Las fiestas tradicionales solían ser un momento para festejar y disfrutar de la compañía de los seres queridos, pero el ajetreado ritmo de la vida contemporánea hizo que el clima de estas fechas ahora también se caracterice por el agotamiento tras un año de trabajo, estudios y/o cuidados familiares. Este nuevo fenómeno generó un número inédito de casos de lo que se conoce como “burnout”. “Yo no estaba bien. Desde noviembre venía escuchando a las personas quejarse de lo difícil que les estaba resultando llegar a fin de año porque no daban más del cansancio y eso me estaba afectando a nivel de mi salud psicológica. Pero a partir del 15 de diciembre la situación se volvió una locura. No se hablaba de otra cosa en el trabajo, en la mesa familiar, en las reuniones con amigos. La presión fue demasiada. Una tarde, en plena oficina y después de cuatro horas de escuchar a mis colegas quejarse de lo cansados que estaban, me puse a llorar ahí mismo y tuve un pico de presión. Por suerte llamaron a la emergencia médica. Si no, podría haber infartado ahí mismo”, reveló una persona que simple y sencillamente no resistió más escuchar hablar del cansancio de fin de año.

Esta persona fue certificada hasta el 6 de enero, pero la indicación médica no acabó allí. “El doctor que me atendió me explicó que esto era algo que me iba a acompañar toda la vida, así que todos los años me voy a certificar a partir del 1° de diciembre”, reveló esta víctima de burnout.

La excepción: “Por suerte a mí no me pasa eso del cansancio de diciembre porque estoy todo el año muerto y a punto de caer rendido”. Persona con mucha suerte.