La familia de Héctor Giordano, abogado duraznense detenido desaparecido en 1978, iniciará un juicio contra los responsables del centro clandestino de detención La Casona, en la Base Aérea El Palomar, en Buenos Aires, donde Giordano estuvo recluido entre junio y agosto de ese año, cuando, según las conclusiones que surgieron a partir del hallazgo dactiloscópico de noviembre del año pasado, fue asesinado. De ese centro de detención bonaerense salieron vuelos de la muerte, según información de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente.
En diálogo con la diaria, la hija de Giordano, Lucía Giordano, sostuvo que actualmente se están asesorando con un abogado argentino para iniciar la acción judicial. “Es muy fácil averiguar la gente que actuó ahí, seguramente hay alguno que ya está procesado incluso, pero la idea nuestra es agregarle esta causa”, afirmó, en referencia a quienes estuvieron en funciones en el centro de detención durante ese período. Explicó que si bien el Estado argentino inicia demandas como parte contra quienes cometieron delitos en la dictadura, los abogados del Ministerio de Justicia argentino les sugirieron actuar “como particular damnificado, hacer una causa propia”.
“Para nosotros es fundamental, aunque es una sensación encontrada. Nosotros fuimos al juicio en Roma y fue realmente muy difícil el proceso; es jodido”, consideró Giordano sobre el trámite judicial. Opinó que en este caso “va a pasar lo mismo: vamos a tener que testificar, etcétera, pero por otro lado es imposible dejar pasar la oportunidad”, analizó. Asimismo, señaló que “legalmente” la que iniciará la demanda es ella, pero “en realidad es algo que vamos a seguir todos”, en referencia al resto de la familia de Giordano. “Yo les dije: sola no puedo”.
El 1º de noviembre del año pasado, la familia de Héctor Giordano recibió la noticia de un avance significativo en su búsqueda: el hallazgo de un registro dactiloscópico que coincide con el del detenido desaparecido, que fue tomado de un cuerpo que apareció tirado en la calle Orense en la zona de El Palomar, en Buenos Aires, el 30 de agosto de 1978, del que hay registros en el cementerio de Morón. Esta información permitió conocer la fecha de la muerte de Giordano, confirmar que fue asesinado y conocer su paradero. Sin embargo, “los restos no son recuperables” porque el número de la parcela en la que se suponía que estaban ya no existe y se presume que fueron a parar a un osario, lo que hace “absolutamente inviable la restitución de los restos”, lamentó su hija.
“La única certeza es que estuvo ahí”, en ese cementerio, porque “quien registró las huellas en ese procedimiento lo hizo bien. Calculo que tenía algún peso de conciencia”, reflexionó Giordano, y si bien reconoció que el enterarse de que los restos son irrecuperables la afectó “en principio, después me puse a pensar que era el lugar en el que a papá le hubiera gustado estar: un lugar donde hay personas que no pudieron pagar su sepultura y otros NN [no identificados] en la misma situación que él. Era su espíritu”, consideró.
Giordano recordó que la noticia del hallazgo dactiloscópico llegó 44 años después de la desaparición de su padre, que se produjo cuando ella tenía 12 años. Cuando llegó esa novedad “fue como que me hubieran sacado el piso. Estuve dos meses en los que no pude trabajar”, contó. Hasta ese momento, el último dato que tenían “era que estaba secuestrado en ese lugar [El Palomar]; había quedado la película detenida en ese cuadro todos estos años. Y, perversamente, todos estos años él estuvo ahí”, afirmó, en referencia al cementerio.
“Mucha gente me pregunta si siento paz, y en realidad no. Siento alivio de que no tengo que buscar más. Pero paz no, porque es muy dolorosa la forma, el desprecio por la vida, el ocultarlo a propósito. Estuvo dos meses secuestrado ahí [en el centro de detención] y el resto del tiempo estuvo en ese lugar”, remarcó Giordano, y dijo que nunca había “pensado” en la posibilidad de tener una fecha de la muerte, y de “saber dónde está”. El 13 de mayo es su cumpleaños y como forma de recordarlo colocarán una placa en el cementerio de Morón: “Es muy duro ir, pero muy necesario también”.