La entrega del Premio Nobel de Literatura a la escritora surcoreana Han Kang fue saludada por muchos como un avance en materia de equidad de género y apertura al multiculturalismo. Pero un artículo periodístico publicado ayer de noche dejó al descubierto que en realidad se trató de una nueva muestra de los prejuicios y la intolerancia que imperan en la Academia Sueca. “Tras muchos años en los que el escritor japonés Haruki Murakami fue postergado, finalmente los encargados de otorgar el Nobel de Literatura decidieron premiarlo. Pero, en una muestra de xenofobia o lisa y llanamente racismo, se confundieron y le dieron el premio a una surcoreana. Nuevamente quedó en evidencia que para los europeos blancos todas las personas del Lejano Oriente son iguales. No sólo no pudieron distinguir entre un japonés y una surcoreana. Ni siquiera fueron capaces de darse cuenta de que Kang no era un hombre, sino una mujer”.

La confesión: “Es cierto, me confundí a Kang con Murakami y lo lamento profundamente. De todas maneras, y sin ánimo de justificarme, hay que reconocer que todos los chinos son iguales”. Miembro de la Academia Sueca rubio y de ojos celestes.