En agosto de este año se cumplirán cuatro años del día en que los talibanes llegaron al poder en Afganistán e impusieron, desde entonces, más de 100 medidas para restringir las libertades, los derechos y las vidas de las niñas y las mujeres. En el último mes se dieron a conocer dos nuevos decretos en este sentido.

A principios de diciembre, el gobierno afgano decretó la prohibición para que las mujeres puedan estudiar cualquier profesión vinculada a la medicina y la salud –desde la carrera de medicina hasta otras como odontología, obstetricia o enfermería–. Esto abarca cualquier institución educativa en estas áreas, tanto pública como privada.

La medida no sólo afecta el derecho de las afganas al estudio y al trabajo en una de las pocas áreas en las que todavía tenían permitido formarse (los talibanes prohibieron en setiembre de 2021 que las niñas y adolescentes estudien en secundaria, y en diciembre de 2022 que las mujeres asistan a la universidad). Además, pone el riesgo de que niñas y mujeres puedan acceder a la atención en salud, ya que la ley islámica impide que sean atendidas por médicos varones.

“Este nuevo decreto, que detiene la formación de nuevas trabajadoras de la salud, provocará dolor, miseria, enfermedad y muerte de forma innecesaria para las mujeres, que se verán obligadas a quedarse sin atención médica, ya que no habrá trabajadoras de la salud para tratarlas”, denunció la organización Human Rights Watch.

Por su parte, la portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani, dijo que la decisión “limitará aún más el precario acceso” de mujeres y niñas a la salud, y recordó que Afganistán “tiene ya una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo”, por lo que “la presencia de las mujeres en el sector sanitario es crucial”.

Ventanas cerradas

Al mismo tiempo que cerró puertas simbólicas en muchas áreas de la vida de las mujeres, el gobierno talibán dispuso ahora, literalmente, cerrarles las ventanas. Así lo definieron las autoridades en otro decreto firmado a fines de 2024, que prohíbe que los edificios que se construyan de ahora en más tengan ventanas que den a casas vecinas en las que residan mujeres. El objetivo de la medida es “salvaguardar los principios islámicos y los derechos de la ley islámica de los vecinos” y “prevenir actos obscenos”, según explicó el portavoz adjunto de los talibanes, Hamdullah Fitrat, el 30 de diciembre.

Respecto de las ventanas de las viviendas ya existentes, el nuevo reglamento establece que deberán ser tapiadas o cubiertas.

Las afganas ya fueron prácticamente borradas de la vida pública y ahora tampoco podrán ser vistas en sus propias casas: la medida llega meses después de que en agosto de 2024 los talibanes emitieran un decreto que prohibió que las mujeres puedan ser oídas en público y aparezcan con el rostro descubierto en espacios comunes fuera de su hogar.