Las declaraciones de la exvicepresidenta, en las que afirmó tener constancia de que algunos testigos en causas relacionadas con la dictadura mintieron a propósito para condenar a militares, provocaron reacciones en todo el espectro político. Varios dirigentes de derecha las vieron como una muestra de que la estrategia de pelear la “batalla cultural” requiere demasiado esfuerzo a cambio de pocos resultados. “Acá lo que hay que hacer es una guerrilla cultural, es decir, golpes puntuales, cortitos, certeros y de gran capacidad destructiva”, consideró un dirigente nacionalista.

Tanto blancos como colorados y cabildantes son conscientes de que para esta estrategia sería necesario contar con el apoyo de varios tupamaros históricos, algo que en la actualidad no es fácil, aunque confían en la capacidad de José Mujica y Lucía Topolansky para formar a los más jóvenes “en el arte de causar el mayor desastre posible con un par de garrones sorpresivos”.

La frase: “Estamos a dos libros de Mujica de volver a casa”. Torturador que se está preparando para salir.