Había mucha expectativa frente a la intervención en la Cámara de Diputados de la primera ministra, debido al discurso extremo que mostró a lo largo de su carrera política. Las palabras de Meloni finalmente tuvieron un tono relativamente moderado y llegó incluso a decir que no simpatiza con “regímenes antidemocráticos, incluido el fascista”. Las primeras encuestas tras el discurso mostraron que su popularidad se desplomó 50%, algo que los analistas atribuyen a la decepción de buena parte de su electorado, que la había votado porque la consideraba una fascista hecha y derecha. “Estoy realmente indignado. Yo voté a Meloni porque tenía un pasado de militancia en un partido fascista y tenía un discurso alineado con el de los partidos fascistas. ¿Cómo iba yo a sospechar que en realidad no le simpatiza el fascismo?”, declaró una empleada pública ante las cámaras de la RAI. Un carnicero consideró, por su parte, que “la única manera que tendría Meloni de redimirse sería llamando a elecciones anticipadas para que los ciudadanos de bien tengamos la oportunidad de elegir a un verdadero fascista, un heredero de Benito Mussolini, y no una politiquita de centroderecha cualquiera”.
La respuesta: “Los comunistas también mataron mucha gente” es lo que responde la mayoría de los votantes de Meloni cuando se les pregunta por los crímenes del fascismo.