproducimos cuando las cantamos y las bailamos.

Esta discusión sirve de puntapié para hablar sobre conceptos y prejuicios que están arraigados en la cultura. “La adolescente o la mujer a la que le gusta tener relaciones sexuales es una regalada, es una fácil, es una puta. ¿Por qué? ¿Por qué está mal que a las mujeres les guste tener relaciones sexuales? ¿Por qué el flaco que está con tres minas es un crá?”, cuestiona Copello.

Las talleristas explican que la naturalización de estos conceptos tiene que ver con la violencia en el noviazgo en la medida en la que en las relaciones sexo-afectivas interpretamos como “naturales” algunas actitudes que violentan. “No es que tenés un novio y en diez días te mata. Es una escalada. Yo voy permitiendo, permitiendo, permitiendo, y llega un momento en que ya se pasaron todos los límites y la peor consecuencia es la muerte”, dice Copello, en referencia al femicidio, la expresión más extrema de la violencia de género.

Uno de los adolescentes pide para intervenir. Dice que se da por descontado que la violencia de género afecta sólo a las mujeres cuando “los hombres también tienen problemas”. Un grupo de compañeras lo interpela y se genera una discusión. Copello pide silencio y explica que la idea no es “demonizar” a los varones, porque el machismo también los afecta a ellos. Sin embargo, matiza, “la consecuencia directa, en este momento, es que hay mujeres muertas a manos de hombres”.

Taller “Naranjas enteras, felices y sin perdices”, en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, el 22 de noviembre en el liceo de La Floresta. Foto: Mariana Greif

Taller “Naranjas enteras, felices y sin perdices”, en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, el 22 de noviembre en el liceo de La Floresta. Foto: Mariana Greif

Foto: Mariana Greif

Su compañera interpreta después lo que representa el video de la segunda estación. “Ahí vimos una situación de violencia en una pareja. La violencia no es sólo física, también es psicológica. ¿Qué pasó en el video? Ustedes dijeron que estaba de menos, que él era un violento, que la estaba controlando. Quisimos trabajarlo porque sabemos que esto pasa, sabemos que a los adolescentes les pasa y por eso también le pusimos al taller ‘Naranjas enteras, felices y sin perdices’. Es la idea del amor romántico”, explica Turban. Ninguno parece saber bien de qué se trata esto último. La tallerista entonces continúa: “El amor romántico tiene que ver con esa idea de que el amor todo lo puede. No puedo vivir sin vos, sos mi media naranja, si yo te amo te tengo que dar las contraseñas, por ejemplo. En realidad el amor no tiene que ver con la posesión y con el control. Hoy quiere la clave de tu celular, mañana te prohíbe ponerte una minifalda”.

Una de las chicas levanta la mano para pedir la palabra. “Si tanto te ama, tenés que hacer lo que vos querés porque así te quiso en primer lugar y no te va a cambiar”, dice, y despierta los aplausos de la barra femenina. “¿Por qué tenemos que ser medias naranjas? ¿Por qué no podemos ser naranjas completas?”, agrega, y resume así todo el punto del taller.

Hacer el click

Las integrantes de MediaRed explican que brindar este taller para adolescentes es “un tema de prevención y de derechos humanos”. Por eso, insisten en la importancia de que puedan identificar a algún referente adulto si atraviesan o conocen a alguien que esté atravesando una situación de violencia. Esta aclaración abre la cancha para que algunas de las chicas compartan experiencias.

“En mi casa, mi padrastro le impedía a mi madre salir con amigas y le revisaba el celular todo el tiempo. Yo lo veía y no hacía nada, ahora veo que estuve mal. Si llega a pasar de nuevo pienso hablarlo”, cuenta una. “A mí me pasó que mi padre me dijo una vez: ‘así vestida no salís’. Por suerte mi mamá intercedió y no lo hizo más”, dice otra. Los testimonios se multiplican. Todas coinciden en algo: de ahora en más, será distinto.

Mientras Antonia hizo el click cuando vio las imágenes del “tetazo” en Argentina, Noah se dio cuenta de que algo no le cerraba después de un comentario que le hizo su ex padrastro el año pasado. “Me puse un pantalón que recién me había comprado y me dijo ‘te van a mirar todos los hombres’. En ese momento no le dije ningún disparate porque de verdad pensaba que me estaba cuidando. Pero después con mi madre empezamos a ver todas las cosas que estaban pasando [en la sociedad] y abrimos la cabeza. Juntamos todo en una bolsa y nos dimos cuenta de la situación que estábamos viviendo nosotras. Daban ganas de darse contra la pared”, cuenta Noah a la diaria.

Mauro y sus compañeros en el taller “Naranjas enteras, felices y sin perdices”, en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, el 22 de noviembre en el liceo de La Floresta. Foto: Mariana Greif

Mauro y sus compañeros en el taller “Naranjas enteras, felices y sin perdices”, en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, el 22 de noviembre en el liceo de La Floresta. Foto: Mariana Greif

Foto: Mariana Greif

Antonia y Noah dicen que conocen casos de relaciones tóxicas y que saben bien cómo identificarlas. Hablan de varones “posesivos” y “manipuladores”. De gurisas que desarrollan “dependencia emocional”. De relaciones en las que hay violencia física y psicológica. Si bien aseguran que harían algo para frenar esas situaciones, sienten que están ante “personas que no van a cambiar”, aunque entienden que deberían recurrir a algún adulto como guía. También coinciden en que es difícil que sus compañeros de clase entiendan cómo se sienten cuando se toman “en joda” el tema de la violencia de género. “Si abrieran la cabeza tanto como abren la boca, el mundo sería un lugar mejor”, dice Antonia como si los tuviera a todos en frente.

Mauro y Nicolás se desmarcan de esos compañeros. Los dos adolescentes, de 13 y 14 años respectivamente, creen que el taller estuvo bueno y que sirvió para que personas que viven situaciones de violencia puedan identificarlas y hablar al respecto. Nicolás piensa que “el hombre tiene que cambiar” y dejar de ser “violento hacia la mujer”. “Vivimos en el siglo XXI, me parece que ya es tiempo”, acota. Mauro dice que hay que “pensar en todos los problemas de las mujeres” y “ponerse en su lugar”. Al fin y al cabo, reflexiona, “¿por qué hacés lo que no te gustaría que te hagan?”. Después cuenta que tiene una hermana de tres años y reconoce que le da miedo.

-¿Miedo de qué?

-De que a ella le pase lo mismo que les pasa a otras mujeres. De que crezca y el marido le pegue.

Antonia y Noah en el taller  “Naranjas enteras, felices y sin perdices”, en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, el 22 de noviembre en el liceo de La Floresta. Foto: Mariana Greif

Antonia y Noah en el taller “Naranjas enteras, felices y sin perdices”, en el marco de los 50 días de reflexión sobre los noviazgos libres de violencia, el 22 de noviembre en el liceo de La Floresta. Foto: Mariana Greif

Foto: Mariana Greif

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