A diferencia de otras fechas emblemáticas de la agenda feminista, como el 8 de marzo y el 25 de noviembre, el 3 de junio está cargado de un dolor particular, porque, si bien visibiliza todas las violencias machistas, pone el foco en su forma más extrema: el femicidio. La convocatoria del Ni Una Menos, que surgió hace siete años en Argentina con ese objetivo, es el grito colectivo para que dejen de matar a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres.
“Vivas nos queremos”, “Tocan a una, tocan a todas” y “Ni una muerta más, ni una mujer menos” son algunas de las frases que se repitieron este viernes en cánticos y carteles que sostenían mujeres y disidencias en las distintas actividades convocadas en Uruguay con motivo de la fecha. En la capital, diferentes colectivos marcharon juntos desde la Intendencia de Montevideo (IM) hacia la plaza Libertad, cada uno con su consigna, pero en una única movilización contra la violencia femicida.
A unos kilómetros de distancia, en el barrio Tres Cruces, Tejido Feminista, que nuclea a una decena de agrupaciones, realizó una concentración en la plaza ubicada en las calles Salvador Ferrer Serra y Democracia con la consigna “Ni una asesinada más”. Este año, el objetivo era reunirse para procesar los duelos de las víctimas de femicidio.
Tanto en una actividad como en la otra, el factor común fue la denuncia de los femicidios, el recuerdo de las víctimas, el rechazo a otras formas de violencia de género y la advertencia clara de que el movimiento feminista no se va a quedar callado ante una violencia que arrasa con la vida de mujeres, disidencias, niñas, niños y adolescentes.
Justicia y respuestas para todas
La invitación en la explanada de la IM era a concentrarse a las 18.30, pero unos minutos antes ya empezaban a congregarse distintos grupos de mujeres y disidencias de todas las edades. Algunas alzaban carteles con frases como “Nos queremos vivas, libres y sin miedo”, “Denunciamos la complicidad de la Justicia patriarcal” y “Sin clientes no hay trata”. Otras formaban una ronda mientras dos de ellas tocaban los bombos. En otro punto, yacían sobre baldosas grises los carteles con los nombres de las mujeres asesinadas en lo que va del año. A pocos metros, el colectivo ¿Dónde Están Nuestras Gurisas? (DENG), uno de los convocantes, exponía imágenes con los rostros de las desaparecidas.
Entre la multitud también estaban Adriana Belmonte y Diego Chomnalez, la mamá y el papá de Lola Chomnalez, la adolescente argentina asesinada en diciembre de 2014 en el balneario de Valizas, Rocha, y cuyo caso registró avances en estos días luego de que un hombre fue procesado por el crimen. “Nos pareció importante acompañar y visibilizar esta fecha desde Uruguay por las últimas noticias que sabemos del caso de Lola. Era momento de estar de este lado del río”, aseguró a la diaria Belmonte, que marchó junto con su marido y otros familiares que los acompañaban.
Antes de que iniciara la marcha, la Coordinadora de Feminismos, otra de las organizadoras, realizó una intervención artística en la que denunció el funcionamiento de una Justicia “ciega, cómplice y patriarcal” y la existencia de “leyes misóginas”. La performance terminó con el canto de “ni una muerta más, ni una mujer menos”, al que se sumaron todas las presentes.
Minutos después comenzó el recorrido hacia la plaza Libertad, que transcurrió entre cantos colectivos. Al llegar al destino, hubo otra intervención artística, esta vez liderada por el movimiento Our Voice, que hizo la representación mientras se reproducía un audio en el que podían identificarse algunas declaraciones recientes del presidente Luis Lacalle Pou, el fiscal de Delitos Sexuales y Violencia Doméstica de 4º turno Raúl Iglesias y el periodista Ignacio Álvarez, vinculadas al caso de la violación grupal en Cordón.
Luego, representantes de DENG leyeron su proclama. “Marchamos porque ya son 13 los femicidios y tres los infanticidios por violencia vicaria en lo que va del año y porque cada vez son más las desaparecidas. Marchamos porque, cuando aparece un cuerpo sin vida, las familias que tienen una desaparecida sufren ante la posibilidad de que sea su hermana, su madre, su hija [...]. Marchamos por las que nos van a faltar siempre”, aseguraron las activistas. “Marchamos también por las que hoy seguimos buscando, porque nuestra lucha es por encontrarlas vivas”, enfatizaron, mientras muchas de las manifestantes escuchaban y se abrazaban entre lágrimas. “El Estado es responsable y exigimos respuestas para todas”, dijo el colectivo en el tramo final.
En el cierre de la actividad, la Coordinadora de Feminismos leyó uno por uno los nombres de todas las mujeres que fueron víctimas de femicidio desde que empezó 2022.
“Darle lugar al dolor”
Encontrarse para “despedir afectos”, “celebrar la vida” y reivindicar juntas “ni una asesinada más” fue el objetivo de la actividad organizada por Tejido Feminista. El centro de la convocatoria estuvo en la construcción de un “altar” para homenajear a mujeres cis y trans, niñas, niños y adolescentes víctimas de la violencia machista.
Para concretar este homenaje, las integrantes de la red colocaron cajas de madera apiladas unas sobre otras en forma de círculo y pintadas de violeta, que fue el color predominante en la escena. No fue el único: pañuelos verdes, amarillos y rojos acompañaron el decorado del “altar colectivo” junto con luces led, velas y banderas con consignas como “No tendrán nuestro silencio nunca más”.
Alrededor del altar se dispusieron bolsas de arpillera con marcadores y papeles para quienes quisieran dejar un mensaje a las homenajeadas. Además, había flores, inciensos, velas, entre otros objetos, que poco a poco las participantes fueron colocando sobre las cajas. En algunos mensajes se podía leer: “Te amo, Martu” o “Soy la otra tú”.
En ambos lados de la plaza, las integrantes de Tejido Feminista colgaron fotos de mujeres asesinadas y se dispuso una mesa con velas que iluminaban los rostros de otras mujeres víctimas de la violencia patriarcal.
Natalia, de 36 años, fue a la actividad con una amiga. Planteó a la diaria que la motivó la posibilidad de reencontrarse con amigas y poder abrazarse, además de entre todas “dar centralidad a los asesinatos de mujeres y la violencia con la que convivimos permanentemente”. “Era necesario parar un poco y darle importancia a esto de una forma más profunda, darle lugar al dolor y visibilizar a las que ya no están. Las recordamos con cariño, amor y alegría, pero también con dolor porque nos las quitaron”, agregó. En esa línea, sostuvo que el encuentro le generó “sentimientos y emociones encontradas” entre el luto y el dolor, pero también la necesidad de lucha y resistencia.
Bettiana y Victoria, de 43 y 35 años respectivamente, se acercaron a la actividad en representación del club de lectura Leyendo Mujeres. En diálogo con la diaria, aseguraron que participar en las instancias convocadas este 3 de junio era imprescindible ante el contexto actual, signado por “el incremento de femicidios, la cantidad de causas judiciales por violencia sexual, lo que ha pasado con la Operación Océano y un montón de cosas más”, detalló Bettiana.
Las dos señalaron que “hay una sensación” de que la violencia hacia las mujeres “no es un tema de importancia” y consideraron que es “urgente echarle un ojo a esto desde el Estado y los organismos que deberían hacerse presentes, que nunca están”. “No puede ser que desaparezcan pibas en el oeste [de Montevideo] y nadie las reclame”, continuó Bettiana, “que haya causas contra personas que están acusadas de abuso de menores y que no se hable de pedofilia, que maten a una mujer y no pase nada”.