El coronel retirado Gilberto Vázquez declaró este viernes de tarde ante la jueza penal de 26º Turno Ana de Salterain por el secuestro de los hermanos Anatole y Victoria Julien, ocurrido el 26 de setiembre de 1976, en la provincia de Buenos Aires.
Vázquez fue conducido desde Rivera, donde se encuentra cumpliendo prisión domiciliaria, y llegó al juzgado sobre las 14.00.
Por esta causa, el fiscal especializado en Delitos de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe pidió el procesamiento con prisión de Gilberto Vázquez, José Gavazzo, Ricardo Arab y Jorge Pajarito Silveira por dos delitos de privación de libertad, en concurrencia fuera de la reiteración con dos delitos de supresión de estado civil y dos delitos de abandono de niños.
Según informaron a la diaria fuentes allegadas a la causa, Vázquez declaró que no recordaba nada de lo sucedido con los hermanos Julien. Durante su comparecencia, la abogada Graciela Figueredo le leyó a su defendido unas declaraciones que él mismo dio en las que sí admitía cierta vinculación al caso. Sin embargo, Vázquez reiteró que no se acuerda de nada.
El siguiente paso será que declare Gavazzo, el último que falta, tras lo cual la jueza tomará una resolución sobre el pedido de procesamiento de Perciballe.
En las declaraciones conocidas recientemente ante el tribunal de honor realizadas por Vázquez en 2006, el militar admitió ser responsable de la desaparición de Adalberto Soba, cuya detención fue realizada el mismo día que la de la familia Julien.
Victoria y su hermano mayor Anatole fueron secuestrados junto a sus padres, Victoria Grisonas y Roger Julien, en un operativo realizado por fuerzas combinadas uruguayas y argentinas, el 26 de setiembre de 1976 en el domicilio de la familia, ubicado en la calle 25 de Mayo y Mitre, en la localidad de San Martín. Roger Julien murió en el operativo y su cuerpo desapareció, mientras que los niños fueron trasladados al centro de torturas Automotores Orletti junto con su madre, que aún permanece desaparecida.
Días después del secuestro, los niños fueron trasladados a Montevideo por oficiales pertenecientes al Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas y al Servicio de Información y Defensa (SID), y permanecieron en la sede del SID, en la calle Bulevar Artigas y Palmar, y fueron llevados a Chile, donde quedaron abandonados en una plaza de Valparaíso a fines de diciembre de 1976.