Cuando se cuenta la historia de una ciudad, necesariamente se cuenta la historia de su gente y de quienes han luchado para que sea una ciudad de todos y todas. La Intendencia de Montevideo (IM) tiene la tarea de resignificar y conmemorar los 300 años de la fundación de Montevideo, por lo que se hizo imprescindible contar las historias y luchas del movimiento de mujeres. Así nació el proyecto Huellas Feministas en el Territorio.
Mariella Mazzotti es docente e investigadora feminista, del 2015 al 2020 fue la directora del Instituto Nacional de las Mujeres. Actualmente, es colaboradora honoraria en la División Asesoría para la Igualdad de Género de la IM y una de las responsables de Huellas Feministas. En diálogo con la diaria, ella contó que el proyecto es una forma de destacar “la fuerte presencia que tienen las mujeres en la construcción de los barrios, en la trama de las relaciones sociales, y en la lucha por las necesidades y los compromisos por mejorar la vida en los barrios”.
Uno de los principales objetivos del proyecto es el de visibilizar las acciones que han desarrollado las mujeres feministas en el ámbito público por el reconocimiento y la conquista de sus derechos. Para ello se proyecta la creación de un circuito de la memoria feminista en la ciudad, con los principales hitos y personalidades destacadas del movimiento.
Huellas Feministas es una de las cuatro líneas de investigación y acción propuestas por la IM en el marco de los 300 años de Montevideo. Además del movimiento feminista, también se investiga sobre el movimiento obrero, el de la diversidad sexo-genérica, y el de la afrodescendencia.
En este proceso de construcción de la memoria también participan Diego Sempol, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar y coordinador del Archivo Sociedades en Movimiento, y Agustina Blum, estudiante en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Udelar y becaria del proyecto en el marco de un convenio entre esa casa de estudios y la IM. Debido a este convenio, el proyecto es dirigido por los doctores en Historia, Nicolás Duffau y Ana Frega.
Las huellas de las feministas en Montevideo
Los responsables del proyecto Huellas Feministas se encuentran actualmente en un proceso de recuperación del material histórico y de la identificación de los hitos o huellas significativas del movimiento de mujeres, así como de las referentes feministas del siglo XX y XXI en Montevideo.
Mazzotti, Sempol y Blum, contaron a la diaria que este proceso de recuperación de la memoria feminista es colectivo, por lo que se está construyendo en constante diálogo con organizaciones y activistas feministas. Quienes participan de las instancias de diálogo son mujeres que trabajan en el territorio, en el Parlamento, en la academia, en los espacios culturales, entre otras. Incluso, están organizando instancias barriales para tener en cuenta los reclamos y demandas de las mujeres en los barrios de Montevideo.
En diciembre de 2023 se realizó un taller en el edificio de la IM para recoger las primeras impresiones sobre la historia feminista en Montevideo. También se lanzó un formulario consultivo que invita a las activistas y organizaciones feministas a proponer hechos, figuras destacadas, colectivos y lugares importantes dentro del movimiento de mujeres.
El objetivo es el de crear un circuito en la ciudad que marque los puntos o hitos significativos. Según Mazzotti, estos puntos físicos tendrán un correlato con la página web de Huellas Feministas en el Territorio. A través de un código QR, los visitantes podrán ampliar la información sobre el hecho o personalidad destacada del feminismo. Además, la investigadora contó que cada hito va a tener una pequeña presentación que explique dónde se realizó, por qué, quiénes participaron, y qué impacto tuvo en la sociedad, en la ciudad o en los barrios.
Para Sempol, “Huellas Feministas es la historia de la participación activa de las mujeres en la construcción de una ciudad habitable para todos y todas”, es “mapear las contribuciones significativas que hicieron a la convivencia en la ciudad”. Para Blum, es “darle memoria a una ciudad que habitamos diariamente, una memoria que se construye desde la cotidianidad”.
Luego de los primeros intercambios con el movimiento social, Sempol y Blum contaron que se definieron cuatro líneas de investigación a profundizar en Huellas Feministas. Por un lado, los procesos de lucha y conquista de derechos por parte del movimiento de mujeres que se consolidaron con la aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo en 2012, y por otro, el de las sufragistas que lograron el primer voto femenino en Uruguay (y en toda Sudamérica) en 1927.
Pero también, destacaron como líneas de investigación: el rol de las mujeres en la última dictadura cívico-militar (1973-1985) en Uruguay, y la participación de las mujeres en el movimiento sindical.
Reconstruir la memoria, en este caso, implica rescatar una línea temporal y una línea territorial que están en permanente contacto. Por ejemplo, “la Facultad de Medicina es el lugar donde por primera vez una mujer ingresó a los estudios universitarios en medicina en el país, ahí hablamos de participación de las mujeres en estudios universitarios, de las mujeres del 900, y de un lugar específico en el territorio como es la facultad”, contó Sempol.
De la violencia doméstica a la violencia de género y el femicidio
Los responsables de Huellas Feministas coincidieron en que aún no están definidos los hitos, lugares de la memoria y figuras feministas a destacar en el circuito. Sin embargo, Mazzotti compartió algunos de los procesos que ella está documentando en el contexto de este proyecto.
Para ella, las huellas feministas son las luchas y los logros de “las mujeres invisibilizados a lo largo de la historia”. A la vez que hizo hincapié en la iniciativa constante del movimiento feminista por visibilizar los aportes de las mujeres en la construcción de lo público y de lo social.
En este sentido, destacó la lucha histórica de las mujeres en los barrios, de las activistas feministas, y posteriormente de las parlamentarias, para combatir la “violencia doméstica”, logrando una primera ley de violencia doméstica en el 2002.
Lo mismo con el servicio telefónico de asesoramiento a mujeres víctimas de violencia de género (0800 4141), que funciona las 24 horas del día, tiene alcance nacional, y desde el 2021 también es accesible para mujeres sordas en situación de violencia. Si bien la línea telefónica responde a la órbita del Instituto Nacional de las Mujeres, surgió hace 32 años, en 1992, por un convenio entre la IM y la organización Fundación Plenario Mujeres del Uruguay (Plemuu).
“Esta es la primera política pública destinada a asesorar y orientar a mujeres en situación de violencia doméstica en el país y fue impulsada por un conjunto de organizaciones feministas que se lo plantearon al entonces Intendente de Montevideo, Tabaré Vázquez”, explicó Mazzotti.
Ella también dijo que no sólo está documentando las luchas y esfuerzos del movimiento feminista que se dirigen hacia las políticas públicas y el Estado, sino que hay un relevamiento de cómo las mujeres se han autogestionado y organizado entre sí. Mazzotti se refirió a “pequeños grupos autogestionados que trabajan en la línea de la generación de ingresos, la alimentación, la higiene menstrual, la cultura, etcétera. Grupos que son invisibles al interés de los medios masivos de comunicación, pero que están activos en sus territorios y barrios”.
En este recorrido, la investigadora habló de las movilizaciones y marchas feministas en Montevideo desde la apertura democrática. Destacó cómo han ido creciendo en convocatoria e impacto las marchas del 8 de marzo, por el Día Internacional de la Mujer, y las del 25 de noviembre, por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. “Desde el 2016 hasta ahora estas movilizaciones son enormes, esto no sucedía así a la salida de la dictadura”, agregó.
Igualmente, recordó “la primera marcha por un femicidio, que fue muy fuerte, en el año 1992. Claro que no se le llamaba femicidio, en ese momento se hablaba de violencia doméstica”.
La importancia de las políticas de la memoria en el territorio
“En la medida que se exigen nuevos derechos, la sociedad civil va ampliando el campo de acción y el horizonte de los derechos a conquistar. Se va reformulando la lucha, y se van generando transformaciones en la sociedad”, explicó Mazzotti sobre la importancia de visibilizar las luchas feministas (y de la sociedad civil en general) en el territorio.
Según Sempol, las políticas de la memoria son importantes para ampliar el horizonte de futuro, es decir, permiten pensar en diferentes universos posibles y proyectarlos. “Toda operación hacia el pasado, es también hacia el futuro”, dijo.
El investigador consideró que cuando se saca del anonimato a las personas que lucharon y por las que se está usufructuando derechos, se genera una consciencia de agencia: “como en el pasado la conquista de derechos dependió de otros, ahora depende de mí”.
Otro de los beneficios de la implementación de políticas de la memoria, según Sempol, es que aumentan la imaginación política de los individuos, permiten “visualizar qué cosas quedaron en el camino que podemos retomar en el hoy”. Pero también permiten descentralizar la historia y la memoria, entender que la historia sucede en todos los territorios y no sólo en el centro de la ciudad.
Por eso, para el investigador, Huellas Feministas es “como un tejido en movimiento que involucra a mujeres de diferentes partes de la ciudad que generaron un impacto enorme en nuestras vidas cotidianas”.