Carlos Iafigliola, exprecandidato a la Presidencia por el Partido Nacional, cosechó una magra votación en los comicios internos del domingo, con lo cual vio frustradas sus aspiraciones de ser el jefe de Estado de todos los uruguayos, todas las uruguayas y todes les uruguayes, como no le gusta a él que se diga.

Pero la desazón fue todavía peor cuando confirmó, re tóxico, que en el circuito donde votó su esposa él no recibió ningún voto: “No me votó ni aquella, estoy devastado; no me quedó otra opción que divorciarme, y eso que yo estoy en contra del divorcio, pero acá me parece que aplica, así que bueno, le mandé”, explicó Iafigliola.

Para Carlos, “desde que en el liceo me decían ‘Iafigliola, tu nariz contra mis bolas’ que no me sentía así de triste, se ve que no hay lugar ya no sólo para el proyecto socialcristiano en la nación, sino tampoco para el proyecto socialcristiano en mi casa, en mi hogar, en mi familia, que es la base de la sociedad... Si creyera en los psicólogos, iría a uno”.