Emmanuel Macron, Donald Trump, Lula da Silva y Felipe VI de España son sólo algunos de los jefes de gobierno que asistieron al último adiós del sumo pontífice. Como suele ocurrir en los eventos a los que asisten los principales líderes mundiales, se llevaron a cabo reuniones formales e informales en las que estos se dedicaron a pergeñar nuevas formas para hacer que la vida de las personas sea más sufrida y miserable. Según explicó un diplomático que estuvo el sábado en el Vaticano, “cuando se está a ese nivel no hay momentos de ocio, porque hay muchas responsabilidades y mucho por hacer. Volver al mundo más desigual, seguir calentando el planeta, promover guerras y muchas cosas más”.

De todas maneras, hubo algo en lo que sí se diferenció el funeral de Francisco de otras reuniones de líderes globales. “Esta vez los poderosos estaban realmente conmovidos por la muerte del papa y concretaban sus acciones maléficas con un hondo pesar en sus almas”, relató el diplomático.

El recuerdo: “El papa Francisco fue un gran hombre, más allá de que jamás lo hubiera dejado ingresar a Estados Unidos por latinoamericano y por izquierdista”. Donald Trump, representante del maléfico en la Tierra.