Afuera estaba apocalíptico. Lluvia con sol pero sin arcoíris ni canción de Jaime, y un reguero de ramas perdidas en 8 de Octubre. Adentro, similar. El viento, atajado por el cilindro que envuelve la cancha del estadio María Mincheff de Lazaroff, el único estadio con nombre de mujer. Sobre la cancha el último pizarrón de Mario Saralegui, a disposición de la tabla del año. Del lado de los franjeados, la razón de los puntos como una cornisa descascarada.

Danubio plantó una presión alta. Peñarol, ventoso. Todavía sucedían los primeros pifies, nada de estudio en clase, todos los deberes hechos para los puntos en disputa que sabían muy distinto. Y llegó el primero cuando Peñarol quebró esa presión con triangulaciones. Giovanni González controló con Leandro Sosa encima y en el mismo gesto se lo sacó de arriba. Centro bajo al mundo emotivo del área chica y Matías Britos que la acomodó en las piolas con el corazón, literal.

Peñarol tuvo el segundo en una pirueta de Joaquín Piquerez, aunque tuvo más de acrobacia que de eficacia. Danubio, tras otro gran desborde de Facundo Labandeira, se lo perdió con el Cacique Santiago Paiva, a quien la fuerza de rozamiento quizás le haya jugado una mala pasada. Peñarol siguió buscando a Facundo Torres, como un producto, como una descarga. El gurí de las inferiores generó un montón de faltas y peligros que acercaron al carbonero siempre, que supo qué hacer con la pelota quieta.

El segundo gol aurinegro llegó después de un gran disparo de Torres que Salvador Ichazo supo defender, pero en el rebote David Terans definió. Aunque la tribuna pidió fuera de juego. También convirtió el tercero, pero no festejó ninguno de los dos con demasiada euforia. Danubio se hundió en protestas. El juez dubitativo había hecho el gesto de cobrar previo al tanto, pero el silbato no sonó y es lo único que frena al juego. En el entretiempo hubo un tumulto que se extinguió en el túnel, pero se llevó dos expulsados, uno para cada lado: Terans y Santiago Carrera.

El segundo tiempo fue similar pero con menos gente en la cancha. Danubio intentando presionar. Peñarol jugando con la ventaja. Leo Ramos buscó en el banco con Rodrigo Piñeiro, que venía siendo figura en esta pelea fundamental con el descenso. Martín Comachi, que también había ingresado, puso el descuento de los locales con efectiva definición. Piñeiro cambió la estirpe. Peñarol con Fabián Estoyanoff en cancha, empezó a jugar con el tiempo para la desesperación ajena.

“La verdad no ofende ni teme”, le gritó una señora –entre tantas otras– cosas al árbitro. Otra voz aguardentosa típica de la tribuna de la tuna, gritó por Danubio incansablemente. Pero el último partido del año, significó otro trago de cerveza caliente y sin espuma para Danubio. Para Peñarol, quizás, una digna despedida del tan mentado Saralegui. Agustín Álvarez Martínez liquidó la gesta después de un desborde de Estoyanoff y una definición calma. Ganó Peñarol en la Curva de Maroñas.

Detalles

Estadio: María Mincheff de Lazaroff

Árbitros: Santiago Motta, Horacio Ferreiro y Sebastián Schroeder.

Danubio (1): Salvador Ichazo; Emiliano Ancheta, Mauricio Victoriano, Santiago Carrera, Leandro Sosa (52’ Lucas Monzón); Lucas Rodríguez (61’ Pablo Siles), Javier Méndez, Nicolás Prieto (46’ Martín Comachi), Santiago Mederos (55’ Rodrigo Piñeiro); Facundo Labandeira, Santiago Paiva (55’ Leandro Rodríguez).

.Entrenador: Leo Ramos.

Peñarol (4): Kevin Dawson; Giovanni González, Rodrigo Abascal, Gary Kagelmacher, Joaquín Piquerez; Jesús Trindade, Cristian Rodríguez (77’ Agustín Álvarez Wallace), Christian Bravo (46’ Fabián Estoyanoff), David Terans, Facundo Torres (77’ Hernán Novick), Matías Britos (59’ Agustín Álvarez Martínez).

Entrenador: Mario Saralegui.

Goles: 10’ Matías Britos (P), 39’ y 44’ David Terans (P), 64’ Martín Comachi (D), 89’ Agustín Álvarez Martínez (P).

Expulsados: 46’ Santiago Carrera (D), 46’ David Terans (P), 78’ Javier Méndez (D).