El hazañoso Central de 1984 fue el único campeón Uruguayo que no participó de la Copa Libertadores de América. Los formatos de clasificación desde que Washington Cataldi la ideó y lanzó en 1960 siempre habían sido con el campeón como primer clasificado. Aquel plantel era dirigido por Líber Arispe en la conducción técnica junto a Germando Adinolfi en la preparación física, dupla que trascendió en aquel equipo que entró en la historia del fútbol uruguayo. Arispe-Adinolfi dejaron mucho más que títulos, estrategias, tácticas y formas de correr la cancha a aquellos jugadores hoy dirigentes.

El Bolita Arispe tenía, y tiene, una singularísima historia en el mundo del fútbol. Debutó con 16 años en primera división en Colón y fue partícipe del primer y único ascenso de los del Reducto. Ese mismo año, en 1964, fue campeón sudamericano juvenil con Uruguay.

Después de un primer paso por Defensor se fue a Independiente de Avellaneda e integró el plantel campeón de la Libertadores y que por primera vez ganó la Intercontinental en 1973.

Volvió a Uruguay para Nacional, y en el 76 fue activo protagonista de la hazaña defensorista dirigida por el profesor José Ricardo de León. Retirado de la práctica activa del fútbol se dedicó a la dirección técnica, y en su primera experiencia en Primera consiguió, en 1982, el segundo campeonato de ascenso con Colón. En el primero había sido participe como jugador, en este segundo, su primero como técnico, la reglamentación de entonces le impidió el ascenso directo y debió jugar un repechaje con Huracán Buceo, mano a mano que finalmente perdió. Fue el primer campeonato sin premio para Arispe. El segundo como está dicho fue el de la hazaña palermitana de 1984.

Desde la reestructura de la AUF tras el fracaso de Alemania 1974, se instauró la Liguilla Pre-Libertadores para consignar los cupos uruguayos en la copa. Había además una ponderación por campeonato que entregaba una bonificación a los efectos de llegar al segundo cupo, siendo que el Uruguay 1 salía directamente del ganador de la Liguilla. Ese año, después del Uruguayo, se jugó en la A el torneo 60 aniversario de Colombes, que ganó Peñarol, y en diciembre la Liguilla. Peñarol y Bella Vista se despegaron en el torneo corto y Central no pudo repetir lo que en el torneo de largo aliento había conseguido.

Llegó el partido con los aurinegros y a Central, para asegurar sus mayores posibilidades de llegar a la Libertadores, le convenía perder con Peñarol para que los carboneros se quedaran con la Liguilla y evitar que Bella Vista lo consiguiese y, así, hacerse con el cupo directo. Las horas previas a ese juego fueron tan tensas como intensas para aquel plantel que se había encontrado con la gloria en base a esfuerzo y sueños nunca abortados.

Ya en el Centenario, en los vestuarios, en la charla previa a la salida a la cancha de aquel olvidado pero inolvidable partido de diciembre del 84, Líber Arispe reafirmó la oncena titular con los que el creía los mejores para afrontar ese partido de tarde noche, y les habló a los campeones: “El fútbol es un deporte que se juega para ganar. ¿Alguna vez salieron a una cancha para perder? ¿Cómo salimos campeones? Salgamos a ganar como siempre, porque será mejor ganar y perder una clasificación, que clasificar y perder la dignidad del fútbol que tanto queremos”. Y así, con la música de los tapones sonando en el túnel, salieron a la cancha de una gloria más profunda que la de clasificar a la Libertadores.

Ya en el primer tiempo el tempranamente desaparecido Miguel Berriel puso el 1 - 0 de cabeza para los de Palermo. ¡Cómo se gritó ese gol! Todo el segundo tiempo dale que te dale, con Héctor Tuja atajándose todo y la línea de cuatro metiendo, sacando y sacando, hasta que allá a las cansadas, cuando se venía la noche literal y metafóricamente, Daniel Coquito Rodríguez puso el empate para Peñarol, lo que llevó a que finalmente se debiera definir la Liguilla con una final entre carboneros y papales, donde ganaron los aurinegros por penales (en lo que fue el primer retiro de Fernando Morena).

Al final no hubo justicia poética para Central, el que jugó a ganar porque a eso se juega aunque te convenga perder. El 3 de enero de 1985 en partido definición jugado en el Franzini, Bella Vista, con gol de Yubert Lemos, derrotó a Central 1-0 y lo dejó afuera de la Libertadores, pero adentro de los corazones de quienes entienden el más puro espíritu del juego.