En las últimas semanas, el ingreso de marines estadounidenses sin aval parlamentario a nuestro territorio generó polémica entre la oposición y el oficialismo. El senador nacionalista Javier García manifestó “mirá estos, que hace unos años estaban meta ‘yankis go home’ para acá y ‘yankis go home’ para allá, y que el imperialismo patatín y patatán”, y convocó a la Comisión de Defensa de la Cámara de Senadores para pedir explicaciones.

Sin embargo, la ministra de Defensa, Sandra Lazo, zanjó el incidente aclarando que los militares vinieron como parte de un “intercambio académico” y “de experiencias”, por lo que su visita no requería de autorización parlamentaria. “Estos que vinieron son unos muchachos macanudísimos; no son como los marines aquellos malísimos que históricamente repudió nuestra fuerza política”, aseguró la ministra.

Sin embargo, no detalló en qué consistió dicho intercambio, lo que revelamos en exclusiva en este informe especial.

Intercambio de costumbres: cómo tomar mate en el cuartel

Cualquier milico que se precie tiene que ser un experto tomando mate en el cuartel. Siendo nuestros militares de los más hábiles del mundo en ese tipo de maniobras, les enseñaron a los norteamericanos desde poner a calentar el agua, hasta poner a hinchar la yerba, cebar con espumita, dar vuelta el mate, chuparlo hasta que haga “chuiiiippp-chuip-chup”, respetar siempre la ronda y ensillarlo una y otra vez. A la vez que se les explicó de sus variedades: amargo, como se toma por lo general, o dulce, como toman las viejas. Se les enseñó a ponerle carqueja, cedrón o algún otro yuyo al termo, si así lo desean, y también el maridaje: desde cruasanes salados de salame o jamón y queso (la combinación típica uruguaya por excelencia) o dulces (membrillo o dulce de leche) hasta el pan con manteca o la galleta malteada con cacho de queso. Como contrapartida, los nuestros no tuvieron que aprender nada, ya que en Uruguay ya aprendimos a tomar lattes.

Pasear por la feria de Tristán Narvaja

El domingo tempranito el intercambio académico siguió por la principal feria de nuestro país. Allí quedaron sorprendidos por la variedad de la oferta. Es más, uno de ellos compró una dentadura postiza para la abuelita, que le pareció más o menos de su talla, a 50 pesos. Otros comieron tortafritas, uno compró un brownie de faso, y quedaron maravillados observando de lejos cómo unos inspectores de la Intendencia de Montevideo (escoltados por policías) le decomisaban el parrillero con los chorizos a uno que se había puesto en una esquina y todas las roscas con chicharrones y las bolas de fraile a una doña que había puesto una mesita. La falta de sensibilidad de los inspectores con aquellas personas que suplicaban por ganarse un jornal y rogaban porque no les sacaran todo sensibilizó a los marines, quienes concluyeron que ese es el temple que hay que tener a la hora de invadir un país el día de mañana.

Intercambio culinario: cómo hacer un asadito

Desde hacer el fuego, limpiar la parrilla con diarios y armar una picadita de salamín y queso hasta dejar los chinchulines y los riñones en remojo con limón, cocer la carne y los chorolos a punto y armar en su proporción ideal un 7 y 3 de vino Rosés con naranjita Fagar. Nuestros amigos marines se maravillaron con nuestra principal pasión gastronómica. Algunos, incluso, pedían “more chainchoulín”. Como contrapartida, los nuestros no tuvieron que aprender nada porque en Uruguay ya aprendimos solitos a comer un doble cheese barbecue, un cuarto de libra con beicon y onion y pollo frito del coronel.

Intercambio lúdico: a jugar al truco

Esta fue una de las experiencias más complejas por las que atravesaron los marines en su intercambio, pero una materia imprescindible para el desarrollo de la vida en el cuartel. Se les explicó todo: cómo repartir, para qué lado se pone el mazo con la muestra, cómo orejear las cartas, cómo hacer las señas, cómo mentir y cómo irse al mazo. También cómo anotar con porotos, con chapitas de cerveza dobladas y con rayitas.

Y también cómo el 2 de bastos, si la muestra es bastos, vale 30 puntos para el envido y es la más fuerte para el truco, pero si la muestra es otro palo sólo vale 2 puntos para el envido siempre y cuando haya en la mano una sola carta más del mismo palo y la otra no sea de la muestra, porque si es de la muestra hay flor, y en ese caso pasaría a valer 2 puntos para la flor, en el caso de que otro contrincante tenga flor también, porque entonces el envido ya no corre, pero de todos modos para el truco pasaría a ser una de las más débiles de las cartas llamadas “chicas”, sólo por encima del 1 de bastos y del 1 de oro, y que la seña del 2 de la muestra es levantando las cejas pero si no es de la muestra es abriendo levemente la boca.

Al parecer no entendieron nada, ya que uno de los marines decía “Envidou, envidou” y tenía tres cartas de oro y otro hacía toda clase de morisquetas, que daba a pensar si no tendría además de la espadilla alguna carta de Pokémon mezclada.