La representación femenina del Sport Club Corinthians Paulista –a las campeonas se les nombra con todas la letras- le ganó al Independiente Santa Fe de Colombia 2 a 0, el domingo de noche, en una final heterodoxa de la Copa Libertadores.
La Conmebol ya había anunciado que todo el desarrollo de la 13ª edición se haría en Paraguay, en Asunción concretamente, y la final pasaría a disputarse en nuestro país, en el Gran Parque Central.
En realidad la historia fue algo más complicada. Previamente, varios meses atrás, se le había otorgado la organización de esta edición de la Libertadores Femenina a Chile… pero, luego, mucho después, le avisaron que la final se haría en otro país, en Uruguay.
Y los chilenos, cuando se enteraron tiempo después, que les sacaban la final del torneo, procedieron rápidamente, con dignidad, y le dijeron a la Confederación: no hacemos nada, llévense el torneo a otro lado.
Enseguida vino la asignación de Paraguay y lo de Uruguay se mantuvo. Esa es la historia real. En una noche de calurosa primavera, disfrutaron la fiesta una gran cantidad de niñas que juegan normalmente fútbol, además de muchas jovencitas y mujeres mayores. Esa era la característica dominante del público que habitó la platea principal del estadio tricolor con minoría masculina. Varias de las niñas que llegaron al Parque venían del interior del país, en excusiones contratadas al efecto y con entrada libre, por supuesto. Colaboraron en eso la Intendencia de Montevideo y ONFI.
Una lucha desigual
Los antecedentes del propio torneo en su parte paraguaya anticipaban lo que, seguramente, sucedería: que ganaran las brasileñas por décima vez y el tercero, específicamente, del club del gran Sócrates, aquel número 9 de calidad de la década del 80 y médico, el creador –junto a Wladimir, Casagrande y Zenon- de la famosa “democracia corinthiana”, una forma de vivir el club pero, todavía, sin mujeres. Ni se les ocurría. Ellas llegaron al club bastante después, en 1997, fecha parecida a los primeros clubes uruguayos a los que les dieron participación en la Asociación Uruguaya de Fútbol casi al mismo tiempo, en realidad un año antes, en 1996.
La lucha, la de la noche dominguera, fue despareja. Y se presumía desde antes. Es que las brasileñas ganaron, sin necesidad de penales, los cinco partidos disputados, algunos de ellos por goleada. 2-0 a San Lorenzo argentino, 5-1 y 8-0 a Nacional-en el Grupo D y en semifinal-, 4-0 a Capiatá de Paraguay y 3-1 a Alianza Lima.
Las colombianas, por su parte, tuvieron un recorrido algo más pesado: ganaron ajustadamente dos partidos del Grupo A (1-0 a Cuenca y 2-0 a Sol de América), empataron 0 a 0 con Ferroviaria y luego le ganaron a los otros dos clubes brasileños, en definición por penales.
En cuartos 6 a 5 ante Kindermann-Avaí luego de un 2-2 y en semis 4-2 frente a Ferroviaria, luego de un 1-1.
El favoritismo estaba inclinado para un lado claramente. Y eso se confirmó netamente en cancha.
El desarrollo del partido
Aunque, al minuto, la bogotana Salazar metió una buena pelota en el horizontal del arco muy bien defendido por Kemelli Trugilho, de ahí en más el predominio de las brasileñas fue casi absoluto más allá de la buena técnica individual de las jugadoras colombianas.
También pronto, llegó el primer tanto que convirtió, a los 9, la delantera Adriana de cabeza en una jugada que empezó por derecha, pasó para la izquierda y se definió en el centro del área.
Sólo un corte del predominio de las paulistas se dio a los 30 cuando dos errores defensivos con la golera saliendo mal, dejaron a la delantera del club Santa Fe, Guarecuco, de cara al arco descubierto, de frente a él, a pocos metros, pero la pelota se le fue desviada.
A los 41 llegó el segundo gol: Tamires ganó por el costado, tocó perfectamente por abajo, al centro del área, y Portilho agradeció el regalo ganando en velocidad. Muy buena conversión, fulminante.
En el segundo tiempo Gaby Zanotti, una cinco que sirvió de vértice a todas las jugadas de armado central y que, al final, fue nombrada “la jugadora del partido” se lució ampliamente, manejando todos los hilos del equipo. El DT brasileño se dio un gusto: hizo entrar a la que seguramente es la mejor jugadora del equipo, Andresinha, integrante de selección brasileña como lo serán tantas otras próximamente, a los 86 minutos. Debía estar algo sentida.
Un elogio final para Corinthians: en todos los partidos marcaron muy bien y el éxito siempre nacía de esa seguridad defensiva. Después de esa fase venían todas las otras virtudes, tiene jugadorazas con calidad, fuerza, velocidad y un juego medio y de ataque muy solidario. ¡Cómo para no ser campeonas! Las vimos los y, sobre todo, las uruguayas, lucirse a pleno en el Gran Parque Central. Y lo hacen, lo vienen haciendo, eso de ser campeonas, cada dos años: 2017, 2019 y, ahora, 2021.