Del 1° de enero al 31 de diciembre de 2023 se detectaron y atendieron 8.157 situaciones de violencia hacia niñas, niños y adolescentes, lo que se traduce en un promedio de 22 situaciones por día. De ese total, 1.971 corresponden a nuevos ingresos al sistema durante 2023. Los datos actualizados aparecen en el informe de gestión del Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav) del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) presentado este miércoles en el marco del Día Internacional contra el Maltrato y el Abuso Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes, que se conmemora cada 25 de abril.
La cifra total de situaciones atendidas representa un aumento de 9% respecto de 2022, cuando se registraron 7.473.
Al igual que en los años anteriores, la mayoría de los casos afectó a niñas y adolescentes mujeres (54%), mientras que 46% involucró a varones.
En términos de edades, el informe asegura que por primera vez la franja etaria que abarca de 13 a 17 años supera a las demás y concentra 38% de los casos. En los informes anteriores, la mayor cantidad de situaciones se registró en el tramo que va de seis a 12 años, excepto por el año anterior, cuando ambas franjas llegaron a 36%. En tanto, 17% de las situaciones fueron detectadas en la primera infancia (de cero a cinco años).
Al igual que en los años previos, el maltrato emocional sigue siendo el mayor tipo de violencia registrado (39%), seguido del abuso sexual (22%), la negligencia (21%), el maltrato físico (16%) y la explotación sexual (2%). El Sipiav destaca que casi uno de cada cuatro registros corresponde a tipos de violencia sexual. En números absolutos, se trata de más de 1.900 niñas, niños y adolescentes, lo que implicó la intervención en cinco situaciones de violencia sexual por día.
Cuando se desglosan los tipos de violencias registrados según el género, sólo en las violencias sexuales hay una diferencia significativa: tanto en explotación como en abuso sexual, ocho de cada diez situaciones registradas corresponden a niñas o adolescentes mujeres. “Esta relación permanece incambiada desde hace más de una década de informes”, aclara el Sipiav, y agrega que, en ese sentido, “el lugar de niñas y mujeres adolescentes es un lugar de extrema vulnerabilidad asociada al género”.
La diferencia con relación a las violencias sexuales también se ve cuando se analizan los datos según los tramos etarios. Así, 84% de las situaciones de abuso sexual se concentran entre los seis y 17 años, con un aumento significativo en la adolescencia, mientras que, en los casos de explotación, ocho de cada diez situaciones se registraron desde los 13 años en adelante. Por otra parte, el maltrato emocional, físico y la negligencia son más frecuentes en el tramo de seis a 12 años.
El documento también profundiza en la recurrencia y cronicidad de las situaciones de violencia contra infancias y adolescencias, y arroja un dato contundente: casi nueve de diez situaciones registradas fueron detectadas cuando ya eran crónicas (es decir, cuando los episodios de violencia habían comenzado al menos seis meses antes del momento de la detección).
Por otro lado, casi dos de cada tres niñas, niños y adolescentes no logran visualizar e identificar la violencia, por lo que la “naturalizan”, asegura el organismo, que a su vez destaca que las niñas (45%) la visualizan más que los niños (29%). “Esta variable podríamos analizarla en forma conjunta con las de frecuencia y cronicidad, lo que nos lleva, también, a la necesidad de trabajar en prevención a nivel general” con “acciones que favorezcan la posibilidad de que niños, niñas y adolescentes puedan visualizarse en estas dinámicas violentas que sufren”, puntualiza Sipiav.
Las personas agresoras
Los padres (38%) y las madres (24%) fueron las principales personas agresoras, seguidas por otros familiares (14%) y pareja de la madre (13%). Una vez más, nueve de cada diez agresores son familiares directos o integrantes del núcleo de convivencia de estas niñas, niños y adolescentes.
En los casos de abuso sexual, casi ocho de cada diez personas abusadoras eran familiares directos o integrantes del núcleo de convivencia. La explotación sexual es el único tipo de violencia en el que la principal persona agresora corresponde a la categoría “otro no familiar” (65%).
Por otro lado, tanto en los casos de maltrato emocional como en los de violencia física, las principales personas agresoras son los padres y las madres.
Casi la mitad de los agresores, 46%, convive con las niñas, niños y adolescentes.
Maltrato infantil y violencia basada en género
Este año, el informe del Sipiav también incluye a las infancias y adolescencias que estuvieron expuestas a situaciones de violencia de género contra sus madres. En esa línea, el organismo señala que, a lo largo de 2023, se establecieron medidas de protección a 571 niñas, niños y adolescentes “expuestos a situaciones muy severas de violencia basada en género, que implicaron que tanto la mujer como sus hijas e hijos tuviesen que ser albergados en lugares específicos de protección”. De ese total, 270 fueron recibidos en los albergues de tiempo completo que destina el INAU para mujeres víctimas de violencia basada en género con hijas e hijos, y 301 en hogares que gestiona el Instituto Nacional de las Mujeres para la misma población.
El documento también presenta claves para terminar de delinear la Ruta para el abordaje de situaciones de niñas, niños y adolescentes hijas e hijos de mujeres víctimas en contexto femicida, un proceso que empezó en 2021 con la firma del convenio entre el INAU, la Fiscalía, la Facultad de Psicología (Universidad de la República) y Unicef, y que, de acuerdo con el Sipiav, terminará con la presentación del material este año.