Para la oposición, la adquisición de seis aeronaves a la Fuerza Aérea brasileña por 100 millones de dólares constituye un gasto excesivo en un momento en que el país tiene otras prioridades.
Pero desde el gobierno se defendió la compra: “100 millones de dólares puede parecer un gasto gigantesco, pero hay que tener en cuenta que los vamos a usar durante los próximos 95 años. Estos aviones de combate no son como las aeronaves usadas que suele adquirir la Fuerza Aérea Uruguaya, que a lo sumo duran cinco o seis décadas antes de caerse a pedazos. En el caso de aeronaves nuevas, se pueden usar casi un siglo. O sea que solamente estaríamos gastando poco más de millón de dólares anuales por seis aviones. Es una ganga. Desde el punto de vista financiero sería un error no aprovecharla”, destacó el ministro de Defensa Nacional, Armando Castaingdebat.
El jerarca explicó además que esta compra permitirá retirar y vender los aviones de combate actuales. “Esperamos sacarles un buen dinero, porque este tipo de aeronaves vintage se cotiza muy bien en los circuitos internacionales de coleccionistas de aviones”, indicó.
La frase: “Es cierto, le vamos a legar una deuda importante al próximo presidente. Pero, por otro lado, también le vamos a legar la posibilidad de aplicar la ley de derribo contra las avionetas de los narcotraficantes, algo que yo no pude hacer porque nunca atrapamos una”. Luis Lacalle Pou, piloto de combate frustrado.