El aborto es un tema que marcó desde un comienzo la campaña hacia la presidencia de Estados Unidos, porque lo que parecía un derecho consagrado para siempre en ese país se vio restringido o directamente prohibido cuando la Suprema Corte de Justicia anuló el fallo Roe vs. Wade en junio de 2022. Por eso no es sorprendente que haya estado en el centro del debate que protagonizaron el martes de noche la vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, y su oponente republicano, Donald Trump. La novedad, sin embargo, es que los dos encarnan posiciones radicalmente opuestas: mientras Trump se identifica como un auténtico “provida”, Harris ha sido en estos últimos dos años una abanderada por el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos (bastante alejada de la posición más bien tibia e incómoda que ha mostrado tener el actual presidente Joe Biden).
Si bien el debate abordó varios temas sensibles para la población estadounidense, como la situación económica, la política exterior o incluso la inmigración, la pregunta de los moderadores sobre el aborto fue lo que disparó la parte más acalorada del duelo.
De entrada, Harris responsabilizó directamente a Trump de la decisión que hace dos años dejó sin efecto Roe vs. Wade y otorgó a cada estado la posibilidad de decidir cómo legislar sobre el aborto, ya que, recordó, el entonces presidente “eligió a mano” a los tres jueces con los que se reajustó la mayoría conservadora de la Suprema Corte que terminó definiendo la polémica sentencia. En esa línea, aseguró que el republicano dejó a más de 20 estados del país con lo que llamó “prohibiciones de aborto de Trump” (“Trump abortion bans”), que en algunos casos no contemplan excepciones ni siquiera para situaciones de violación e incesto. “¿Entienden lo que eso significa? Una sobreviviente de un crimen de violación no tiene el derecho de tomar la decisión de qué pasará luego con su cuerpo. Eso es inmoral”, cuestionó la actual vicepresidenta.
Fue en ese momento que dijo que las personas “no tienen que abandonar su fe o sus profundas creencias” para entender que “el gobierno, y ciertamente Donald Trump, no deberían decirle a una mujer qué hacer con su cuerpo”. Después, ya con la mirada dirigida a su rival, apuntó: “¿Querés hablar de que esto es lo que ‘la gente quería’? ¿Mujeres embarazadas que quieren llevar un embarazo a término, que sufren un aborto espontáneo, a las que se les niega la atención en una sala de emergencia porque los proveedores de atención médica tienen miedo de que puedan ir a la cárcel y ella se está desangrando en un auto en el estacionamiento? Ella no quería eso”. Agregó que tampoco “quieren esto” las “sobrevivientes de incesto de 12 o 13 años que son forzadas a llevar su embarazo a término”.
En este escenario, Harris prometió que si el Congreso aprueba un proyecto para “restablecer las protecciones de Roe vs. Wade”, ella, como presidenta de Estados Unidos, firmará “orgullosamente” para que se convierta en ley.
Trump, por su parte, negó que de llegar a la Casa Blanca firmaría una prohibición nacional del aborto, como le atribuyó Harris. “No hay razón para firmar una prohibición”, señaló el candidato republicano, porque él está de acuerdo con que la decisión la tenga cada estado, como sucede actualmente desde la derogación de Roe vs. Wade.
Para reafirmar su posición provida presentó algunos argumentos absolutamente falsos, como que hay gobernadores demócratas que quieren “ejecutar” bebés una vez que nacen –lo que constituye un delito de homicidio en cualquiera de los 50 estados– o que el referéndum para restaurar los derechos al aborto en Florida promovería abortos “en el noveno mes” de embarazo –cuando, de hecho, si se aprueba la iniciativa, sólo permitiría abortos hasta el punto de viabilidad fetal, que se estima alrededor de las 24 semanas, a no ser que la salud de la madre esté en riesgo–.
Una agenda de género más allá del aborto
Harris, que es abogada, economista y politóloga, fue la primera mujer en llegar a muchos lugares: la primera fiscal general de California, la primera senadora india-estadounidense, la primera vicepresidenta negra y de origen asiático. En dos meses podría convertirse en la primera presidenta de una de las mayores potencias del mundo. Si eso llega a pasar, marcaría un hito no sólo para Estados Unidos, sino para el resto de los países –como Uruguay– en donde tener a una mujer en el máximo cargo de gobierno todavía parece una fantasía.
Pero, además, todo indica que Harris llegaría a ese cargo con una agenda que defiende los derechos de las mujeres y las disidencias, lo que no es poca cosa en un contexto mundial de ascenso de las ultraderechas antigénero y transodiantes. Además de la defensa del aborto, la vicepresidenta contempla otros temas como la brecha salarial de género.
Así lo ven algunas especialistas. “Es indudable que tendría capacidad para influir en las agendas globales cuando apenas 10% de los jefes de Estado y gobierno son mujeres. Si gana, estaríamos ante un incremento del poder de las mujeres en el ámbito político y de la visibilidad de la agenda feminista”, opinó la experta española en política exterior feminista María Solanas, consultada por Efeminista. La candidatura de Harris “da una enorme fuerza a la agenda feminista, por su compromiso, sin ambages, con el aborto, por su propia reivindicación de ser feminista, que llega gracias al trabajo, esfuerzo, compromiso y sacrificio de otras mujeres que la han precedido”, agregó Solanas.
Por su parte, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por su sigla en inglés) destacó en un comunicado difundido el mes pasado que Harris, junto con Biden, han demostrado su apoyo a la comunidad LGBTI+, sobre todo en un momento en el que se multiplicaron las iniciativas contra los derechos de las personas trans –se presentaron 1.197 proyectos de ley en los últimos dos años, de los cuales 129 fueron aprobados, aseguró la organización)-.
La ACLU recordó que la administración Biden-Harris tomó varias medidas para intentar contrarrestar esas iniciativas, entre las que resaltó la que amplió la protección contra la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género para que se aplicara no sólo en los contextos laborales, sino también en la vivienda y la atención médica. También revirtió la prohibición de que las personas trans puedan anotarse en las Fuerzas Armadas y amplió el acceso a los tratamientos de reafirmación de género a través de los programas de atención médica del gobierno, entre otras cosas.
Quiénes apoyan a Harris y el efecto Taylor Swift
Encuestas recientes señalan que nunca hubo una brecha de género tan grande en el electorado estadounidense. Mientras Harris recoge mayor apoyos entre las mujeres, la llamada “generación Z” (jóvenes de entre 18 y 29 años) y las personas LGBTI+, Trump es mayoritariamente respaldado por varones.
Un sondeo de SurveyMonkey, divulgado por NBC News el 4 de setiembre, reveló que la mitad de los votantes de la generación Z dice que votará por Harris en noviembre (50%), mientras que un tercio señala que pondrá la papeleta por Trump (34%), lo que representa “una brecha más grande para la candidata demócrata que en algunas otras encuestas de este año”. De acuerdo con esa misma encuesta, casi siete de cada diez votantes de esas edades dijeron que el país está listo para elegir a una presidenta.
El apoyo de mujeres, jóvenes y disidencias se podría ver potenciado gracias al reciente anuncio a favor de Harris de la mismísima Taylor Swift. El martes de noche, minutos después de que terminara el debate presidencial, la megaestrella pop anunció vía Instagram que votará por la candidata demócrata, porque “ella lucha por los derechos y las causas que necesitan una guerrera que los defienda”. “Creo que es una líder talentosa y de mano firme, y creo que podemos lograr mucho más en este país si nos guiamos por la calma y no por el caos”, señaló la cantante de 34 años, y dijo haberse sentido “muy alentada e impresionada por su elección de compañero de fórmula, Tim Walz, quien ha estado defendiendo los derechos LGBTI+, la FIV [fecundación in vitro] y el derecho de la mujer a su propio cuerpo durante décadas”.
La estrella reconoció que hizo pública su decisión, en parte, para contrarrestar la difusión de “informaciones falsas”, sobre todo después de enterarse de que la inteligencia artificial creó una imagen en la que ella apoyaba a Trump y que fue compartida por el propio expresidente. “Me llevó a la conclusión de que tengo que ser muy transparente sobre mis planes reales para estas elecciones como votante. La forma más sencilla de combatir la desinformación es con la verdad”, afirmó la artista en una publicación en la que, además, animó a las swifties a votar y firmó como “Childless Cat Lady” (“Señora sin hijos y con gatos”), en una evidente respuesta al compañero de fórmula de Trump, JD Vance, que en una entrevista televisiva se refirió de esa forma y de manera despectiva a las mujeres demócratas que no son madres, incluida Harris.