Históricamente, las diferencias ideológicas se han identificado entre generaciones: por lo general, las personas jóvenes se inclinan por posturas políticas más progresistas que las mayores, que tienden a ser más conservadoras. Sin embargo, en los últimos años, investigaciones de distintos países revelaron que se abrió una brecha ideológica entre mujeres y varones dentro de una misma generación.

En concreto, lo que indican es que, en la “Generación Z” –que abarca a quienes tienen entre 18 y 30 años–, las mujeres se ubican cada vez más a la izquierda del espectro político y sus contemporáneos hombres más a la derecha. Así se refleja en las urnas y en encuestas de opinión sobre distintos temas.

Una de las razones para explicar esta distancia ideológica tiene que ver con el impacto de los avances feministas en las mujeres y en los varones. Parece ser que mientras ellas luchaban por más igualdad, más derechos y menos violencias, ellos se vieron interpelados y reaccionaron en contra de lo que interpretaron como una pérdida de sus privilegios. Pero no es el único factor.

Por el momento, esta polarización entre mujeres y varones jóvenes no parece estar instalada en Uruguay, aunque los pocos datos que existen al respecto y especialistas consultadas por la diaria coinciden en que la tendencia se empieza a dibujar y que, tal como ha pasado con otros fenómenos, es esperable que –tarde o temprano– también llegue a nuestro país.

Ellas a la izquierda, ellos a la derecha

Uno de los primeros en estudiar el fenómeno fue el investigador Daniel Cox, que descubrió que en Estados Unidos las mujeres de entre 18 y 30 años son 30% más “progresistas” que los hombres de la misma edad, y que esa brecha tardó sólo seis años en abrirse.

Sus hallazgos, publicados en enero de 2024 en el portal Business Insider, despertaron el interés del periodista especializado en datos John Burn-Murdoch, que profundizó en el trabajo de Cox, revisó estudios de otras partes del mundo y descubrió que había tendencias similares en países como Alemania, Reino Unido, Corea del Sur, Polonia, Túnez y China.

La polarización más grande la encontró en Corea del Sur, donde más que una brecha hay un “abismo”, según escribió Burn-Murdoch en un artículo publicado en el Financial Times. Para este caso, el periodista analizó los resultados de las elecciones presidenciales de 2022 y notó que mientras hombres y mujeres mayores votaron “al unísono”, los jóvenes apoyaron principalmente al partido de derecha Poder Popular, en tanto las jóvenes respaldaron al Partido Demócrata, liberal, “en números casi iguales y opuestos”.

Por otra parte, una investigación del diario Público publicada en marzo de 2024 concluyó que en la población española de entre 18 y 24 años existe una brecha ideológica de género “sin precedentes”. Y señala que, en el caso de España, en particular, esto ocurre “principalmente porque los hombres jóvenes se han derechizado”.

Más cerca, la distancia ideológica entre mujeres y hombres quedó en evidencia en Argentina tras la elección de Javier Milei como presidente. “El líder libertario llegó a conseguir 70% de apoyo entre los menores de 24 años. Pero no fue un voto homogéneo: por primera vez, hubo una marcada diferencia ideológica dentro de una misma generación”, escribió la periodista argentina Mariana Iglesias en el diario madrileño El País. Citó datos de la consultora Zuban Córdoba & Asociados que muestran que 59,1% de los jóvenes de 16 a 30 años votaron a Milei y que, de ese total, hubo 7% más de varones que de mujeres.

Posibles explicaciones

“Probablemente las generaciones de varones más jóvenes que acompañan a las mujeres protagonistas de la explosión feminista se sienten amenazados en algunos de sus privilegios, en la medida en que pertenecen a la misma franja etaria y comparten lugares de socialización, y por eso reaccionan”, analizó la politóloga Verónica Pérez Bentancur, en diálogo con la diaria, a la hora de pensar en posibles explicaciones.

El mismo Burn-Murdoch señaló que, en su país, movimientos como el #MeToo fueron un “detonante clave”, en tanto impulsaron a las mujeres, y sobre todo a las jóvenes, a denunciar distintas formas de violencia machista que vivieron a lo largo de sus vidas, y, frente a esto, “muchos varones jóvenes se sintieron amenazados y reaccionaron adoptando la posición opuesta”.

Pero no todo se reduce al backlash antifeminista.

Alice Evans, académica de la Universidad de Stanford y una de las principales investigadoras sobre el tema, plantea otros motivos. En un artículo de su blog titulado “¿Qué previene y qué impulsa la polarización ideológica de género?”, habla del “resentimiento económico” de esta generación joven, con mujeres que enfrentan cada vez más dificultades económicas, tienen trabajos precarizados, son las más afectadas por la desocupación y la desigualdad en la distribución de la carga de los cuidados, y hombres que ven los avances feministas en el terreno laboral como una competencia directa.

Para la investigadora también impactan dos factores culturales. Por un lado, una “cultura pública feminizada” en la que periodistas, escritoras y artistas empiezan a contar sus historias, que son leídas casi exclusivamente por mujeres que se sienten identificadas y que empiezan a procesar así sus propias vivencias, lo que a la vez interpela a los hombres.

Por el otro, la dinámica de las redes sociales, con “burbujas de filtro” fragmentadas por poblaciones –lo que hace que el algoritmo muestre sólo lo que le interesa a cada grupo y profundice el desencuentro– y contenido misógino promovido por los grupos de varones que integran lo que hoy se conoce como “manosfera”.

¿Por casa cómo andamos?

En Uruguay no hay datos específicos que confirmen la existencia o no de una brecha ideológica entre los varones y las mujeres de la Generación Z: faltan estudios que crucen las variables ideología, género y edad. Sin embargo, algunos relevamientos sugieren que, lentamente, iríamos camino hacia esa tendencia.

La socióloga Delmira Louis aseguró el año pasado a Búsqueda que si bien las mujeres en Uruguay han estado históricamente “más a la derecha” que los hombres, “la evolución en las últimas décadas muestra que esa diferencia está disminuyendo y, hoy en día, casi no hay distancia”. Basó su análisis en datos del Latinobarómetro que indican que, en 2003, 50% de los hombres y 35% de las mujeres de 18 a 29 años se identificaban como de izquierda, mientras que esa relación era de 37% y 29% en 2023. Al mismo tiempo, entre quienes se identificaban como de derecha, las mujeres pasaron de 25% a 27% en esa década, mientras que los varones hicieron un salto de 24% a 30%.

Tanto la politóloga Verónica Pérez como la socióloga Mariana Pomiés, directora de la consultora Cifra, aseguraron a la diaria que si bien es necesario tener información más específica, existen sondeos de opinión que pueden dar algunas pistas.

Pérez mencionó, como ejemplo, las encuestas sobre participación política de las mujeres que se realizan “consistentemente desde 2007”, así como las distintas ediciones de la Encuesta Mundial de Valores que se hicieron en Uruguay, en donde “en esas preguntas, en la actualidad, encontrás diferencias por género que muestran que las mujeres tienen valores más igualitarios que los hombres en algunas cosas”. Aun así, la politóloga reconoció que “tenemos pocos datos para ver diferencias generacionales o por lo menos, si existen, no los hemos explotado”.

Pomiés, por su parte, aseguró que “sistemáticamente, desde que hacemos estudios para ONU Mujeres, hace muchos años, las mujeres se inclinan más a cuestionar el statu quo”. “Por ejemplo, cuando les preguntamos si creen que es más difícil para las mujeres que para los hombres conseguir un buen trabajo o acceder a cargos políticos, las mujeres aprecian más la dificultad de las propias mujeres, y los hombres las ven menos”, puntualizó.

La directora de Cifra dijo que no se han cruzado los datos según tramos etarios, pero que sí se puede afirmar que desde hace un tiempo “venimos viendo, en general, a las mujeres un poquito más volcadas a preferir candidatos de izquierda y a los hombres un poquito más volcados a preferir candidatos de derecha”.

De hecho, unos días antes de la primera vuelta electoral de octubre de 2024, una encuesta de la Universidad de la República y El Observador reveló que más mujeres iban a votar al Frente Amplio: 48% de las encuestadas, frente a 40% de los encuestados. En contrapartida, los varones predominaban entre quienes dijeron que votarían a partidos de la coalición. “Eso marca un quiebre de tendencia respecto de lo observado en ciclos electorales anteriores y va en sintonía con lo reportado en la literatura internacional a nivel de cierto corrimiento de ellas hacia la izquierda”, decía el informe.

Para Pérez, la brecha ideológica de género responde “a la reacción hacia una ola progresista que quizás se ha intensificado en la última década, producto de dos grandes cosas: el avance sustantivo y objetivo en los derechos, y la intensificación de la movilización feminista a partir de 2016-2017, que ha reivindicado causas que están en el corazón de la agenda de derechos de las mujeres, como el #NiUnaMenos, el #8M o movilizaciones grandes por el aborto legal en Argentina y en México”.

En ese sentido, recordó que nuestro país “tuvo un avance sustantivo sobre la agenda de derechos, el más sustantivo de América Latina”, y que si bien “es cierto que el movimiento feminista no ha tenido la capacidad de explosión, disrupción o masividad que han alcanzado otros movimientos en la región”, sí tiene como una “expresión sistemática” de esto, desde 2017, las marchas del 8M.

Por eso, para la politóloga, “sin mirar los datos, podemos decir que están dadas las condiciones para que veamos tendencias similares a las que se observan en otros países; no veo razones por las que deberíamos esperar cosas muy diferentes”.

De todas formas, matizó que “para poder afirmar de una forma más fehaciente por qué ocurre es necesario tener más datos que nos permitan analizar estas tendencias de una manera más sistemática, que nos permitan mirar variaciones, construir series de datos, distinguir dentro de estos grupos etarios”.

“En Uruguay a veces las cosas se demoran un poco más, pero llegan”, resumió Pomiés; “creo que si es una tendencia afuera, acá también lo será, y es razonable dada cierta sensación que se va percibiendo en los hombres por el avance de los movimientos feministas”.

¿Hacia una brecha sexoafectiva?

Burn-Murdoch señaló que el caso de Corea del Sur, en donde la tasa de natalidad “se ha desplomado” y la de natalidad “descendió precipitadamente”, debería servir como advertencia a otros países sobre cómo la brecha ideológica de género puede impactar en cuestiones que van más allá de la política, como los vínculos sexoafectivos entre mujeres y hombres. También Evans alertó en su artículo, de forma más general, que “no abordar esta brecha puede impedir el amor, las amistades y la formación de familias heterosexuales”.

Hay estudios que revelan que definitivamente asistimos a una transformación o incluso a una crisis en los vínculos heterosexuales, pero las razones atribuidas son múltiples y la polarización ideológica podría constituir una de las tantas.

Lo cierto es que, mientras tanto, aparecen iniciativas que trasladan explícitamente las diferencias ideológicas al plano vincular. Una de ellas es el “movimiento 4B”, impulsado justamente en Corea del Sur, que alienta a las mujeres a no vincularse con varones como estrategia de cuidado y reacción frente a las desigualdades y las violencias. El movimiento nació en 2019 pero tuvo un boom hace unos meses, tras el triunfo electoral de Donald Trump en Estados Unidos, donde muchas jóvenes lo reivindicaron para mandar el mensaje de que no se relacionarían con varones que votaron un gobierno que representa una amenaza para los derechos de las mujeres.

En conversación con la diaria, el docente de Filosofía, educador sexual y especialista en masculinidades Nicolás Sosa Georgieff consideró que la clave para superar las distancias no debería estar en “militar el no encuentro”, sino más bien en buscar “qué alianzas podemos crear para pensar otras formas de vivir comunitariamente que no impliquen el estado de guerra global entre hombres y mujeres”.