El primer ministro de Hungría, el ultraderechista Viktor Orbán, anunció este miércoles que la ley para la “protección infantil”, que veta el contenido LGBTI en la educación y los eventos culturales, será sometida a referéndum.

La nueva legislación, que fue aprobada a mediados de junio por el Parlamento húngaro, incluye un paquete de medidas para proteger a niñas, niños y adolescentes de la pedofilia, entre las que se incluye la prohibición de contenidos sobre diversidad sexual y género para menores de 18 años. Según el proyecto aprobado, “la pornografía y los contenidos que representen la sexualidad o promuevan la desviación de la identidad de género, el cambio de sexo o la homosexualidad no deben ser accesibles a menores de 18 años”, lo que implica, en la práctica, que talleres escolares, libros, anuncios publicitarios o películas que tratan temas como la orientación sexual o la identidad de género quedarían vetados para ese sector de la población.

La medida generó críticas y advertencias por parte de la Unión Europea (UE), bloque que Hungría integra. A pocos días de la aprobación, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó que la ley es “una vergüenza” y que “discrimina claramente a la gente con base en su orientación sexual”. En la misma línea, la canciller alemana Angela Merkel dijo en la Cámara de Diputados de su país que la ley “está equivocada”, constituye un obstáculo para la “libertad de educación” y es “incompatible” con su “idea de la política”.

Orbán vio que las repercusiones de la ley podían provocar una verdadera complicación para su gobierno el 15 de julio, cuando la UE, por intermedio de la Comisión Europea, anunció que iniciaría un proceso para sancionar tanto a Hungría como a Polonia por promover políticas homófobas que restringen los derechos de la población LGBTI, dándoles a ambos países un plazo de dos meses para solucionar la situación.

Por este motivo, y a tres días del comienzo del Budapest Pride –el Festival Cultural de contenido LGBTI más importante de Hungría–, el primer ministro anunció el referéndum, aunque con una clara postura en defensa de la ley que impulsó.

En un video publicado en su cuenta de Facebook, Orbán se quejó de que “los activistas LGBTI visitan jardines de infantes y escuelas y dan clases de educación sexual. También quieren hacer esto aquí en Hungría”. En este sentido, afirmó que “el futuro de nuestros niños está en juego, por lo que no podemos dejar que Bruselas se salga con la suya”.

Según detalló el primer ministro, el referéndum constará de cinco preguntas dirigidas a la ciudadanía. Una de ellas es si “apoya que se muestre a los menores, sin restricción alguna, contenidos mediáticos de carácter sexual que puedan influir en su desarrollo”, según informó The Guardian.

El anuncio generó rechazo en la oposición húngara y en organizaciones sociales europeas, que no vieron de buena manera que los derechos de la comunidad LGBTI se sometan a una votación popular. En esta línea, el activista belga Rémy Bonny dijo que “organizar un referéndum para quitar los derechos fundamentales de una minoría nos recuerda a la Europa de la década de 1930”.

Para Orbán, que fue primer ministro de Hungría entre 1998 y 2002 y recuperó el gobierno en 2010 bajo la promesa de que en su mandato se instauraría una “nueva era” cultural en la que se defenderían los valores cristianos tradicionales, el referéndum también le servirá para medir su caudal electoral. En el segundo trimestre de 2022 se llevarán a cabo las elecciones legislativas que definirán a los nuevos integrantes de la Asamblea Nacional, que deberán elegir quién ocupará el cargo de primer ministro hasta 2026. El líder ultraderechista buscará un cuarto mandato consecutivo en una votación en la que deberá enfrentarse a una nueva coalición opositora, que buscará quitarle al partido gobernante varios de los 133 escaños que ostenta actualmente.